PRESENTACIÓN

Anualmente cuando nos reunimos los antiguos alumnos de Corias, bien sea en grupos minoritarios por promociones en diferentes lugares del Principado y alrededores, o de forma general en el encuentro de Corias a finales de cada mes de septiembre, siempre solíamos comentar al sentir la alegría de juntarnos de nuevo que, era una pena el que hubieran pasado tantos años sin comunicarnos y sin saber unos de otros.

Afortunadamente, en estos tiempos eso está subsanado gracias a los medios informáticos disponibles que tenemos a nuestro alcance. Aprovechando la oportunidad que nos brinda BLOGGER para poder crear un espacio cibernético común, en la nube, donde se pueda participar y expresar los recuerdos que cada uno de nosotros guardamos celosamente de aquellos años, es cuando surge el Blog de los antiguos alumnos de Corias.

Esta elemental presentación lo único que pretende y persigue es reavivar la amistad y la armonía que hemos trabado entre todos nosotros durante los años de convivencia en el Instituto Laboral San Juan Bautista de Corias y, que a pesar del tiempo transcurrido, aún perviven frescas en nuestro recuerdo.

Otro de los objetivos del blog es recordar y compartir las peripecias vividas por aquellos jóvenes que coincidimos bajo las mismas enseñanzas, disciplinas, aulas, comedores, dormitorios, juegos, etc., durante varios años en el convento de Corias y que aún las tenemos muy presentes.

La mejor forma que tenemos para rememorarlo es ir contando en este blog todos los pasajes que cada uno de nosotros recuerde, expresados con la forma y estilo propios de cada uno pero, siempre supeditados a los principios del buen gusto, el respeto y a la correcta educación que nos han inculcado los padres dominicos. El temario en principio aún siendo libre, sí debiéramos procurar en general, que tengan preferencia los temas relacionados con el colegio y su entorno, ya que es el vínculo y denominador común entre todos nosotros.

Como es lógico, cada colaborador es el único responsable de sus opiniones vertidas aquí en el blog; las cuales pueden ser expresadas libremente sin condicionantes ni cortapisa alguna por parte de la dirección; tan solo debemos atenernos todos, a las premisas mencionadas anteriormente del respeto y el buen gusto.

Una vez hecha esta breve presentación, se pide la colaboración y aportación de todos los antiguos alumnos pues, seguro que todos tenemos algo ameno e interesante que contar. Unas veces serán relatos agradables y divertidos, y otras no tanto; pero así es la realidad de la vida.

Al blog le dan vida una serie de antiguos alumnos que colaboran de forma fehaciente y entusiasta con Benjamín Galán que es el bloguero administrador. A este galante caballero el cargo de administrador no le fue asignado por méritos propios, más bien por defecto, de forma automática; simplemente, por ser el titular del blog. Pero podría delegar el cargo en cualquier otro colaborador que así lo deseara.

De antemano, muchas gracias a todos los participantes y colaboradores. Tanto a los antiguos alumnos y profesores que deseen intervenir, como a todos nuestros amigos lectores.

¡A colaborar y a disfrutarlo!

(21 de noviembre de 2009)

B. G. G. (BLOGUERO PRIOR)

viernes, 27 de mayo de 2016

De barcos y navajas


Debe de ser la vejez. Con los años me noto cada día más crítico y disconforme con la sociedad de mi entorno.

Cuando yo era televidente vi varias series que hacían pasar por creíbles, determinadas situaciones que, de ser expuestas en su cruda realidad, no tendrían el mínimo gancho para captar la atención del televidente. Recuerdo una que narraba las incidencias que se vivían en un colegio y que, en realidad, retrataban un mundo inexistente. La vida diaria en un colegio es aburridísima. Tengo un amigo policía que me decía que lo más aburrido del mundo era una comisaría de policía. Claro.

Lo que ocurre es que el lenguaje de la tele, el de la novela, el del teatro, nada tienen que ver con el lenguaje de un notario. No reflejan sino que recrean la realidad.

Si una cámara fija filmara todo lo que sucede en un colegio o una comisaria resultaría tan aburrido que no interesaría a nadie. Normal. Cada medio tiene su estilo narrativo y mezclar la poesía con un atestado de la guardia civil sería risible.
Desde siempre se han utilizado las licencias literarias para dar vida a una realidad vulgar. El cuento, la novela, la comedia, el drama, el cine etc… utilizan un lenguaje que recrea la realidad para que ésta parezca amena y atractiva.

Si yo cuento que una vez me metieron a la cárcel por pegarle una patada a una mesa en una cafetería en Liubliana (Eslovenia) doy por hecho que el lector lo encontrará ameno y le servirá de regocijo. Por supuesto que,  lo que menos importa es si yo estuve alguna vez en una cafetería en Liubliana.

Si digo que una pega difundió una calumnia contra un cura, nadie se planteará que el hecho sea real o bien una invención mía.

Si publicas algo en algún medio, es porque pretendes que quien lo lea lo encuentre entretenido y pase un buen rato.

El tránsito de la realidad –casi siempre vulgar y sosa-  a la realidad virtual que supone la literatura, o el teatro, o el cine, exige utilizar bien varios recursos que capten la constante atención de quién lo lee o lo ve.

No de otra manera sucede con determinados alimentos. Es difícil de imaginar algo más prosaico, vulgar y hasta casi desagradable que el estómago de una vaca. Pero esa víscera vacuna, debidamente aderezada, sazonada y ayudada de especias da lugar a los suculentos callos que serían incomestibles en su primitiva realidad.

Supongo que cuando Cela escribió La Colmena, con sus casi 400 personajes, hizo una recreación de la realidad de la postguerra y nadie le interesaría si los personajes son una realidad o un producto de la imaginación del autor.
Por una vez -sin que sirva de precedente-  voy a desvelar una cosa. Hace muy poco, publiqué en el blog una entrada sobre cómo las chavalas irlandesas bebían a costa de los marineros transeúntes. Pues bien. Me inventé el nombre del pub, el nombre del barco, la escena del Punto Umbrío bebiendo cuatro jarras. Me inventé todo.

Tenía que ponerle un nombre al barco, y se me ocurrió Sierra de Cazorla ¡Vaya por Dios! De las más de 400 sierras que hay en España, fui a dar con una que ya da su nombre a un barco que navega.

También es mala suerte. Tenía que haber pensado que algún lector creía que yo era cronista de sucesos o un sargento comandante de puesto de la Guardia Civil, cuando en realidad soy un humilde aficionado a crear ficción literaria. También es verdad que creía que los lectores del blog sabían distinguir el lenguaje notarial del lenguaje literario.

Próximamente, aparecerá otra entrada mía que comienza “Cuarenta años después de haber degollado a aquel individuo seccionándole el cuello con una navaja barbera marca “La Palmera”.

La frase contiene una verdad y una invención mía. La verdad, que tuve un amigo que degolló a un individuo, y la invención, marca “La Palmera”
Ya me adelanto a decirlo no vaya ser que, así como apareció un entendido en marina mercante, aparezca un entendido en navajas barberas y me salga al paso advirtiéndole a los demás lectores de que exista tal marca citada…


Pepe Morán. Dominico-ex

JORDANIA ( III )


22 de Septiembre – 5º día – Ammán – Petra.
A las 8 de la mañana los viajeros están a la puerta del hotel con armas y bagajes ¡Esta noche dormiremos en Petra! Pero antes de llegar a “la ciudad encantada” haremos otras visitas interesantes.
Mádaba es la primera de ellas, ciudad de los mosaicos, antiquísima, que ya figura en la Biblia como escenario de feroces enfrentamientos entre amonitas y arameos. Alcanzó su máximo esplendor en época bizantina como sede de una extraordinaria escuela de arte musivo. En la iglesia de S. Jorge admiramos el más famoso de todos los mosaicos de aquella famosa escuela: el mapa de Palestina , hecho para uso de los peregrinos que caminaban hacia Tierra Santa. En él aparecen las ciudades de Jerusalén, Belén y Jericó, el Jordán, el Mar Muerto, el Lago Tiberiades e incluso Egipto y el Mediterráneo. Después de 15 siglos conserva sus delicados colores y un cierto estilo naif verdaderamente encantador.
Mádaba es una pequeña ciudad muy agradable, tranquila, llena de restos arqueológicos de todas las épocas  y, algo inusual en este país, abundante en árboles, jardines y flores.
A 10 km de Mádaba se halla otro centro de gran interés para los viajeros: Monte Nebo, lleno de significado religioso e histórico para judíos y cristianos. Según el relato bíblico Moisés contemplo desde aquí la Tierra Prometida que por castigo divino no habría de pisar y, según la tradición, aquí murió y fue enterrado. Nos acercamos por tanto a un lugar sagrado. El autobús queda aparcado fuera del recinto  y los viajeros ascienden caminando por una carretera flanqueada por pinares y algunos monolitos que conmemoran acontecimientos diversos, entre ellos la visita del Papa Wojtyla. Desde la cumbre se contempla una preciosa vista del Jordán que viste de verde una amplia franja en medio de tanta aridez. Monte Nebo, más que una iglesia o monasterio, es un yacimiento arqueológico de gran interés bajo cuya cubierta a dos aguas se hallan restos de 4 iglesias – una paleocristiana del sg. IV y otra bizantina del VI entre otras -  que fueron ampliadas y modificadas en épocas posteriores. Pero lo verdaderamente deslumbrante de Monte Nebo son sus mosaicos del sg VI, descubiertos en 1.976 en asombroso estado de conservación. Escenas de caza y pastoreo, figuras de hombres y animales organizados en 4 bandas enmarcadas por una larga inscripción en caracteres griegos con una cenefa trenzada componen, más que un mosaico, una alfombra, un tapiz de gusto exquisito por la perfección del dibujo y la delicada armonía de los colores. Hay además capiteles y bases de columnas, bajorrelieves, lápidas con inscripciones en árabe, etc…pero todo palidece ante los mosaicos.
El exterior también tiene su encanto. La sobriedad de la iglesia con sus viejas escaleras de acceso y los restos de columnas que adornan el jardín lleno  de cipreses; el monumento de hierro forjado con el báculo y la serpiente en memoria de Moisés que sugiere la imagen del Crucificado… todo en monte Nebo exhala espiritualidad y misterio. No cabe duda de que nos encontramos en un centro especial para los creyentes de dos religiones y, por ello, Monte Nebo es un lugar sagrado.
De nuevo en el autobús nos dirigimos hacía el sur, hacia Petra. Saber que esta noche dormiremos allí, que veremos la puesta de sol tras sus montañas, excita de tal modo a los viajeros que algunos dudan de que tal prodigio pueda ser cierto.
Camino de Petra nos detenemos en la fortaleza de El-Kerak, castillo roquero por excelencia que construyeron los Cruzados sobre base romana en el sg. XII. Situada sobre un cerro testigo a 1.000 mts de altura domina una enorme extensión de tierra árida y algunas aldeas. Las dimensiones de la fortaleza son impresionantes y las reformas y ampliaciones realizadas por sus sucesivos amos le confieren aspecto laberíntico. Incluso los materiales de construcción son diferentes. Los Cruzados usaron oscura y durísima piedra basáltica toscamente tallada. Los árabes, caliza clara y blanda, fácil de trabajar y perfectamente cortada. Desde aquella altura se alcanza a ver el Jordán y el Mar Muerto. Nuestros antepasados – romanos, bizantinos, cruzados, árabes- eran consumados arquitectos y estrategas.
Pocos kms después de El_Kerak el autobús se detiene. Ante nuestros asombrados ojos se extiende el paisaje más árido, inhóspito y sobrecogedor que hayamos contemplado jamás. Es Wadi Mujib, un torrente que, en su curso hacía el Mar Muerto, ha excavado una garganta tan espectacular como pueda serlo el cañón del Colorado o cualquier otro desierto sobre la faz de la tierra. El autobús debe descender hasta el fondo del valle, en donde está la presa de un pequeño pantano, pasar sobre ella y ascender por la ladera opuesta. Así lo hacemos admirando la aridez de este paisaje lunar donde no hay más huella humana que el asfalto. De pronto, al volver una curva, en dirección opuesta a nosotros, una mujer joven, descalza, vestida de negro y terriblemente cargada, con su hijito de unos 3 años de la mano, asciende penosamente carretera arriba. Algunos la contemplamos el breve instante que la velocidad del autobús y las curvas permiten. Después nos miramos entre nosotros con la misma pregunta en la mirada ¿de dónde viene, a dónde va, quien es, qué busca, dónde vive? Nunca sabremos nada de ella, nuestros caminos no volverán a cruzarse. Pero jamás la olvidaremos.
A las 6 de la tarde una conmoción sacude a los viajeros: divisamos las montañas de Petra que dibujan sus agudas cumbres contra el cielo rojo del atardecer. El autobús se detiene junto a un mirador para que podamos contemplar el espectáculo. Los viajeros toman asiento en las piedra, en los bordillos, en el suelo. Su excitación es patente; algunos hemos esperado este momento durante toda la vida y a duras penas podemos creer que haya llegado. El sol comienza a ocultarse tras las montañas, eternas guardianas de Petra, que se tiñen de púrpura y oro. La ciudad no es visible y tampoco el Siq. Pero sabemos que está ahí, oculta, esperándonos y eso aumenta su magia, su misterio y nuestra excitación.
Llegamos al hotel a las 8 de la tarde. Nuestras ventanas quedan frente a esas montañas y, mientras los más animosos después de la cena tienen fuerzas para recorrer la pequeña ciudad, otros se sientan frente a esas ventanas como hipnotizados repitiendo en silencio ¡mañana veremos Petra!

ulpiano rodríguez calvo

viernes, 20 de mayo de 2016

JORDANIA ( II )


20 de Septiembre -3º día – Ammán.
Tras un copioso desayuno y algunas dificultades en la distribución de los viajeros en los autobuses, a las 8.30 de la mañana, bajo una luz cegadora, iniciamos la marcha. Atravesamos la abigarrada y bulliciosa Ammán y tomamos dirección N.O. para dirigirnos a la fortaleza de Ajlún, a unos 50 km de la capital. El paisaje es árido, semidesértico, solo se ven algunos olivos y frutales en las pequeñas parcelas a las que el agua, siempre escasa, llega. Los pueblos ofrecen un aspecto desolado y mísero, acentuado por las casas sin terminar. En efecto: suele ser un matrimonio quien inicia la construcción de la planta baja, en la que habita, pero no la remata con un tejado sino con un techo plano del que sobresalen las columnas de los forjados (“al aire”, dicen aquí) para que, en el futuro, se pueda seguir construyendo en altura a medida de las necesidades de la familia.
A medio camino entre Ammán y Ajlún atravesamos un campamento de refugiados palestinos. Un estremecimiento sacude a los viajeros. Nuestro guía explica que las primeras oleadas de ellos llegaron a Jordania en el año 67, a raíz de La Guerra de los 6 Días. Sucesivamente han ido llegando más y más, al compás de los acontecimientos políticos. Lo que en origen fue un campamento se ha convertido -sin perder por ello su aspecto de provisionalidad, de pobreza, de anarquía y suciedad- en establecimiento. La vida sigue incluso bajo estas penosas condiciones y podemos ver cómo han proliferado míseros negocios de alimentación o talleres inmundos de reparación de coches. Observando el mapa de la región el cronista advierte que Israel –a la que los jordanos jamás aluden por ese nombre sino por Palestina- tiene forma de punta de flecha. Jordania, de hacha de guerra. El Jordán parece una larga cicatriz entre ellas y se diría que ambos países están condenados a vivir sobre la misma tierra sin entenderse jamás.
La silueta de la fortaleza de Ajlún se recorta sobre el horizonte a varios km de distancia sobre el Monte Auf y fue construida en 1.184 por orden de Saladino. Desde su imponente altura se contempla una hermosa vista del Valle del Jordán, larga cinta verde ceñida por el desierto. La fortaleza recuerda los castillos españoles con sus espesos muros de sillería, fosos, torreones, saeteas y barbacanas. Ha sido destruida y reconstruida tantas cuantas veces cambió de amo esta atormentada tierra.
A muy pocos km al este de Ajlún está Jerash. No es fácil resumir en pocas palabras la belleza de esta extraordinaria “Pompeya Oriental”. El Emperador Trajano ocupó todo lo que hoy es Jordania en el año 106 d. C. y esta región es incorporada a la provincia romana de Arabia. Su antigua capital, Rabat-Amón (hoy Ammán) se convirtió en Philadelphia, y Jerash, una de las ciudades más importantes de la región, en Gerasa. De su esplendor da idea el primer monumento que recibe al viajero, fuera de la ciudad propiamente dicha: el Arco de Adriano, levantado en honor del sucesor de Trajano con motivo de su visita a esta ciudad en el año 129 d. C. A partir de aquí vamos de sorpresa en sorpresa: la magnífica Plaza Ovalada, antiguo foro de la ciudad; el Hipódromo; el Templo de Zeus, grandioso; el de Artemisa; la preciosa fuente pública llamada Ninfeo que aún conserva restos de frescos; los tetrápilos, en el cruce de las antiguas calles principales…Y, sobre todo, el Teatro, perfecto, armónico, bellísimo, que conserva íntegra su cávea capaz para 3.000 espectadores, su orquesta y su escena decorada con columnas, hornacinas y frontones. Comprobamos su extraordinaria acústica oyendo a un trío musical que toca gaitas y tambores.
El calor es terrible, pero continuamos recorriendo el Cardo Máximo que conserva columnas, capiteles corintios e incluso entablamentos. Las gruesas losas del pavimento conservan la huella de los carros que contemplaron hace 2.000 años aquella grandeza cuyas ruinas admiramos nosotros hoy. Ni siquiera los terremotos han logrado destruir una de las ciudades más perfectas que Roma nos ha legado.
Nos refugiamos en un restaurante de la moderna Jerash huyendo del aplastante calor. Algunos viajeros aún tienen fuerzas para comer. Otros, solo beben agua helada y se abanican. Tras un descanso volvemos al autobús para regresar a Ammán.
Ya en la capital visitamos “La Ciudadela” situada en lo alto de una colina desde la que se contempla una espectacular vista de Ammán. En esta “acrópolis” se conservan restos de antiguas fortificaciones romanas y las columnas corintias, aún en pie, del Templo de Hércules (sg. II d C.). Un equipo de arqueólogos españoles está sacando a la luz restos de construcciones árabes y bizantinas. Pero lo más sorprendente es la vista de Ammán cuyas casas, pálidas y cúbicas, se extienden por las colinas circundantes hasta donde la vista alcanza.
En el autobús hacemos un recorrido por los barrios elegantes de la ciudad. Vemos la Embajada de EEUU, protegida por doble muro, calle cortada e incluso un tanque con soldado metralleta en ristre frente a la única puerta que parece la de un bunker. Vemos casas lujosísimas, algunas de arquitectura notable; otras, simplemente ostentosas. Desde cualquier punto de la ciudad es visible una enorme bandera jordana que ondea en lo alto de una colina. George, nuestro guía, comenta que se trata de la bandera más grande del mundo, más de 100 m. cuadrados de tela, y que por ello figura en el libro Guiness de los records. (“el que no se conforma…” piensa, sarcástico, algún viajero…).
Hacia las 6 de la tarde estamos de regreso en el hotel, cansados, acalorados y satisfechos. Tras el imprescindible aseo aún conservamos fuerzas para dar un paseo por las cercanías, charlar en el bar antes de la cena y, después, contemplar la puesta de sol, que cubre de sangre las colinas de Ammán mientras el “sagrado lamento” estremece la mágica atmósfera del anochecer.

21 de Septiembre – 4º día - Ammán.
Salimos del hotel a las 8 de la mañana en dirección Este, hacia la frontera siria, para visitar la fortaleza de Azraq. El paisaje es llano, árido y desolado, una extensa estepa solo interrumpida por las tiendas de campaña de los pastores de cabras. La carretera es recta, con intenso tráfico de camiones, casi todos “Mercedes” de modelos antiguos, que transportan petróleo desde la cercana Siria. Vemos numerosas canteras de donde procede esa caliza pálida que da a Ammán su particular apariencia.
La fortaleza de Azraq es maciza, sólida, tosca, achaparrada, de oscura piedra basáltica. Incluso sus puertas son gruesas losas de piedras a prueba de llamas. En su patio central hay una humilde mezquita colocada de través para orientar su mihrab hacia La Meca. La fortaleza fue en origen un castra romano; luego fue adaptado a las nuevas necesidades por los omeyas y más tarde por los  ayyubíes… pero debe su fama y leyenda a Lawrence de Arabia que se hospedó en ella en 1.917 mientras organizaba la rebelión de los árabes contra los turcos y preparaba la batalla de Aqaba.
De nuevo en el autobús volvemos sobre nuestros pasos y tomamos dirección Oeste para visitar Qasr-Al-Amra, edificio sólido y sin vanos  cubierto por tres bóvedas de medio cañón y una pequeña cúpula lateral . Lo sorprendente es el interior. Fue construido en el sg. VIII como pabellón de caza y descanso de un califa que, pese a ser el representante de Alláh en la tierra, parece que no tomaba muy en serio los dictados del Profeta. Todas las paredes están cubiertas de frescos en los que prolifera la figura humana en escenas de caza y danza. Los desnudos son muy numerosos y las actitudes notablemente “desenfadadas”. Estas pinturas son patrimonio de la Humanidad con todo merecimiento pues, por su temática, son únicas en el arte árabe.
La siguiente visita es otro castillo, muy distinto del anterior. Qasr-el-Kharana es cuadrado, macizo e imponente y se alza en medio de la nada en la desértica llanura. Probablemente sus orígenes son romanos, luego sería bizantino y más tarde omeya. En sus 4 esquinas se levantan 4 torreones semicirculares y otros 4, más bajos, en el centro de cada muro. Se trata de un caravasar, es decir, un establecimiento en un cruce de rutas comerciales cuya finalidad es dar cobijo y protección a las caravanas. En un gigantesco patio central descansarían los animales de carga, mientras que comerciantes y camelleros se distribuirían por las estancias en torno a ese patio, en donde hay, además, pozo, almacenes, cisterna e incluso baño. Un hotel de la época.
Continuamos en dirección Oeste para acercarnos al Mar Muerto. En determinado punto de la carretera un cartel nos indica que estamos a nivel del Mar Mediterráneo. A partir de ahí comenzamos a descender. El paisaje se vuelve sumamente árido e inhóspito y solo la línea oscura del Jordán interrumpe la monocromía. Al otro lado del río adivinamos Jericó, la ciudad más antigua de Occidente, Jerusalén, Betania, Hebrón y tantos otros lugares de resonancias bíblicas y evangélicas. Llegamos al Mar Muerto a medio día. El sol brilla inclemente sobre este lago salado y percibimos un olor peculiar, desconocido para nosotros, que lo impregna todo. Después de la comida en uno de los confortables hoteles de la zona los viajeros, bajo un sol de justicia y un calor sofocante, se dirigen a la cercana playa donde experimentan la sensación de flotar incluso contra la propia voluntad en esa agua terriblemente salada y densa y del contacto con el barro. Acerca del baño y sus placeres hay diversidad de opiniones.
Hacia las 5 de la tarde regresamos a Ammán tras parar en uno de los almacenes de carretera para comprar cremas y jabones, muy famosos por las propiedades que las sales del Mar muerto les confieren, y otros recuerdos de la región. A las 7.30 llegamos al hotel y el día termina tranquilamente después de la cena y la animada sobremesa.

ulpiano rodríguez calvo

martes, 17 de mayo de 2016

JORDANIA ( I ) (18 - 26 SEPTIEMBRE 2.004)



   “QUE EL CAMINO SEA LARGO Y EL REGRESO, LEJANO
 El blog está mortecino. Espera la llegada de las aguerridas huestes formadas por ex-alumnos y ex- profesores para rescatarle de su letargo. Mientras, huérfano de lejanos recuerdos acontecidos entre los recios muros del que fue convento, instituto y hoy parador, hurgo en papeles más recientes en busca de algún alimento  que dar a las páginas de este blog. Y aparecen ¡sorpresa! apuntes perfectamente detallados de un viaje realizado a Jordania hace unos 12 años. Solo a falta darles forma para poder ser publicados.
Desde los libros escolares nos resuenan míticos lugares, Mar Muerto, Tiberiades, Nebo, Petratambién Palmira. Salvo esta última que se encuentra en Siria y ha estado tristemente de actualidad por la barbarie perpetrada contra ella, el resto, y otros lugares, aparecerán en el transcurso de este viaje.

Un viaje que no se antojaba fácil cuando fue realizado en 2004. Viajar  a ese conflictivo mosaico de intereses religiosos, étnicos, petroleros y resto de intereses geopolíticos que se entrecruzan y enfrentan con inusitada violencia no resulta fácil desde hace ya muchos años. Bien es cierto que Jordania, practicando una política pragmática que se podría definir como la de nadar y guardar la ropa, y a pesar de la enorme presión ocasionada por los gigantescos flujos de refugiados que acoge, antes palestinos y ahora sirios, no sufre la caótica situación de los países vecinos. Cuando se realizó este viaje en el vecino Irak estaban latentes los rescoldos causados por las bombas arrojadas siguiendo las órdenes del Trío de la Azores con la excusa de unas supuestas armas de destrucción masiva. Unos rescoldos que se iban transformando en llamas. Una de esas lenguas había golpeado salvajemente Madrid pocos meses antes. Otras, en años sucesivos, incendiarían Siria, y dejarían su huella mortal en Londres, París Bruselas, Túnez  y en un sinfín de lugares. A pesar de ese entorno caótico, Israel amparado por el paraguas del amigo americano continúa golpeando con puño de hierro al pueblo palestino mientras Líbano se lame las heridas de una guerra que amenazaba con ser interminable, Jordania es una isla de relativa calma que invitaba, aún invita, a visitar las maravillas que atesora.

Las personas emprendemos sucesivos viajes, muchos o pocos, a lo largo de la vida. El principal el que nos lleva del nacimiento a la muerte. Por el camino realizamos otros, profesionales, amorosos o para conocer desconocidos lugares. Éstos también son importantes, nos permiten descubrir nuevas gentes, culturas y ampliar horizontes. Cuanto más largos sean esos viajes más amplios serán los horizontes. Así nos lo dejó escrito Cavafis: Cuando salgas en el viaje, hacia Itaca, desea que el camino sea largo, pleno de aventuras, pleno de conocimientospide que el camino sea largo. Que sean muchas las mañanas de verano en que llegues ¡con qué placer y alegría! a puertos antes nunca vistos
Bajo estas premisas se emprendió este viaje a Jordania.


18 de Septiembre – 1º día – Madrid – Ammán.
            Los viajeros llegan escalonadamente al Aeropuerto de Barajas. Tras los trámites de facturación embarcan a las 8 de la tarde. Desgraciadamente, en esta ocasión nada podemos ver desde el aire pues es noche cerrada. Hacia las 12.30 de la noche una zona intensamente iluminada quiebra la densa oscuridad: volamos sobre Israel. Una hora más tarde tomamos tierra en el Aeropuerto de Ammán.
            Tras la recogida de equipajes, algunos con evidentes signos de deterioro, y la lenta y dificultosa lectura de la lista de pasajeros del grupo español por un guía exclusivamente angloparlante, subimos al autobús y al cabo de unos 30 minutos llegamos al hotel Days Inn, en la zona N.O. de Ammán. Nuestra sorpresa es mayúscula cuando el que será en adelante nuestro guía nos anuncia cambio de planes: mañana, domingo, no realizaremos viaje ni visita alguna y todas las actividades se posponen hasta el lunes. Hay voces de protesta que el guía ignora. Y son más de las tres de la madrugada, hora intempestiva para emprender batallas de antemano perdidas. Mañana visitaremos Ammán y ocuparemos el día del mejor modo posible.
            Las habitaciones son confortables y llegamos a ellas rendidos. La sorpresa del cronista, que nunca ha visitado un país árabe, es mayúscula cuando, a las 4 de la madrugada el sagrado lamentodel muecín quiebra el silencio de la noche. Desde la terraza de la habitación ve la cercana mezquita con su minarete iluminado en verde, el color del Islam. A riesgo de parecer exagerado el cronista piensa que merece la pena el cansancio y la hora solo por oír esa voz sobrehumana.
 19 de Septiembre – 2º día – Ammán.
            Dado que tenemos el día libre, después de un excelente desayuno, tomamos unos taxis y tras no pocas dificultades de comunicación conseguimos hacernos llevar al centro de la ciudad, donde se encuentra el teatro Romano (sg. II d C.) que sigue siendo el corazón de la capital.
 Ammán, la antigua Philadelphia grecorromana, es una ciudad impresionante no por su belleza sino por su singularidad. Se asienta sobre varias colinas, 7 en origen, como Roma o Lisboa, y hoy sobre 20, por las cuales trepan sus monócromos edificios cúbicos de 4 plantas. Quizá lo más sorprendente de Ammán sea su falta de color. Todo es del tono crema pálido de la piedra caliza, materia prima de todas las construcciones. El polvillo que esta roca desprende lo cubre todo: casas, coches, los escasos árboles y plantas, e incluso parece teñir los rostros y ropas de los viandantes. También debemos recordar que Ammán está cercada por el desierto. En la capital no hay una sola calle llana. Todo son cuestas, algunas muy pronunciadas y las casas se apiñan y trepan por ellas hasta los lugares más inaccesibles. La calle principal está atestada de comercios que exhiben sus mercancías en las aceras. La variedad de tipos humanos es muy interesante. Muchos hombres visten a la europea pero son más los que lucen largas túnicas blancas o pardas y la tradicional kufía”, gran pañuelo, blanco y rojo para los jordanos, blanco y negro para los palestinos, que se sujeta a la cabeza con un grueso cordón negro y que todos se colocan de infinitas formas con notable desenvoltura y maestría. Hombres de edad avanzada visten túnica y gorro blancos que junto a su larga y poblada barba les confiere un aspecto imponente.
s sorprendente es la indumentaria de las mujeres. La mayoría viste larga túnica de color pardo o negro, pantalones bajo ella y todas con el tradicional pañuelo bien ajustado en torno al rostro. Las de más edad suelen vestir de negro riguroso y hemos visto a varias con la cara totalmente cubierta e ¡incluso con guantes! Nos cuesta imaginar cómo deben sentirse estas mujeres sepultadas bajo tales ropajes con este calor. Las que se visten así, llamadas jaimas o ninjaspor los niños jordanos, suelen ser de origen saudí.
Caminamos largo rato por las calles viendo el bullicio de la gente y el abigarramiento de las tiendas. Nos llama especialmente la atención el mercado de frutas y verduras y la calle de los sastres que por sí solas merecen una visita a la capital. Contemplamos las empinadas y estrechísimas escaleras que suben desde la calle principal hacia lo alto de las colinas y sospechamos las dificultades que la orografía de la ciudad debe plantear a los servicios públicos de agua, comunicaciones, alcantarilladoDespués hemos sabido que muchas de estas casas aún conservan sus pozos negros.
Visitamos el Teatro Romano, en excelente estado de conservación, con sus tres tramos de gradas capaces de acoger a 6.000 espectadores. Aún conserva elementos decorativos en la scena y la orchestra y su situación en la ladera de la colina lo hace parecer el centro neurálgico de la ciudad. Y lo es. En el siguen celebrándose, sobre todo en verano, concierto, representaciones y festivales de todas clases.
El calor es sofocante. Nos refugiamos en la terraza de un restaurante próximo al Teatro donde nos ofrecen un dulcísimo zumo de mango como aperitivo de la comida a base de kebabs y ensalada, excesiva en cantidad para algunos estómagos solo deseosos de agua helada. Después de un rato de tertulia decidimos volver al hotel. Solo los más valientes nos atrevemos a seguir caminando bajo las altas temperaturas de media tarde.
Cuando el sol se pone tras las colinas de Ammán el cronista intenta entrar en la cercana mezquita. Inútil. Va acompañado por una mujer y ni una sola mujer se ve por los alrededores. Un anciano, amable pero enérgicamente, les impide acercarse a la puerta. Deben conformarse con oír el sagrado lamentodesde la escalera, al pie del minarete.
Después de la cena recibimos en el hotel la visita de una española residente en Ammán, prima de una viajera. Con infinita paciencia contesta a todas nuestras preguntas y nos hace observaciones que solo su experiencia de extranjera en tan diferente país podría hacer. La conversación no puede ser más interesante y le hacemos prometer que repetirá su visita mientras dure nuestra estancia en la ciudad.
Hacia las 12 de la noche, cansados y satisfechos, nos retiramos.

ulpiano rodríguez calvo

jueves, 12 de mayo de 2016

TETAS DE LA SACRISTANA

                                                      Foto: Viñedos Bodega Fuente Victoria

Las tetas no están proscritas en el blog. Adquirieron carta de naturaleza, entraron por la puerta grande, con la inolvidable entrada del profesor Morán al recordar la ingeniosa y arriesgada pregunta de Juan Carmelo, entonces compañero suyo de estudios eclesiásticos y después también profesor nuestro, a su profesor de Moral cuando éste trataba de dilucidar un límite; la parte de los senos que una mujer podía mostrar en público sin caer en pecado mortal. Ese relato, independiente del débito personal que cada uno podamos tener con este blog, es una joya que por sí solo justificaría su existencia. Solo alguien con el valor y la agudeza mental de Carmelo podía ser capaz de formular una pregunta así en un seminario español de los años 50. En mi opinión ese relato de Morán debería colocarse en un lugar destacado para poder releerlo, y regocijarnos con él, sin tener que rebuscar entre los cientos de entradas que ya configuran el patrimonio de este blog.

Sin embargo a nada de eso me quiero referir ahora. Un vino almeriense, Tetas de la Sacristana, es el que hoy invita a escribir.

En Almería, aunque fuera de la provincia sean unos perfectos desconocidos, también hay vinos. Les ocurre un poco como a los de Cangas que lejos del suroccidente asturiano les cuesta abrirse mercado. Solo en eso se parecen, el resto son lógicas diferencias. El vino de Cangas es fruto de abundante agua y escaso sol. Esto obliga a deshojar las cepas para que los rayos de sol incidan directamente en los racimos y a retrasar al máximo la vendimia, hasta finales de octubre incluso, prolongando la maduración para lograr así un aceptable grado de alcohol. En Almería la uva es producto de la extrema escasez de agua y de un sol abrasador. Aquí las hojas de la vid son valiosos  parasoles que protegen los racimos de los implacables rayos solares. La vendimia se adelanta al mes de agosto y se realiza de noche, cuando la temperatura se suaviza ligeramente para evitar que se dispare el grado de alcohol.

En Almería, igual que en Cangas, el empeño de unos bodegueros que han convertido el vino en su pasión ha obtenido recompensa logrando vinos de reconocida calidad, aunque no tengan tropecientos puntos en las guías de Parker o Peñín. Uno de estos vinos es Tetas de la Sacristana. Vino con la graduación embridada en los 14,6º, y elaborado con una mezcla (coupage dicen ahora los entendidos) de tempranillo, merlot y cabernet sauvignon. La cata, esa engolada retahíla de palabras comunes tan al gusto de algunos catadores, comienza diciendo, De color rojo cereza, con ribetes amoratadosetc etc”  que yo resumiría en un buen vino para acompañar los platos tradicionales de la Alpujarra de Almería, sobre todos los invernales: gurullos, migas, trigo, conejo y choto(cabrito) al ajillo o variadas carnes a la brasa. Tampoco desentona con los gazpachos y salmorejos veraniegos.

 El nombre suele recibir algunas críticas por su dudoso gusto, pero es fiel al nombre de las parcelas por las que se extienden los viñedos en los que tiene su origen. Existen varias versiones del motivo por el que recibieron ese nombre y parece que la explicación más razonable es la siguiente: Los hombres solemos guardar recuerdos y deseos en una burbuja secreta. Solo alguna vez les permitimos aflorar a la luz. Así el recuerdo y el deseo afloraron en un hombre hace muchos años, quizá recién la Reconquista, al contemplar desde un alto las prominentes lomas que tanto le recordaban las turgencias de la mujer del sacristán y ama del cura, y su mirada, cargada de ese recuerdo y ese deseo, se posó en las parcelas de dura tierra rosada bautizándolas con el nombre de Tetas de la Sacristana. No se debiera ser riguroso por la inconveniencia de tal nombre. Nombres peores etiquetan productos a lo largo y ancho de España. Algunos resultan insultantes como se puede comprobar en no pocos escaparates de Asturias que exhiben un determinado aguardiente.

Ningún propósito tenía de hacer propaganda de este vino, podía haber elegido otro cualquiera, incluso alguno de los buenos blancos que se elaboran con la uva macabeo abundante en la zona.

Tetas de la Sacristana, más allá de su nombre y calidad, solo es una excusa para dar un breve paseo por ese desconocido rincón de Andalucía que son las alpujarras almerienses. No tan conocidas ni con el tirón turístico de las granadinas; grandioso balcón abierto al mar a los pies del Mulhacén, surcado, sobre todo en primavera, por torrentes que se despeñan desde Sierra Nevada hasta las vegas de Granada o Motril.

La Alpujarra almeriense recorre profundas quebradas orientadas al sureste y podría decirse que el río Andarax es su eje vertebrador. Nace este río muy cerca de Láujar, cerca también de los viñedos que dan nombre a esta entrada, en un paraje natural entre Sierra de Gádor y Sierra Nevada. Un lugar idílico, así lo percibí cuando estuve allí por primera vez hace unos treinta años, poblado de pinos, chopos y sauces. En la actualidad intenta resistir a la degradación a que es sometido por los visitantes domingueros que asaltan su frágil ecosistema con vehículos convertidos en modernos caballos de Atila.

 El Andarax es un río que podríamos llamar clandestino. Poco después de su nacimiento se hunde bajo la tierra y solo de cuando en cuando muestra uno de sus ojos plateados enmarcado por las pestañas verdes de un frondoso cañaveral. El resto de su cauce parece estar cubierto por terrones de azúcar moreno. No puede resultar extraño ese comportamiento, durante todo su curso sufre el acoso de profundos pozos perforados para robarle su único bien, el agua. Solo con ella pueden rendir cosecha aquellas sedientas y áridas tierras. Discurre entre pronunciadas laderas de tierras resecas y polvorientas. De cuando en cuando se ven pequeñas parcelas arañadas por un rústico arado donde unas semillas reposan en los precarios surcos esperando unas gotas de lluvia para que una magra cosecha de cereal recompense tanto esfuerzo y sudor. Los espaciados pueblos blancos muestran visibles huellas de su pasado árabe.

En Láujar de Andarax fue confinado de por vida Boabdil, el rey que lloraba según nuestros libros escolares al ser expulsado de su Alhambra y su Granada. Por estas tierras se libraron durante casi un siglo revueltas moriscas, muestras del carácter indómito de aquellas gentes. Las huellas de su paso, de su asentamiento durante varios siglos, están presentes en edificaciones, algunas históricas, cerca de Almócita está el llamado Cortijo de Paces donde hacia 1570 D. Juan de Austria firmó un acuerdo de paz con los líderes de los sublevados. Por las escarpadas laderas se pueden ver con asombro los ingentes trabajos realizados por aquellos hombres y mujeres para arrancar su sustento a tan hostil naturaleza. Acequias realizadas con ingenio para el aprovechamiento hídrico, bancales para el cultivo sobre kilométricos muros de piedra construidos pacientemente piedra a piedra dan idea del carácter laborioso de aquellas gentes. Mayor quizá que el de los conquistadores cristianos llegados desde el norte.

Siguiendo el curso de este clandestino río, a comienzos de febrero el blanco de los almendros se confunde con el blanco de las nieves en las cumbres, se encuentran pueblos como Fondón con secaderos de jamón y una hermosa fuente construida en 1720. Padules, igual que Láujar y Albodoluy es  importante centro cosechero de vino y uva de mesa. Por toda la zona media del Andarax abundan olivos, naranjos y almendros. En Canjáyar, kilómetros más abajo dirección al mar, se puede comprar directamente en su almazara un excelente aceite virgen extra de arbequina y también en los portales de algunas casas, durante los meses de enero y febrero cuando más dulces y jugosas están, se pueden comprar naranjas recién cogidas del huerto por un precio que ronda los 5 euros la caja de 10 kilos.

Pasado Canjáyar, en lo alto de una ladera, casi a 1000 metros de altitud, se encuentra Ohanes, uno de los pueblos más bonitos de toda la zona. Visto desde abajo parece una sábana blanca tendida al sol. Es famoso por la calidad de su uva de mesa, una variedad toma su nombre. Durante el siglo XIX y parte del XX sus uvas eran envasadas en barriles de madera y exportadas a países europeos, Inglaterra y Alemania eran sus mejores clientes, también  Estados Unidos.

Se abandona la Alpujarra para sumergirse entre el llamado mar de plástico almeriense y esa piel reseca, arrugada, cuarteada por el sol, de cautivadora belleza, que es el Desierto de Tabernas. Antes se pasa por Alhama de Almería, pueblo natal de D. Nicolás Salmerón, Presidente de la I República. Según decían sus convecinos cuando regresaba al pueblo para pasar unas vacaciones detenía todos los relojes de su casa para no ver como se consumía el tiempo que le obligaría a volver a la vorágine política de Madrid. Un rasgo  que definió su carácter y la firmeza de principios  es el de haber renunciado a su cargo de presidente para no verse obligado a firmar unas penas de muerte. Su casa se conserva en perfecto estado, también su recuerdo en el pueblo. De esto puedo dar fe por haber asistido, casualmente, a la conmemoración del centenario de su muerte y haber visto todo el pueblo, edificios y gentes engalanados en homenaje a quien fuera su ilustre paisano.

Próximo a Alhama se encuentra el que dicen es el más antiguo yacimiento arqueológico de Europa, Los Millares. Datado en la época de transición entre el Neolítico y la Edad de Bronce, unos 2700 a.C. Permanecen vestigios de fortificaciones, torres semicirculares, cámaras funerarias y dólmenes. Un lugar ideal, para recrearse en la contemplación de aquellas desoladas cumbres y laderas en las que solo las matas de esparto atestiguan que permanece un hálito de vida. En vivo contraste con las pinceladas del color verde de los naranjales en lo más hondo del valle. Al ser un lugar poco visitado no es infrecuente tropezarse con alguna liebre o conejo, incluso con un corzo o un zorro. También se pueden avistar, en lo más alto de Los Filabres, las cúpulas blancas del observatorio astronómico de Calar Alto. Su silueta se recorta sobre un cielo de casi perenne color azul.

El Andarax continúa su curso furtivo, temeroso de la voracidad de los regantes, ahora perpetrados bajo interminables extensiones de plástico, hasta entregar en secreto su menguado pero valioso tributo al Mediterráneo.


ulpiano rodríguez calvo