domingo, 25 de octubre de 2015
AMISTAD DESDE HACE MÁS DE 50 AÑOS
El tiempo es imparable. Tal es así, que parece un caballo desbocado que no corre sino vuela. En el año 2007 comenzamos a reunirnos una vez al año, sin
fecha fija, los ocho miembros
que estamos vivos de la primera promoción que cursó en el Instituto Laboral San Juan Bautista de
Corias el bachillerato técnico superior.
A partir de aquel año nos seguimos juntando y como recuerdo aquí va una expocición cronológica de dichos convites:
Aquel primer año, 2007, lo hicimos en
Oviedo y de los ocho nos juntamos seis.
Al año siguiente, 2008, el amigo Fidel Bigotes nos acogió estupendamente en su casa de Baselgas
y también nos volvimos a juntar los
mismos seis.
Al siguiente año, 2009, celebramos el encuentro en la Cueva
San Simón de Valdevimbre en León, y aquí ya nos juntamos siete, con la
incorporación de Peque. La foto recoge la sobremesa en la terraza del Bulevar,
también en Valdevimbre.
En el 2010 abusando de la hospitalidad y generosidad de
Fidel volvemos a su casa y celebramos
Baselgas II. Aquí se incorpora Francos y nos juntamos por primera vez los ocho. Todo un éxito.
En el 2011 Juanma pone a nuestra disposición su estupenda casa de campo y lo hacemos en
Columbiello, Pola de Lena. Y nos volvemos a juntar los ocho.
En el 2012, repetimos
en la casa de Juanma y festejamos Columbiello II. Aquí hubo alguna baja concretamente,
Balsera y Francos, pero se nos incorporó Miyares que también es de la misma promoción,
pero él solo estuvo con nosotros hasta 5º curso.
El 2013 Fidel se apiada nuevamente de nosotros, nos acoge, y celebramos
Baselgas III. Aquí volvemos a ser seis,
que es el número más frecuente.
Llegamos al 2014 y nos vamos hasta Lugás, Amandi, en Villaviciosa, a casa de Miyares y seguimos siendo seis. En la foto se puede ver al anfitrión explicando
al resto del grupo las bondades de unos yerbajos que le salen por las veras de la huerta, y que no se ve libre de ellos por mucho que lo intenta.
Y llegados a 2015, ¿adónde os parece que hemos vuelto los
seis, con la novedad de incorporarse al grupo Raúl Alonso Barbado que también estuvo con nosotros hasta 5º curso? Pues al lugar de siempre.
Al que indica la señal inferior.
Y una
vez allí, por compasión, el amigo Fidel nos
acogió una vez más tan bien como siempre y aquí
está la prueba.
Y el próximo año, más y mejor. Baselgas, 24 de octubre de 2015
viernes, 23 de octubre de 2015
CUANDO EL MUNDO ERA CAMPOMANES
Moviendo
360º grados el radio de 2 kilómetros con centro en Campomanes resulta un
territorio de 12 kilómetros cuadrados. Eso era cuando yo tenía12 años. Un
enorme tapiz verde, por encima del cual pululaban centenares de vidas ¿Quién
podía aburrirse entre semejante ajetreo vital? Desde la pacífica vaca en la
superficie, al ratoncito de aldea obligado a calcular más que un ingeniero y
trabajar más que un esclavo de los faraones hasta llegar a la artesa. En aquel
ámbito de belleza se desarrollaban a diario las más cruentas peleas por la
supervivencia y también muchos de los más bellos aconteceres, tal que la trucha
buscándose la vida en el río, o el azacaneado trajín que se traen los malvises
para alimentar a sus insaciables polluelos. Y cuando un ferre (nombre en bable
del halcón peregrino) empezaba a otear desde 200 metros de altura, era de ver
la amorosa diligencia con que la gallina ponía a sus polluelos a buen recaudo.
Confluyen
en Campomanes dos valles, por tanto dos ríos, el Pajares y el Huerna. En su
obra “Viaje de Madrid a Asturias” elogia Jovellanos la buena calidad de las
truchas que comía en el mesón de Felipín.
Y,
ahora, dibujado el escenario, vamos a presentar a los protagonistas. Entre 1 y
13 años formábamos un grupo de unos veinticinco. Incluyo en este grupo al más
infantil de Campomanes, es decir, Armando, el tonto del pueblo, a quien
acogimos como el mejor de los amigos. Se ignoraba su edad, sus apellidos, su
procedencia. Llegó al pueblo en la posguerra y se granjeó a los cuatro días el
cariño de todo el pueblo. En estos clanes infantiles todavía funciona de alguna
manera la selección de las especies que atribuimos a Darwin.
Los
más dotados se apoderan del funcionamiento del mundo. ¿Y quién selecciona al
más dotado? El instinto, el simple instinto.
De
toda la pandilla parece que había la convicción de que Santiaguín, 13 años, era
el más fiable. No íbamos desencaminados. Santiaguín era el más sagaz, el más
frío, el mejor calculador, el que mejores decisiones tomaba y mejor las llevaba
a efecto. El que mejor evitaba los riesgos cuando organizábamos alguna faena
rayana en fechoría.
El
segundo era yo, y lo admito sin dudarlo, era el más irreflexivo, más lanzado,
menos fiable, por ser más precipitado. Luego venía en jerarquía Chuchu, de
trece años y fuerte como un perro y silencioso como un cartujo. Su única
aportación, se hablara de lo que se hablara, era siempre la misma “Yo como
vosotros digáis”. Le seguía en orden Ramonín de la Raja, once años, menos
carnes que un gorrión pero de una habilidad asombrosa para trepar, escalar,
subir, bajar. Era un híbrido de guaje y ardilla.
El
pobre Ramonín llevaba siempre, invierno y verano la misma ropa: un mono cuerpo
entero de una tela llamada mahón. (En aquella época solamente existía un tejido
para la ropa de hombre y niño, se llamaba azul mahón o drill. EL 95% de los
españoles vestían ese tejido. Estaba fabricado en Cataluña. Otros tejidos de
otras nacionalidades tenían precios prohibitivos. Los aranceles aduaneros los hacían
inasequibles para casi todos los españoles. Esos aranceles los ponía el Estado
Central a petición o exigencia de los catalanes so pretexto de defender la
industria nacional, la industria nacional eran ellos. Durante todo el siglo XX
llevaban clamando por más aranceles. Monarquía, República y Franco admitía el
cuento de la defensa nacional para tenerles contentos a los catalanes.
Evidentemente que con el gallego vivían mejor. Ahora hay que competir y ya no
tienen asegurada la clientela).
Ramonín
siempre llevaba parte de su culete al aire. Su madre no daba a la aguja jamás.
Recuerdo que mi madre le ponía ropa mía so pretexto de que se me quedaba
pequeña. Jamás la mamá de Ramonín se dio por enterada. Ni un manifiesto
agradecimiento alguno. Hoy, supongo que ya retirado, tiene una de las mejores
cafeterías de Gijón.
EL CLUB
La
necesidad de reunirse en un sitio que ofreciera seguridad y discreción fue lo
que nos llevó a la cabaña que habitaba Armando. Estaba cercana a la confluencia
de los dos ríos, era amplia y estaba abierta las 24 horas del día, poco a poco
fuimos afanando el mobiliario. Armando dormía en el suelo y vestido.
Murió
por aquellos días una viuda que estaba tuberculosa. Era la ocasión de hacerse
con un somier que pretendían quemar. Fui yo a parlamentar con el médico para que me explicase como desinfectar
el somier. Muy sencillo: agua hirviendo mezclada con jabón y lejía y poco a
poco echar, centímetro a centímetro sobre el somier. Fue así, como Armando
empezó a dormir como un burgués. Toda manta vieja que fuera desechable
terminaba en la cabaña. Dos mantas encima del somier y el resto (7 u 8) encima
de Armando que dormía por aplastamiento.
Todo
parece sencillo pero llenaba de afanes y trabajos nuestras vidas. Yo gozaba de
cierta estima entre la tribu. En primer lugar porque el status de mi familia
era ligeramente más alto que el promedio, mi padre era capataz de Renfe y mi
madre tenía una carnicería. Además de todo lo que llegaba de casa de los
abuelos. La segunda razón fue un hecho fortuito: el primer día de clase no
estaba el maestro titular y le sustituía un joven. Yo me sentaba en la primera
fila y seguro, que como de costumbre, estaba haciendo el tonto. El joven
maestro cogió una vara como de un metro de larga, rematada en ambos extremos por
una argolla metálica y, me dio un golpe en lo alto de la cabeza y me quedó todo
rojo de sangre. No esperé a más, cogí el tintero que estaba incrustado en la
parte superior de la mesa y se lo tire a la cara. Os podéis imaginar cómo
quedé. Yo cogí mis cosas y me largué para casa. Mi madre se sorprendió al verme
llegar.
Pero
¿Qué haces aquí Pepín? Preguntó.
Mira
mamá, el maestro me dio con un hierro y mira como sangro.
Bueno,
ven acá que te limpie y a partir de mañana vas a la escuela a La Frecha.
Al
medio día fue a la escuela y con muy educados modales le notificó al maestro
que su hijo cambiaba de escuela.
Esto
ante la chiquillería debió tener cierto valor, no todo el mundo le estrella un
tintero en la cara al profesor.
FINANCIACIÓN
Necesitábamos
un local para reunirnos y demás estropicios. Todos acordamos que el sitio ideal
era la cabaña de Armando. Era grande, separada del pueblo y discreta.
Contábamos con la anuencia de Armando pues él sabía que quienes más le
queríamos en el pueblo éramos los críos. Hubo que hacer ciertos retoques, por
ejemplo canalizar el humo a una salida del techo, amueblar la estancia a base de
cajones de sidra vacíos, sillas rotas, etc… El combustible era abundante. Había
en el pueblo, además de una fábrica de sopa, otra de gaseosas y un aserradero,
dos minas en activo, que descargaban camiones diarios de carbón en los trenes
estacionados en la estación. Con el carretillo y por la noche, traíamos un gran
saco de carbón que mantenía calentita la cabaña durante toda la semana.
Pero
había muchos más gastos, el tabaco de Armando y de alguno que ya se iniciaba,
algo de comer para la cena de Armando (Todo tenía que estar colgado para evitar
a los ratones, caramelos, regaliz, peonzas, cuerdas para usos varios, un tambor
para asar castañas, etc etc…) En medio de aquellos años de hambre y miseria,
salíamos adelante en base al ingenio. Lo que no podía faltar era el tabaco de
Armando. Yo le pedía a mi padre dinero para tabaco para Armando y nunca me lo
negaba. Mi madre me daba con frecuencia
chorizo, longaniza, tocino y otros manjares. Para el invierno teníamos
un gran bidón metálico seccionado por su mitad vertical y allí echábamos
carbón. Era gratis…
Mi
madre era especialmente caritativa. Le debo las primeras experiencias
personales que te inculcan en el alma que dar es siempre más gratificante que
recibir.
Un
día de especial frío con la carretera helada, andaba por delante de casa una
niña gitana descalza. Mi madre la llevó a una tienda y la calzó. Al día
siguiente andaba otra vez descalza por la calle.
¿Ves
mama, como te engañan? Dije.
No,
Pepín, el que da nunca se equivoca. Recuérdalo toda tu vida. Hay que ayudar sin
esperar respuesta.
Debo
precisar que mi madre había estudiado unos cuantos años en un internado de las
Dominicas de Oviedo y tenía un nivel muy superior al que allí había.
Comprenderás que ella me enseñó a distinguir los adjetivos posesivos de los
pronombres posesivos….era una persona cultivada.
Como
en cualquier sociedad el problema de la financiación pasó por diversas etapas.
Al principio, con unas necesidades nos íbamos arreglando. Luego surgieron más
gastos. Ahí empezó la iniciativa infantil para disponer de liquidez. Había en
el pueblo un chamarilero que compraba todo lo reutilizable. Nada iba a la
basura.
La
basura es un producto que generan las sociedades ricas. Una de las cosa que
adquiría aquel hombre eran unas suelas llamadas suela virgen o suela de tocino,
que según parece eran irrompibles y se reutilizaban. Total: un kilo, 3 pesetas.
Pero aquel hombre – Dios le tenga en su gloria-. Nos abrió la puerta de la
fortuna porque compraba cobre a 16 pesetas el kilo.
Nos
lanzamos como posesos a buscar alambre de cobre en torno al territorio de la
comarca. Provistos de una navajita recorríamos kilómetros inspeccionando todo
alambre que pudiera ser cobre camuflado. La técnica consistía en rascarle la
superficie del alambre con la navaja. Si al quitar el polvo y el verdín
aparecía debajo el rojo brillante del cobre ya no reparábamos en nada,
despreciable cantidad de 20 pesetas el kilo.
Os
podéis imaginar que no quedó ni un centímetro de alambre sin pasar por nuestra
navaja. Fue una temporada económicamente boyante. El tesorero era Ramonín.
Según me contaron hoy en Campomanes llegó a tener hasta seis cafeterías entre Gijón,
Oviedo y Avilés. Es el que andaba de niño con el culo al aire y viviendo en un
hórreo.
IDEARIO
La
idea madre era convertir en un juego todo lo que hubiera sobre la faz de la
tierra. Y también debajo de ella.
La
segunda norma era que quien se burlara de Armando, aprovechándose de su triste
condición tenía que pagarlo caro, pero muy caro.
La
tercera era que no se toleraban a los adúlteros. Esto me ha intrigado toda mi
vida. He llegado a la conclusión de que nuestro inconsciente nos fue trabajando
la repulsión a que se usase otra mujer que la propia. Todos éramos pequeños y,
consiguientemente, con madres jóvenes. ¿Estábamos defendiendo a nuestras
madres?
Pepe Morán. Dominico-ex
martes, 13 de octubre de 2015
RECORDANDO A CARLOS LOBATO
En uno de los últimos encuentros anuales de septiembre que
hacemos los antiguos alumnos del convento en Corias, estábamos un grupo de amigos hablando
en la plazoleta, delante de lo que fue la portería o puerta principal del monasterio. En el grupo estaba Carlos, y como Carlos fuera vecino del pueblo durante gran parte de su infancia,
nos contaba anécdotas de la chavalería de Corias de aquellos años relacionadas
con el Convento, aunque algunos de los niños no fuesen alumnos del instituto laboral.
Concretamente, el Padre José García, como párroco de la parroquia de Regla de
Corias, era el que les conocía bien a todos, les trataba, y tenía ciertas atenciones con ellos: tales como el autorizarles a que durante el verano,
que no había alumnos en el colegio, pudiesen utilizar el patio principal para
jugar al fútbol, incluso alguna merienda que otra en compensación por alguna
colaboración, alguna excursión… A raíz de esto nos contó que hubo un fraile muy conocido por todos los
visitantes de este blog, que por alguna
desavenencia habida entre él y los chaveas, les retiró
ese privilegio del uso del patio como
campo de fútbol para ellos en verano. Y para los chavales aquella mezquina decisión les supuso
un duro golpe a sus diversiones y entretenimientos futbolísticos.
Tal que, después de cavilar y darle vueltas al asunto para intentar anular aquella inexplicable prohibición, decidieron recurrir a su benefactor, el Padre José García, para que interviniese ante el “Herodes “ futbolístico. Y así fue. Pero, a pesar de la buena mano que tenía el Padre José con todo el mundo para las relaciones públicas, y lo dialogante que era; aún así, le costó dios y ayuda el poder ablandar al enojado. Es más, al final no estoy muy seguro si lo logró y pudieron volver a jugar la chavalería, o no.
Tal que, después de cavilar y darle vueltas al asunto para intentar anular aquella inexplicable prohibición, decidieron recurrir a su benefactor, el Padre José García, para que interviniese ante el “Herodes “ futbolístico. Y así fue. Pero, a pesar de la buena mano que tenía el Padre José con todo el mundo para las relaciones públicas, y lo dialogante que era; aún así, le costó dios y ayuda el poder ablandar al enojado. Es más, al final no estoy muy seguro si lo logró y pudieron volver a jugar la chavalería, o no.
En un momento dado de la nostálgica charla, alguno de los
presentes apuntó para el puente de
piedra diciendo la cantidad de veces que
él lo había recorrido durante su estancia en el colegio; sobre todo, los lunes
y los viernes para llevar y recoger la bolsa de la ropa que se la lavaban en
una de las casas de la margen izquierda del río. Entonces Carlos nos contó otra anécdota relacionada con el puente y era que él tenía un gran pesar cada vez que regresaba
a casa desde el convento junto con su hermano Pepín, porque éste era un
equilibrista circense a toda prueba y cuando tenía que cruzar el puente,
no lo hacía por donde pasa todo el mundo, sino
que lo hacía corriendo y pisando sobre el lomo de uno de los estrechos pretiles o quitamiedos que el puente dispone a ambos lados como barandilla. El arriesgarse
a hacer aquello era una verdadera temeridad pues la altura del pretil del
puente hasta el agua era considerable; cuánto más, si coincidía en época cuando el
Narcea bajaba crecido. Entonces, apaga y vámonos. El amigo Carlos nos decía que
a él le ponía muy nervioso el ver a su hermano hacer aquellas acrobacias
innecesarias y que le regañaba pero no servía de nada. Entonces muchas veces
procuraba no coincidir con él, o bien si
iban juntos, se retrasaba para no verlo hacer
de funámbulo de aquella peligrosa manera,
caminando por el lomo de la estrecha
pared, ya que, bien pensaba que cualquier día tendrían que ir a recogerlo a Tebongo, o
directamente a Pilotuerto.
A mí me hizo mucha gracia esta anécdota pues, en mi pueblo
había dos hermanos con unas habilidades muy
parecidas a las que tenía el hermano de Carlos, ya que, continuamente estaban cruzando de un lado a otro,
también el Narcea, a una altura de casi cuatro metros sobre el agua, simplemente agarrados a una endeble canaleta de madera, medio podre, que unía las dos orillas haciendo de tutor o
soporte para el paso de un cable de
corriente eléctrica. En este caso los malabaristas no lo hacían de forma erecta, sino horizontal, asidos
con pies y manos al palo, con la espalda hacia abajo, hacia el agua, de la misma forma o pose que lo haría un ágil simio
prensil.
Afortunadamente, para estos dos trapecistas circenses, vecinos y amigos míos, a pesar de que tentaron la suerte muchas veces, tampoco tuvieron que lamentar desagradables chapuzones inesperados, ni su madre tuvo necesidad de tener que ir a rescatarlos, río abajo, a la altura de Sextorraso
o de Cibuyo.
B. G. G. Bloguero “Prior”
lunes, 12 de octubre de 2015
†Nota Necrológica†
Triste noticia para el blog. Esta mañana me han comunicado
que ha fallecido nuestro buen amigo y
compañero Carlos Lobato Fernández. En el nombre del Blog y de todos sus
colaboradores reciba su familia nuestro más sentido pésame por tan irreparable
pérdida. Le echaremos mucho de menos como persona, como
amigo y como buen colaborador de este blog. Enviamos un fuerte abrazo para toda
la familia y en especial para Lita, su mujer,
que de forma entusiasta siempre
que pudo participó en las reuniones
de los antiguos alumnos de Corias. Valga como homenaje al fallecido, el
nº 19, esta foto de grupo hecha en el
Acebo el día 26 de abril de 2014, con motivo de la reunión de un grupo de
exalumnos de Corias y sus familias, con Juan Carmelo
García.
DESCANSE EN PAZ NUESTRO BUEN AMIGO CARLOS.
jueves, 8 de octubre de 2015
Blog de los antiguos alumnos de Corias: LA NOSTALGIA QUE NOS UNE
Acabo de llegar desde el África profunda donde he tenido que ir por el trabajo que llevamos en el Instituto. Me encuentro gozoso con algunos comentarios sobre el encuentro que tuvimos en el Viejo caserón -modernizadillo, pero sin perder su identidad- y también acepto la pregunta de Pepe Morán.
Mi respuesta sólo está en una dirección y es el colectivo de personas -antiguos corienses que juntos, vivos y muertos, forman el apiñado recuerdo de aquellos años muy intensos -¡al menos para mi!- en los que yo aprendí MUCHÍSIMO sobre eso de la condición humana en sus primera juventud y sus ansias de ser y de crecer y de mejorar..., confrontado con un comportamiento institucional decepcionante para mi -que venía a confirmarme sospechas que se habían ido acumulando durante muchos años de carrera y raras convivencias con personas muchas veces raras. Al menos así veo hoy aquellos tiempos pasados.
Sinceramente creo que lo que hoy nos confirma en el recuerdo o la misma nostalgia en torno del caserón es la calidad conjunta de la Gente con la que convivimos y que densificaron la vivencia intensa de aquellos años, en los que todos echamos al común tiempo, trabajo, amistad, dedicación y ansias de seguir siendo y creciendo.
Yo hoy puedo afirmar, tras mis 80 años cumplidos -aunque no gastados- que aquella experiencia la tengo viva y aún hoy me sirve como referencia para mis tareas educativas y para el modo de tratar a la gente que me voy encontrando por el mundo -que son muchas y muy distintas, dentro de lo común que nos hace genéricamente iguales-.
Como pueda yo seguiré asistiendo a los encuentros anuales y siempre que pueda y sepa, seguiré participando de este Blog que valoro como una suprema forma de estar juntos desde cada sitio particular. Tengo una duda: ¿por qué no se reconoce publicamente y por todos los antiguos alumnos y sus gentes la importancia de usar este Blog como medio de intercomunicación? Me da miedo pensa rque haya algo que, sin saber qué sea y lo que valga, impide esa difusión. No me gustaría
¡¡¡¡¡Abrazos a Todos!!!
J. Carmelo
iBlog de los antiguos alumnos de Corias: LA NOSTALGIA QUE NOS UNE
Mi respuesta sólo está en una dirección y es el colectivo de personas -antiguos corienses que juntos, vivos y muertos, forman el apiñado recuerdo de aquellos años muy intensos -¡al menos para mi!- en los que yo aprendí MUCHÍSIMO sobre eso de la condición humana en sus primera juventud y sus ansias de ser y de crecer y de mejorar..., confrontado con un comportamiento institucional decepcionante para mi -que venía a confirmarme sospechas que se habían ido acumulando durante muchos años de carrera y raras convivencias con personas muchas veces raras. Al menos así veo hoy aquellos tiempos pasados.
Sinceramente creo que lo que hoy nos confirma en el recuerdo o la misma nostalgia en torno del caserón es la calidad conjunta de la Gente con la que convivimos y que densificaron la vivencia intensa de aquellos años, en los que todos echamos al común tiempo, trabajo, amistad, dedicación y ansias de seguir siendo y creciendo.
Yo hoy puedo afirmar, tras mis 80 años cumplidos -aunque no gastados- que aquella experiencia la tengo viva y aún hoy me sirve como referencia para mis tareas educativas y para el modo de tratar a la gente que me voy encontrando por el mundo -que son muchas y muy distintas, dentro de lo común que nos hace genéricamente iguales-.
Como pueda yo seguiré asistiendo a los encuentros anuales y siempre que pueda y sepa, seguiré participando de este Blog que valoro como una suprema forma de estar juntos desde cada sitio particular. Tengo una duda: ¿por qué no se reconoce publicamente y por todos los antiguos alumnos y sus gentes la importancia de usar este Blog como medio de intercomunicación? Me da miedo pensa rque haya algo que, sin saber qué sea y lo que valga, impide esa difusión. No me gustaría
¡¡¡¡¡Abrazos a Todos!!!
J. Carmelo
iBlog de los antiguos alumnos de Corias: LA NOSTALGIA QUE NOS UNE
miércoles, 7 de octubre de 2015
lunes, 5 de octubre de 2015
LA NOSTALGIA QUE NOS UNE
Renuncio
a explicar que nos sucede con esto de Corias.
El
otro día, me emocioné con una serie de cosas, aparentemente triviales pero tan
reales y tan humanas que algo hubo ahí que nos dejó marcados para siempre.
Yo,
como muchos sabéis, he tenido una biografía bastante agitada, fraile,
funcionario, bibliotecario, militar, camarero, profesor. Tengo amigos por todas
partes. He comido desde el deplorable menú británico hasta el rico gazpacho
andaluz. He tenido mil vivencias y emociones y, sin embargo, ningún sentimiento
me es tan entrañable como mis recuerdos en Corias.
El
día 26 vi a gente mayor emocionada, alegre, feliz, lacrimosa ¿Qué hizo de todos
nosotros aquel caserón para que seamos, a perpetuidad, deudores de haber
enriquecido allí lo mejor de nosotros mismos? ¿Cómo explicar que incluso gente
que asistió en calidad de familiar de exalumnos ya difuntos, mostraran una entrañable emoción
al unirse a nosotros?
Yo
saludé después de más de 45 años a gente como Martínez, Sabino Uribe etc… con
una profunda sensación de reencontrarme con amigos del alma. Parece ser que una
señora vino desde Sevilla. La viuda de José Luis Canga.
Sé
que esto no va a decaer. Todos estamos atrapados ya en la edad de la nostalgia
que contribuye a dulcificar nuestra edad madura con los benditos recuerdos del
pasado.
Echo
de menos que no exista algún tipo de “Pin”, emblema, identificativo de Corias.
Una especie de pin que llevaríamos orgullosos por la vida, para quede
constancia de nuestro noble origen.
Si
tal se realiza, solicito que el primer pin se le imponga a Mariasun Uribe,
hermana de Sabino porque, que yo sepa es la primera persona que ha derramado un
par de lágrimas al oler el pote.
No
lloró al ver el monasterio, ni su colegio de niña, ni la calle Dos amigos, ni
el río Narcea… no. Lloró porque el olor del pote la hizo regresar de súbito a
su adolescencia canguesa, cuando al entrar en casa ya la gran “vasca” había
perfumado con el olor del pote toda la casa.
¿Sería
posible que un equipo de psicólogos, psiquíatras, sociólogos, antropólogos,
consiguieran explicar el por qué de nuestros sentimientos?
¿Alguien
podría responder a las siguientes preguntas?
-
¿Hubiera
sido lo mismo haber pasado unos años en aquel caserón que haberlos pasado en un
colegio lujoso?
-
¿Hubiera
resultado lo mismo que la mitad de los alumnos hubieran sido ricos y la otra
mitad pobres, que si hubiéramos sido todos pobres?
-
¿Hubiera
sido lo mismo que el colegio estuviera en aquel valle y no en un centro urbano?
-
¿Hubiera
sido lo mismo con los padres y madres de entonces y los padres y madres de
ahora?
Será
que los asturianos somos más sensibles a las emociones de nuestro entorno.
Distingue
Ortega entre la mirada castellana y la asturiana. La castellana se lanza al
infinito y va a caer allá donde la tierra se junta con el cielo. La asturiana
es más sensual. Se recrea en tocar con la vista todo lo que hay en el estrecho
ámbito del valle.
Dicen
que hay un tipo de mirada, llamada táctil. Mirada que ve y “toca” las cosas.
Nuestra mirada asturiana está hecha para tocar el bosque, el río, las manzanas
en sazón, la neblina, la casina pintada de azul, la fuente, la niebla… todo.
Porque
en un valle, está todo junto. Desde la estrella en lo alto, hasta la melena
rubia de la mocina del pueblo, y todo el valle reflejado en la enorme pupila de
la pacífica vaca en el prau. Nuestra mirada, la mirada asturiana bebe en cada
fuente, que baña en cada río, acaricia la belleza inigualable de las flores del
cerezo, huele el aroma del heno recién cortado, y finalmente, percibe el
cotidiano aroma de nuestro entrañable, sabroso y familiar pote asturiano.
Y
allá por julio, en leal competencia con los malvises saboreamos el fruto de las
cerezales.
Pepe Morán. Dominico-ex
sábado, 3 de octubre de 2015
REENCUENTRO EN LA CORUÑA 2015
Benjamín. Como el otro día te comenté, un grupo de
compañeros que en 1955 empezamos unos en Corias y otros en
Villava-Navarra.....y que con el tiempo unos siguieron el camino del Sacerdocio
en los PP. Dominicos y otros distintas profesiones en la vida civil y que nunca
perdimos el contacto....desde hace 24 años y cada 2 años, nos venimos reuniendo
en lugares del NORTE y CENTRO DE ESPAÑA y siempre en lugares ligados a la
Orden Dominicana.
Este año se eligió La Coruña y durante los días 8/9, 10,
11 y 12 de Septiembre de 2015, celebramos unas jornadas muy completas en lo
cultural, religioso y gastronómico.
Con base en La Coruña....visitamos Santiago con participación
en la Misa del Peregrino, visita al Museo do Povo Galego, en lo que San
Domingos de Bonaval, convento dominico hasta la exclaustración, Carnota, Ézaro
y Finisterre, con su puesta de sol.
Visita en La Coruña a la Ciudad Vieja, Torre de Hércules, etc. Una cena gallega con queimada...y el sábado una visita a la Riveira Sacra, con navegación por el río Sil y una comida....y hasta 2017 que nos iremos a Pamplona, si Dios quiere.
Visita en La Coruña a la Ciudad Vieja, Torre de Hércules, etc. Una cena gallega con queimada...y el sábado una visita a la Riveira Sacra, con navegación por el río Sil y una comida....y hasta 2017 que nos iremos a Pamplona, si Dios quiere.
De aquel grupo de 70 niños, algunos ya
fallecidos......siguen como sacerdotes 13 dominicos, que dedican o han dedicado
su sacerdocio, a las misiones, a los emigrantes, a la enseñanza, a los
albergues de personas sin recursos y algunos aún permanecen fuera de España.
Al ser 24 años se hizo un vídeo...que te adjunto: https://youtu.be/fpBxNUe3R7E
Un saludo.
jueves, 1 de octubre de 2015
IRLANDA I
El año 68 pasé mi último verano en Irlanda. Siempre en Cork, en el Sur. Allí vivía en el convento de dominicos aunque trabajaba en la Universidad dando clase de Lengua y Literatura española. Como las clases terminaban a finales de agosto me quedaba, como todos los años, el mes de septiembre para viajar por la isla. Ese año me quedaba sólo por visitar la costa Oeste. Yo sabía que precisamente esa zona era la más atrayente por su especial orografía y por el peculiar ecosistema. Por otra parte hacer turismo era baratísimo para un fraile. Por lo pronto, cualquier ciudad importante tenía convento y los frailes están obligados a hospedarse en ellos cuando viajan. Los viajes eran a dedo, y no fallaban nunca. Los automovilistas se aseguraban de quién era el tipo de la mochila que hacía la señal y en Irlanda, cuando comprobaban que eras un fraile, lo interpretaban como un honor el llevarte.
Así es como me dirigí a Galway. Irlanda es pequeña y las distancias son por fuerza, bastante cortas.
Llegué al destino el mismo día al atardecer y esa noche dormí en…el hospital. Un percance de salud me llevó a urgencias y allí me retuvieron tres días, como protocolo de seguridad mientras aclaraban el origen de mis molestias. Un dominico y además español era para ellos un regalo. Es increíble lo que aman España y lo que respetan a un religioso.
Estaban desolados porque no tenían libre ninguna habitación individual. Me costó convencerlos de que prefería compartir la habitación siempre que fuera con gente que diera conversación. Rápidamente me asignaron una en la que estaba internado un hombre como de unos sesenta años llamado Liam (Laiam). Me llevaron en una camilla aunque podía andar y, sabido cómo se llamaba mi compañero, le saludé dese el pasillo antes de entrar. “Hola Liam, vamos a vivir juntos unos días”. Dije antes de verle. Luego todo fue cordialidad, naturalidad y delicadeza. Desde el primer momento me identifiqué sabiendo que no había mejor tarjeta de visita que comunicar lo de fraile español.
Durante los tres días que permanecí allí, nos contamos nuestras vidas con todo detalle. Bueno… él, deduje que algo me ocultaba pues me dijo que estaba jubilado desde hacía doce años, pero se embarulló bastante cuando quise indagar por qué un retiro tan prematuro. Pasó sobre el tema de puntillas.
Dicen que para hacerte amigo de un inglés hay que comer con él, una tonelada de sal, son así de lentos. Pues bien, con un irlandés eres amigo el primer día y antes de sentarte a la mesa.
A los tres días Liam y yo llegamos a la conclusión de que éramos amigos de toda la vida. A mí me dieron el alta y me fui para el convento. Liam siguió otra semana en el hospital y yo fui a diario a pasar un rato con él. No creo que exista en el mundo un pueblo tan proclive a la amistad como los irlandeses. Yo con Liam, para mostrar todas las cartas antes de jugar, le conté algo que estaba seguro que le encantaría. Le conté lo mal que me trataron los dominicos ingleses. Tal que lo oyó empezó a bramar “Dammed English!!!!” (condenados ingleses). Vino una enfermera a calmarle. Casi me arrepentía de haber provocado semejante incendio. El último día estaba allí su mujer Sheila (Xila) una pelirroja muy típica irlandesa. Era algo más extrovertida que su marido pero congeniamos sobre la marcha. Y entonces surgió el tema:
- Y ¿Por qué has venido a Galway?
- Porque es mi último verano en Irlanda y no quería dejar de ver el oeste, concretamente los acantilados de Moher.
Liam saltó como un resorte: “But my friend, you are welcome. We live in Doolin”. (Pero amigo, eres bienvenido, nosotros vivimos en Doolin).
Este pueblo es el más próximo a los acantilados. Los que nacimos con una flor, nos vienen las cosas a la carta. Vivían a dos kilómetros de Doolin en un cottage, yo conocía estas casas por los folletos turísticos y me hacía ilusión entrar en uno.
Así que comuniqué en el convento que me iba unos días, invitado a un pueblo de la costa.
El prior Padre Byrne, que años más tarde llegó a Superior General de toda la orden en el mundo me preguntó si tenía dinero bastante…¡¡Igual que los dominicos ingleses… aquellos que me asignaron una habitación en…el desván!!
Fue así como me fui a la casa de Liam. El año anterior por las mismas fechas estaba de camarero en Londres y el anterior (67) estaba vestido de militar en Cádiz.
Liam vivía en las cercanías de Doolin en un cottage típico. Son casas tan adecuadas a lo que es aquella costa que resulta inimaginable otra construcción más adecuada. Casas de una sola planta, rectangulares, con el techo en doble vertiente y oblicuas, retechadas con arbustos de la zona, fundamentalmente el brezo o retamas. En cierto modo, son similares a nuestros teitos o pollozas. Pero en el caso irlandés eran concebidas como viviendas estructuradas para ser domicilio permanente. La de Liam, por más que el hablara de su humilde casa, era una vivienda magnífica, era de tres habitaciones, cocina, salón, baño, etc…la cara que daba al oeste tenía como todas unas ventanas más bien pequeñas (por aquello del viento sempiterno) y las que daban al este, ya eran ventanales más grandes. La casa la había heredado Sheila de sus padres.
Llegué un día casi anocheciendo y al día siguiente me levanté temprano para ver el famoso mar que había creado junto con el viento, el especial ecosistema del oeste de Irlanda. Liam, me llevó a un mirador del acantilado y no me decepcionó en absoluto aquel abismo sobre el mar.
Hay dos clases de abismos. Uno es el panorámico (tal el Angliru) que te permite ver, una vasta a veces inmensa extensión de paisaje. El otro abismo es el vertical (tal el Cares). Este abismo abre a tus pies una cima que puede resultar impresionante, un acantilado de Moher alcanzaba a veces los 200 metros de altura.
El océano atlántico lleva muchos millones de años lanzando contra la costa irlandesa, de forma especialmente violenta, millones y millones de toneladas de agua, que han esculpido aquel abismo alucinante.
El oeste de Irlanda es el resultado de la acción conjunta del mar y del viento. Ambos incalculables, violentos, eternos. Toda la zona está prácticamente deforestada. Solo crecen arbustos y yerbajos. La tierra es tan escasa que no favorece tampoco la posibilidad agrícola. Hay que resaltar que en una amplísima zona del oeste, debajo de una superficie de pradera, como a 50 centímetros todo es turba. Esto es un carbón de ínfima calidad pero, al ser ilimitada en cantidad, hacen de ella el combustible más económico que cabe imaginar. Su precio es irrisorio y, aunque su valor calorífico sea pobre. Les vale a los irlandeses para combatir el frío con cuatro o cinco chimeneas por casa.
Lo venden en forma de briquetas de fácil almacenamiento.
Los dos días siguientes me pasé muchas horas contemplando el siempre cambiante avance del mar contra los acantilados.
La costa estaba como a un kilómetro de Doolin y Liam me acompañaba a veces en mis vagabundeos por la zona. Por la noche después de la cena nos íbamos al pub del pueblo a tomarnos una jarra de cerveza negra. El pueblo era entonces pequeñísimo. No tendría más de 100 habitantes.
Al tercer día amaneció con una tenue neblina que según mis anfitriones presagiaba un día espléndido de sol. Y, en efecto, así fue. Ese era mi día, esperaba un cielo despejado para darme el placer de ver una puesta de sol en el Atlántico. Me habían comentado que eran un espectáculo bellísimo. Así que Liam y yo nos fuimos a los acantilados, donde podría observar sentado en alguno de los varios miradores sobre el mar.
Cuando se aproximaba la hora, unas nubecillas que yo creía que nos aguaría la fiesta, se fueron acumulando allá lejos, donde el mar y el cielo son lo mismo. Pero no lo estropearon. Vinieron justo a crear la escenografía adecuada. El festival de luz y color fue hechizante. El sol, al esconderse tras una nube, apareció como un enorme círculo rojo. Era fascinante. Luego todo se precipitó. Cuando el disco solar pareció contactar con el agua ya no tardó más de tres segundos en “sumergirse” en el océano. Ya solo quedaba la luz, la luz del cielo, la luz del mar, la luz de las nubes, así durante media hora. Liam y yo no hablamos ni una palabra durante la representación. El fue quién primero rompió el silencio: “¿Puedo decirte una cosa?” Dijo Liam, soy tu amigo, dime:
- Me da una gran pena que te vayas.
- Bueno, Liam mientras nos acordemos el uno del otro no importa, lo malo de separarse de un amigo es cuando dejas de recordarle. Un amigo del que no te acuerdas es un amigo muerto. Y eso no va a suceder.
Comprendo que es inevitable, aunque tú eres joven a lo mejor vuelves cuando yo sea un viejecito. Pero no quiero que te vayas sin saber lo más importante de mi vida. Lo sabe Sheila y yo. Amigo quiero que lo sepas tú para que recuerdes mi vida, tal como he sido. Escucha, ya te dije que fui maquinista de los ferrocarriles irlandeses. Yo hacía tres veces por semana e trayecto Dublín – Belfast y regreso. Pr otra parte yo era desde los dieciocho años miembro durmiente del IRA. (Continúa en IRLANDA II)
Pepe Morán. Dominico-ex
IRLANDA (II)
(continuación de IRLANDA I)
Estaba por
juramento obligado a tomar parte en alguna acción si me lo ordenaban los jefes.
Y un día, ya con 47 años se presentaron por la noche en mi casa, dos altos
mandos del IRA. No venían a pedirme nada, venían a exigirme la colaboración
para introducir en Irlanda del norte unos kilos de dinamita que debería llevar
en la máquina y dejarlos caer en un punto determinado al poco de pasar la
frontera. Tendría que bajar la marcha al mínimo para que los bultos no se
destrozaran. Era una orden. Y para mi esa orden era sagrada. No le dije nada ni
a Sheila.
Me detuvieron a
los dos meses, en Belfast, por convenio, y me entregaron a las autoridades de
Irlanda del sur. Era un convenio y el Sur tenía que castigarme. Me expulsaron
de los ferrocarriles pero sin decirlo en la sentencia, me mantuvieron el 80%
del sueldo. Desde entonces vinimos a vivir a Doolin a esta casa, donde vivían
los padres de Sheila, que murieron hace unos cinco años. Y aquí estamos. Y sigo
ligado al IRA pero como ya estoy “quemado” es imposible que me llamen de nuevo.
Aquí no lo saben ni mis mejores amigos. Y ahora lo sabes tú. Quiero que me
recuerdes como Irlandés, católico y militante del IRA.
Cuando terminó
no dimos un emotivo abrazo. Gracias por tu confianza, yo no quiero descartar el
volver a vernos, pero te digo que cuando quieres a un amigo no importa la
ausencia, ni la distancia. Mientras nos
acordemos el uno del otro, nuestra amistad durará para siempre. Otro abrazo.
Yo joven, y él
viejo. Pero la amistad no entiende de edades, lenguas, nacionalidades, ni
explicaciones racionales. Éramos amigos para toda la vida.
De regreso a la
cottage le dije: Liam, me voy pasado mañana y antes de irme, cuando queden
cinco minutos para el autobús, tendré que decirte a ti, cúal es ahora mismo, el
gran problema de mi vida. Tú debes saberlo pues me has confiado tu intimidad.
Y ¿Por qué
cuando falten cinco minutos? Preguntó. Yo no quiero darte explicaciones que ni
yo tengo todavía del todo claras. Le dije.
Seguimos el
camino en silencio.
A punto de
llegar a la casa, me soltó la gran sorpresa que tenía guardada.
Oye, tienes que
dejarme un regalo antes de irte.
Liam soy muy
pobre, ¿Qué puedo dejarte?
Escucha, mi
ilusión desde que viniste es que un día hagas una eucaristía para nosotros.
Bueno, Liam,
dime donde hay una iglesia o una capilla…
No, no, yo
quiero que hagas la eucaristía en mi casa.
¡¡¡¡¡COMO
DICES!!!!
Mira, sé que puedes hacerlo. Otra cosa es que
te atrevas a saltarte las normas y lo hagas como queremos.
Liam ¿Me estás
pidiendo que diga para vosotros una misa en el salón de tu casa?
Exactamente,
para nosotros y otros cuatro matrimonios. Tú puedes hacerlo y tú lo sabes mejor
que yo.
Bueno, cierto
es que puedo, pero no debo hacerlo.
Un momento, tú
dices “I must not” (no debo), pero deberías decirme I shouldn’t (no debería) y yo te digo que puedes, y
deberías.
Es que…
¿Ves? Ya no
sabes que decir….déjate de reglas ¿Qué pan consagraban los primeros cristianos?
Hombre, visto
así…
Mira, nos
reunimos cuatro matrimonios, más Sheila y yo y tú dices misa en casa.
¡Por Dios Liam!
Me estás chantajeando.
No, tú sabes
que puedes hacerlo y lo vas a hacer.
Juguemos con
tres verbos ingleses que definen el tema.
I can – puedo
(esto no se discute).
I must not – no
debo (conforme a las normas al uso).
I should –
podría (si fuese un caso excepcional).
Y ¿Quién
juzgaba si era excepcional?
Me rendí. Pero
en condiciones. Sería absolutamente
secreto. No admitía nada más que a sus amigos más íntimos. Nunca deberían
contarlo a nadie.
Al día
siguiente, víspera de mi marcha, nos reunimos cinco matrimonios y yo.
Mandé a Sheila
cortar una rodaja de pan de molde en once trozos y escoger la mejor pieza de su
cristalería. De hecho trajo una copa de cristal de Waterloo.
El pan sobre
una bandeja y todos sentados en torno a la mesa. No había ningún instrumento
litúrgico normal. Ni misal.
Pedimos perdón
por nuestros pecados.
Les leí un
trozo del evangelio (no sé decir cual, pero sé que se refería a la caridad).
Consagré. Rezamos por varias intenciones, cada uno la suya.
Sospeché que
algunos, si no todos, también eran
soldados durmientes del IRA, pues todos rezaron a Dios por la reunificación de
Irlanda. No dimos los abrazos de la paz y así terminó el acto litúrgico. Para
las nueve ya estábamos en el pub del pueblo. Se palpaba una alegría anormal en
la reunión. Empezó a correr la cerveza y al son de un instrumento que me
pareció una mandolina se liaron a cantar y bailar. Me recordaban las canciones
oídas mil veces en las películas del oeste americano. Hasta yo bailé. A las
once nos retiramos como era perceptivo en aquella época.
Al día
siguiente, mi autobús pasaba hacia las doce por la carretera general que
distaba unos 200 metros de la casa de Liam. Me despedí de Sheila y Liam y me
acompañó hasta una marquesina que significaba la parada del autobús.
“Liam,
seguiremos siendo amigos, por siempre, pero debo decirte que es muy probable
que yo cambie mi estado actual y regrese a la vida civil”.
“Es tú vida y
tú serás amigo mío de cualquier forma” Me contestó.
Nos dimos un
abrazo entrañable cuando llegaba el autobús. Se paró este y tuvo que tocar el
claxon para advertirnos de que ya bastaba de abrazos.
Subí llorando
al autobús. Como me senté en la parte delantera a la derecha, podía ver por el
retrovisor a Liam, que seguía parado donde la marquesina. Y seguí viéndolo
hasta que concluyó la larga recta de la carretera en aquel lugar.
Yo volví a
Irlanda en el año 94, para entonces ya había fallecido mi amigo del alma.
Esto es
Irlanda, amistad, hospitalidad y cerveza.
Pepe
Morán. Dominico-ex
Los Calandrias toman el Alagón
Por jrFRANCOS
En una
jaula de oro
pendiente de un balcón,
se hallaba un piragüista,
en la sequía de agosto,
cantando su dolor.
Hasta que un hermoso río
a su piragua llegó
y con sus aguas alegres,
corriente abajo lo llevó.
Parafraseando con poca delicadeza aquel
corrido que cantaba Pedro Infante, titulado La Calandria, iniciamos este
pequeño reportaje de aire fresco y desenfado.
Los miembros del grupo Los
Calandrias, de Zafra y Los Santos de Maimona, que desde aquella incursión
en Alqueva (publicada aquí, en Abril), estaban tristes, porque habían
permanecido inactivos... Ya se sabe: el estío veraniego, la diáspora de las
vacaciones, el coordinar fechas que vengan bien a todos... Pues se
pusieron de nuevo en acción y sonrieron.
El fin de semana del 19 y 20 de
septiembre cogieron sus vehículos, las piraguas y se fueron al Alagón, afluente
del Tajo, en la provincia de Cáceres. Descendieron desde Galisteo hasta los
Canchos de Ramiro (a la altura de Cachorrilla, 64 habitantes), unos
cincuenta kilómetros, en dos jornadas (en piragua, salvo por ríos de
aguas rápidas, la media suele estar en los 6-8 km/hora). Los primeros
kilómetros transcurrieron por el Jerte, hasta "La Junta", donde se
une al Alagón, que marcha perezoso por una vega de maizales y muchos secaderos
de tabaco en abandono. Tabaco que era apreciado para envolver puros y farias
por su poca nervatura (nos lo decía el señor Hernández, ¿os acordáis?).
Como población más significativa, se
pasó por Coria (en singular, no como la del Blog) con sus 11.690
habitantes y su puente de hierro, estilo Eiffel, sobre el río, aún en servicio.
Un fin de semana de vida al aire libre,
incluso para dormir, por veinte euros mal contados, comiendo y bebiendo bien.
Es indudable que la presencia y el cómo vistes y el coche que llevas dice algo
de la persona y muchas veces ya se la cataloga sin más. Sin embargo, en Los
Calandrias eso falla. Parecen desahuciados de un banco, inmigrantes
de poco pelo comiendo y durmiendo en las alamedas. No obstante, de provisiones
alimentarias, de bebidas y hasta de licores y otras "delicatesen"
llevan las furgonetas bien repletas. Y de cultura y formación, una poca: un
licenciado y profesor de instituto, un ingeniero de calidad en la Deutz Spain
(antes Díter Zafra), la multinacional alemana de componentes de automóviles
asentada en la población; un carpintero, tallista, escultor y restaurador y
corredor de maratones, un soldador y monitor de deportes de aventura, una
diplomada en turismo, un empresario con estudios y el que suscribe, jubilado de
la enseñanza y aficionado a escribir y a hacer fotografías. Son Los Calandrias,
donde en esta ocasión faltó otro profesor y un argentino-irlandés, afincado en
un cortijo en pleno campo.
Detalle de las almenas de la muralla de Galiesteo, población
cacereña de 1.095 habitantes, completamente cercada en su parte antigua por la
misma, de gran altura, donde toda consideración queda eclipsada por este hecho
diferencial: Está construida, de los cimientos al remate, con
cantos rodados. Caso único. (Foto: jrFrancos).
Puente de Galisteo, del S. XVI. Empezado y terminado, hasta
la calzada, con sillares tallados. Después, lo mismo que empezamos el mes
comiendo chuletas y terminamos con panceta, remataron los pretiles con
ladrillo. Era contadero de ovejas de la trashumancia, lo que da idea de su
estrechez. (Foto: Pedro Grajera)
Canchos de Ramiro, que como una serpiente pétrea cruza el
río transversalmente. Hace millones de años, era una barrera que retenía el
agua, dando lugar a un gran embalse natural. Abierta brecha y formado el río
sin interrupción y transcurridos muchos millones de años, después,
el hombre construyó aguas abajo, a unos cuarenta kilómetros, en frontera
casi con Portugal, el embalse de Alcántara, cuya cola llega justo hasta aquí.
(Foto: Pedro Grajera)
El meandro del Melero (publicado ya en estas páginas), no
nos cayó en la trayectoria, pero se quiere resaltar como accidente
geográfico notable de este río, el Alagón, que en abrazo amoroso estrecha
la cintura de su amada, la tierra. Es algo digno de ver, tanto que siempre
cuenta con espectadores tomando fotos o vistas desde el mirador. (Foto:
jrFrancos)
Una parte de los "expedicionarios" al calorcito de
la candela, para luego ir a dar con sus huesos en el suelo, sobre una esterilla
y metidos en el saco. (Foto: Pedro Grajera)
El autor del reportaje desperezándose, al despertar, en la
habitación 504 del Hostal, con su colchón, su almohada, sus sábanas y su
pijama. Solo le faltó el orinal. (Foto: Paola de Olivenza)
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