PRESENTACIÓN

Anualmente cuando nos reunimos los antiguos alumnos de Corias, bien sea en grupos minoritarios por promociones en diferentes lugares del Principado y alrededores, o de forma general en el encuentro de Corias a finales de cada mes de septiembre, siempre solíamos comentar al sentir la alegría de juntarnos de nuevo que, era una pena el que hubieran pasado tantos años sin comunicarnos y sin saber unos de otros.

Afortunadamente, en estos tiempos eso está subsanado gracias a los medios informáticos disponibles que tenemos a nuestro alcance. Aprovechando la oportunidad que nos brinda BLOGGER para poder crear un espacio cibernético común, en la nube, donde se pueda participar y expresar los recuerdos que cada uno de nosotros guardamos celosamente de aquellos años, es cuando surge el Blog de los antiguos alumnos de Corias.

Esta elemental presentación lo único que pretende y persigue es reavivar la amistad y la armonía que hemos trabado entre todos nosotros durante los años de convivencia en el Instituto Laboral San Juan Bautista de Corias y, que a pesar del tiempo transcurrido, aún perviven frescas en nuestro recuerdo.

Otro de los objetivos del blog es recordar y compartir las peripecias vividas por aquellos jóvenes que coincidimos bajo las mismas enseñanzas, disciplinas, aulas, comedores, dormitorios, juegos, etc., durante varios años en el convento de Corias y que aún las tenemos muy presentes.

La mejor forma que tenemos para rememorarlo es ir contando en este blog todos los pasajes que cada uno de nosotros recuerde, expresados con la forma y estilo propios de cada uno pero, siempre supeditados a los principios del buen gusto, el respeto y a la correcta educación que nos han inculcado los padres dominicos. El temario en principio aún siendo libre, sí debiéramos procurar en general, que tengan preferencia los temas relacionados con el colegio y su entorno, ya que es el vínculo y denominador común entre todos nosotros.

Como es lógico, cada colaborador es el único responsable de sus opiniones vertidas aquí en el blog; las cuales pueden ser expresadas libremente sin condicionantes ni cortapisa alguna por parte de la dirección; tan solo debemos atenernos todos, a las premisas mencionadas anteriormente del respeto y el buen gusto.

Una vez hecha esta breve presentación, se pide la colaboración y aportación de todos los antiguos alumnos pues, seguro que todos tenemos algo ameno e interesante que contar. Unas veces serán relatos agradables y divertidos, y otras no tanto; pero así es la realidad de la vida.

Al blog le dan vida una serie de antiguos alumnos que colaboran de forma fehaciente y entusiasta con Benjamín Galán que es el bloguero administrador. A este galante caballero el cargo de administrador no le fue asignado por méritos propios, más bien por defecto, de forma automática; simplemente, por ser el titular del blog. Pero podría delegar el cargo en cualquier otro colaborador que así lo deseara.

De antemano, muchas gracias a todos los participantes y colaboradores. Tanto a los antiguos alumnos y profesores que deseen intervenir, como a todos nuestros amigos lectores.

¡A colaborar y a disfrutarlo!

(21 de noviembre de 2009)

B. G. G. (BLOGUERO PRIOR)

domingo, 25 de octubre de 2015

AMISTAD DESDE HACE MÁS DE 50 AÑOS


El tiempo es imparable. Tal es así, que parece un caballo desbocado que no corre sino vuela. En el año 2007 comenzamos a reunirnos una vez al año, sin fecha fija, los ocho miembros que estamos vivos de la primera promoción que cursó en  el Instituto Laboral San Juan Bautista de Corias  el bachillerato técnico superior. A partir de aquel año nos seguimos juntando y como recuerdo aquí va una expocición cronológica de dichos convites: 

Aquel primer año, 2007,  lo hicimos en Oviedo  y de los ocho nos juntamos seis.


Al año siguiente, 2008, el amigo Fidel Bigotes  nos acogió estupendamente en su casa de Baselgas y también  nos volvimos a juntar los mismos seis.


Al siguiente año, 2009, celebramos el encuentro en la Cueva San Simón de Valdevimbre en León, y aquí ya nos juntamos siete, con la incorporación de Peque. La foto recoge la sobremesa en la terraza del Bulevar, también en Valdevimbre.


En el 2010 abusando de la hospitalidad y generosidad de Fidel volvemos a su casa y celebramos  Baselgas II. Aquí se incorpora Francos y nos juntamos por primera vez  los ocho. Todo un éxito.


En el 2011 Juanma pone a nuestra disposición  su estupenda casa de campo y lo hacemos en Columbiello, Pola de Lena. Y nos volvemos a juntar los ocho.


En el 2012,  repetimos en la casa de Juanma y festejamos Columbiello II. Aquí hubo alguna baja concretamente, Balsera y Francos, pero se nos incorporó Miyares que también es de la misma promoción, pero él solo estuvo con nosotros hasta 5º curso.


El 2013 Fidel se apiada nuevamente de nosotros, nos acoge, y celebramos Baselgas III. Aquí volvemos a ser  seis, que es el número más frecuente.


Llegamos al 2014 y nos vamos hasta Lugás,  Amandi, en Villaviciosa,  a casa de Miyares y seguimos siendo  seis. En la foto se puede ver al anfitrión explicando al resto del grupo las bondades de unos yerbajos que le salen por las veras de la huerta, y que  no se ve libre de ellos por mucho que lo intenta.


Y llegados a 2015, ¿adónde os parece que hemos vuelto los seis, con la novedad de incorporarse al grupo  Raúl Alonso Barbado que también estuvo con nosotros hasta 5º curso? Pues al lugar de siempre. Al que indica la señal inferior.


Y una vez allí, por compasión,  el amigo Fidel nos acogió una vez más tan bien como siempre y aquí está la prueba.


Y el próximo año, más y mejor. Baselgas, 24 de octubre de 2015

viernes, 23 de octubre de 2015

CUANDO EL MUNDO ERA CAMPOMANES


Moviendo 360º grados el radio de 2 kilómetros con centro en Campomanes resulta un territorio de 12 kilómetros cuadrados. Eso era cuando yo tenía12 años. Un enorme tapiz verde, por encima del cual pululaban centenares de vidas ¿Quién podía aburrirse entre semejante ajetreo vital? Desde la pacífica vaca en la superficie, al ratoncito de aldea obligado a calcular más que un ingeniero y trabajar más que un esclavo de los faraones hasta llegar a la artesa. En aquel ámbito de belleza se desarrollaban a diario las más cruentas peleas por la supervivencia y también muchos de los más bellos aconteceres, tal que la trucha buscándose la vida en el río, o el azacaneado trajín que se traen los malvises para alimentar a sus insaciables polluelos. Y cuando un ferre (nombre en bable del halcón peregrino) empezaba a otear desde 200 metros de altura, era de ver la amorosa diligencia con que la gallina ponía a sus polluelos a buen recaudo.

Confluyen en Campomanes dos valles, por tanto dos ríos, el Pajares y el Huerna. En su obra “Viaje de Madrid a Asturias” elogia Jovellanos la buena calidad de las truchas que comía en el mesón de Felipín.

Y, ahora, dibujado el escenario, vamos a presentar a los protagonistas. Entre 1 y 13 años formábamos un grupo de unos veinticinco. Incluyo en este grupo al más infantil de Campomanes, es decir, Armando, el tonto del pueblo, a quien acogimos como el mejor de los amigos. Se ignoraba su edad, sus apellidos, su procedencia. Llegó al pueblo en la posguerra y se granjeó a los cuatro días el cariño de todo el pueblo. En estos clanes infantiles todavía funciona de alguna manera la selección de las especies que atribuimos a Darwin.

Los más dotados se apoderan del funcionamiento del mundo. ¿Y quién selecciona al más dotado? El instinto, el simple instinto.

De toda la pandilla parece que había la convicción de que Santiaguín, 13 años, era el más fiable. No íbamos desencaminados. Santiaguín era el más sagaz, el más frío, el mejor calculador, el que mejores decisiones tomaba y mejor las llevaba a efecto. El que mejor evitaba los riesgos cuando organizábamos alguna faena rayana en fechoría.

El segundo era yo, y lo admito sin dudarlo, era el más irreflexivo, más lanzado, menos fiable, por ser más precipitado. Luego venía en jerarquía Chuchu, de trece años y fuerte como un perro y silencioso como un cartujo. Su única aportación, se hablara de lo que se hablara, era siempre la misma “Yo como vosotros digáis”. Le seguía en orden Ramonín de la Raja, once años, menos carnes que un gorrión pero de una habilidad asombrosa para trepar, escalar, subir, bajar. Era un híbrido de guaje y ardilla.

El pobre Ramonín llevaba siempre, invierno y verano la misma ropa: un mono cuerpo entero de una tela llamada mahón. (En aquella época solamente existía un tejido para la ropa de hombre y niño, se llamaba azul mahón o drill. EL 95% de los españoles vestían ese tejido. Estaba fabricado en Cataluña. Otros tejidos de otras nacionalidades tenían precios prohibitivos. Los aranceles aduaneros los hacían inasequibles para casi todos los españoles. Esos aranceles los ponía el Estado Central a petición o exigencia de los catalanes so pretexto de defender la industria nacional, la industria nacional eran ellos. Durante todo el siglo XX llevaban clamando por más aranceles. Monarquía, República y Franco admitía el cuento de la defensa nacional para tenerles contentos a los catalanes. Evidentemente que con el gallego vivían mejor. Ahora hay que competir y ya no tienen asegurada la clientela).

Ramonín siempre llevaba parte de su culete al aire. Su madre no daba a la aguja jamás. Recuerdo que mi madre le ponía ropa mía so pretexto de que se me quedaba pequeña. Jamás la mamá de Ramonín se dio por enterada. Ni un manifiesto agradecimiento alguno. Hoy, supongo que ya retirado, tiene una de las mejores cafeterías de Gijón.

EL CLUB
La necesidad de reunirse en un sitio que ofreciera seguridad y discreción fue lo que nos llevó a la cabaña que habitaba Armando. Estaba cercana a la confluencia de los dos ríos, era amplia y estaba abierta las 24 horas del día, poco a poco fuimos afanando el mobiliario. Armando dormía en el suelo y vestido.

Murió por aquellos días una viuda que estaba tuberculosa. Era la ocasión de hacerse con un somier que pretendían quemar. Fui yo a parlamentar con el  médico para que me explicase como desinfectar el somier. Muy sencillo: agua hirviendo mezclada con jabón y lejía y poco a poco echar, centímetro a centímetro sobre el somier. Fue así, como Armando empezó a dormir como un burgués. Toda manta vieja que fuera desechable terminaba en la cabaña. Dos mantas encima del somier y el resto (7 u 8) encima de Armando que dormía por aplastamiento.

Todo parece sencillo pero llenaba de afanes y trabajos nuestras vidas. Yo gozaba de cierta estima entre la tribu. En primer lugar porque el status de mi familia era ligeramente más alto que el promedio, mi padre era capataz de Renfe y mi madre tenía una carnicería. Además de todo lo que llegaba de casa de los abuelos. La segunda razón fue un hecho fortuito: el primer día de clase no estaba el maestro titular y le sustituía un joven. Yo me sentaba en la primera fila y seguro, que como de costumbre, estaba haciendo el tonto. El joven maestro cogió una vara como de un metro de larga, rematada en ambos extremos por una argolla metálica y, me dio un golpe en lo alto de la cabeza y me quedó todo rojo de sangre. No esperé a más, cogí el tintero que estaba incrustado en la parte superior de la mesa y se lo tire a la cara. Os podéis imaginar cómo quedé. Yo cogí mis cosas y me largué para casa. Mi madre se sorprendió al verme llegar.

Pero ¿Qué haces aquí Pepín? Preguntó.
Mira mamá, el maestro me dio con un hierro y mira como sangro.
Bueno, ven acá que te limpie y a partir de mañana vas a la escuela a La Frecha.

Al medio día fue a la escuela y con muy educados modales le notificó al maestro que su hijo cambiaba de escuela.

Esto ante la chiquillería debió tener cierto valor, no todo el mundo le estrella un tintero en la cara al profesor.

FINANCIACIÓN
Necesitábamos un local para reunirnos y demás estropicios. Todos acordamos que el sitio ideal era la cabaña de Armando. Era grande, separada del pueblo y discreta. Contábamos con la anuencia de Armando pues él sabía que quienes más le queríamos en el pueblo éramos los críos. Hubo que hacer ciertos retoques, por ejemplo canalizar el humo a una salida del techo, amueblar la estancia a base de cajones de sidra vacíos, sillas rotas, etc… El combustible era abundante. Había en el pueblo, además de una fábrica de sopa, otra de gaseosas y un aserradero, dos minas en activo, que descargaban camiones diarios de carbón en los trenes estacionados en la estación. Con el carretillo y por la noche, traíamos un gran saco de carbón que mantenía calentita la cabaña durante toda la semana.

Pero había muchos más gastos, el tabaco de Armando y de alguno que ya se iniciaba, algo de comer para la cena de Armando (Todo tenía que estar colgado para evitar a los ratones, caramelos, regaliz, peonzas, cuerdas para usos varios, un tambor para asar castañas, etc etc…) En medio de aquellos años de hambre y miseria, salíamos adelante en base al ingenio. Lo que no podía faltar era el tabaco de Armando. Yo le pedía a mi padre dinero para tabaco para Armando y nunca me lo negaba. Mi madre me daba con frecuencia  chorizo, longaniza, tocino y otros manjares. Para el invierno teníamos un gran bidón metálico seccionado por su mitad vertical y allí echábamos carbón. Era gratis…

Mi madre era especialmente caritativa. Le debo las primeras experiencias personales que te inculcan en el alma que dar es siempre más gratificante que recibir.

Un día de especial frío con la carretera helada, andaba por delante de casa una niña gitana descalza. Mi madre la llevó a una tienda y la calzó. Al día siguiente andaba otra vez descalza por la calle.

¿Ves mama, como te engañan? Dije.

No, Pepín, el que da nunca se equivoca. Recuérdalo toda tu vida. Hay que ayudar sin esperar respuesta.

Debo precisar que mi madre había estudiado unos cuantos años en un internado de las Dominicas de Oviedo y tenía un nivel muy superior al que allí había. Comprenderás que ella me enseñó a distinguir los adjetivos posesivos de los pronombres posesivos….era una persona cultivada.

Como en cualquier sociedad el problema de la financiación pasó por diversas etapas. Al principio, con unas necesidades nos íbamos arreglando. Luego surgieron más gastos. Ahí empezó la iniciativa infantil para disponer de liquidez. Había en el pueblo un chamarilero que compraba todo lo reutilizable. Nada iba a la basura.

La basura es un producto que generan las sociedades ricas. Una de las cosa que adquiría aquel hombre eran unas suelas llamadas suela virgen o suela de tocino, que según parece eran irrompibles y se reutilizaban. Total: un kilo, 3 pesetas. Pero aquel hombre – Dios le tenga en su gloria-. Nos abrió la puerta de la fortuna porque compraba cobre a 16 pesetas el kilo.

Nos lanzamos como posesos a buscar alambre de cobre en torno al territorio de la comarca. Provistos de una navajita recorríamos kilómetros inspeccionando todo alambre que pudiera ser cobre camuflado. La técnica consistía en rascarle la superficie del alambre con la navaja. Si al quitar el polvo y el verdín aparecía debajo el rojo brillante del cobre ya no reparábamos en nada, despreciable cantidad de 20 pesetas el kilo.

Os podéis imaginar que no quedó ni un centímetro de alambre sin pasar por nuestra navaja. Fue una temporada económicamente boyante. El tesorero era Ramonín. Según me contaron hoy en Campomanes llegó a tener hasta seis cafeterías entre Gijón, Oviedo y Avilés. Es el que andaba de niño con el culo al aire y viviendo en un hórreo.

IDEARIO
La idea madre era convertir en un juego todo lo que hubiera sobre la faz de la tierra. Y también  debajo de ella.

La segunda norma era que quien se burlara de Armando, aprovechándose de su triste condición tenía que pagarlo caro, pero muy caro.

La tercera era que no se toleraban a los adúlteros. Esto me ha intrigado toda mi vida. He llegado a la conclusión de que nuestro inconsciente nos fue trabajando la repulsión a que se usase otra mujer que la propia. Todos éramos pequeños y, consiguientemente, con madres jóvenes. ¿Estábamos defendiendo a nuestras madres?


Pepe Morán. Dominico-ex

martes, 13 de octubre de 2015

RECORDANDO A CARLOS LOBATO


En uno de los últimos encuentros anuales de septiembre que hacemos los antiguos alumnos del convento en  Corias, estábamos un grupo de amigos hablando en la plazoleta, delante de lo que fue la portería o puerta principal del monasterio.  En el grupo estaba Carlos, y como  Carlos fuera  vecino del pueblo durante gran parte de su infancia, nos contaba anécdotas de la chavalería de Corias de aquellos años relacionadas con el Convento, aunque algunos de los niños  no fuesen alumnos del instituto laboral. Concretamente, el Padre José García, como párroco de la parroquia de Regla de Corias, era el que les conocía bien a todos, les trataba,  y tenía ciertas atenciones con ellos:  tales como el autorizarles a que durante el verano, que no había alumnos en el colegio, pudiesen utilizar el patio principal para jugar al fútbol, incluso alguna merienda que otra en compensación por alguna colaboración, alguna excursión… A raíz de esto nos contó  que hubo un fraile muy conocido por todos los visitantes de este  blog, que por alguna desavenencia habida  entre él y los chaveas, les retiró ese  privilegio del uso del patio como campo de fútbol para ellos en verano. Y para los chavales aquella mezquina decisión les supuso un duro golpe a sus diversiones y entretenimientos  futbolísticos.

Tal que, después de cavilar y darle vueltas al asunto  para intentar anular aquella inexplicable prohibición, decidieron recurrir a su benefactor, el  Padre José García, para que interviniese ante el  “Herodes “ futbolístico. Y así fue.  Pero, a pesar de la buena mano que tenía el Padre José con todo el mundo para las relaciones públicas, y lo dialogante que era;  aún así, le costó dios y ayuda el poder ablandar al enojado. Es más, al final no estoy  muy seguro si lo logró y pudieron volver a jugar la chavalería,  o no.

En un momento dado de la nostálgica charla, alguno de los presentes  apuntó para el puente de piedra diciendo la cantidad de veces  que él lo había recorrido durante su estancia en el colegio; sobre todo, los lunes y los viernes para llevar y recoger la bolsa de la ropa que se la lavaban en una de las casas de la margen izquierda del río. Entonces Carlos nos contó  otra anécdota relacionada con el puente y  era que él tenía un gran pesar cada vez que regresaba a casa desde el convento  junto con  su hermano Pepín, porque éste era un equilibrista circense a toda prueba y cuando tenía que cruzar el puente, no lo hacía por donde pasa todo el mundo, sino  que lo hacía corriendo y pisando sobre el lomo de  uno de los estrechos  pretiles o quitamiedos  que el puente dispone  a ambos lados como barandilla. El arriesgarse a hacer aquello era una verdadera temeridad pues la altura del pretil del puente hasta el  agua era considerable;  cuánto más, si coincidía en época cuando el Narcea bajaba crecido. Entonces, apaga y vámonos. El amigo Carlos nos decía que a él le ponía muy nervioso el ver a su hermano hacer aquellas acrobacias innecesarias  y que le regañaba  pero no servía de nada. Entonces muchas veces procuraba no coincidir con él, o bien  si iban juntos, se retrasaba  para no verlo hacer de funámbulo  de aquella peligrosa manera, caminando por  el lomo de la estrecha pared, ya que, bien pensaba que cualquier día  tendrían que ir a recogerlo a Tebongo, o directamente a Pilotuerto. 

A mí me hizo mucha gracia esta anécdota pues, en mi pueblo había dos hermanos  con unas habilidades muy parecidas a las que tenía el hermano de Carlos,  ya que, continuamente estaban cruzando de un lado a otro, también el Narcea, a una altura de casi cuatro metros sobre el agua, simplemente agarrados a una endeble  canaleta de madera, medio podre,  que unía las dos orillas haciendo de tutor o soporte  para el paso de un cable de corriente eléctrica. En este caso los malabaristas no lo hacían de forma erecta, sino horizontal, asidos con pies y manos al palo, con la espalda hacia abajo, hacia el agua,  de la misma forma o pose que lo haría un ágil simio prensil.

Afortunadamente, para estos dos trapecistas circenses, vecinos y amigos míos,  a pesar de que tentaron la suerte muchas veces, tampoco tuvieron que lamentar desagradables chapuzones  inesperados, ni  su madre tuvo necesidad de tener que  ir a rescatarlos, río abajo, a la altura de   Sextorraso o de Cibuyo.


B. G. G.  Bloguero “Prior”

lunes, 12 de octubre de 2015

†Nota Necrológica†


Triste noticia para el blog. Esta mañana me han comunicado que ha fallecido nuestro buen  amigo y compañero  Carlos Lobato Fernández. En el nombre del Blog y de todos sus colaboradores reciba su familia nuestro más sentido pésame por tan irreparable pérdida. Le echaremos mucho de menos  como persona, como amigo y como buen colaborador de este blog. Enviamos un fuerte abrazo para toda la familia y en especial para Lita, su mujer,  que de forma entusiasta siempre  que pudo participó en las reuniones  de los antiguos alumnos de Corias. Valga como homenaje al fallecido, el nº 19,  esta foto de grupo hecha en el Acebo el día 26 de abril de 2014, con motivo de la reunión de un grupo de exalumnos de Corias y sus familias, con Juan Carmelo García. 

DESCANSE EN PAZ NUESTRO BUEN AMIGO CARLOS.


jueves, 8 de octubre de 2015

Blog de los antiguos alumnos de Corias: LA NOSTALGIA QUE NOS UNE

Acabo de llegar desde el África profunda donde he tenido que ir por el trabajo que llevamos en el Instituto. Me encuentro gozoso con algunos comentarios sobre el encuentro que tuvimos en el Viejo caserón -modernizadillo, pero sin perder su identidad- y también acepto la pregunta de Pepe Morán. 
Mi respuesta sólo está en una dirección y es el colectivo de personas -antiguos corienses que juntos, vivos y muertos, forman el apiñado recuerdo de aquellos años muy intensos -¡al menos para mi!- en los que yo aprendí MUCHÍSIMO sobre eso de la condición humana en sus primera juventud y sus ansias de ser y de crecer y de mejorar..., confrontado con un comportamiento institucional decepcionante para mi -que venía a confirmarme sospechas que se habían ido acumulando durante muchos años de carrera y raras convivencias con personas muchas veces raras. Al menos así veo hoy aquellos tiempos pasados.
Sinceramente creo que lo que hoy nos confirma en el recuerdo o la misma nostalgia en torno del caserón es la calidad conjunta de la Gente con la que convivimos y que densificaron la vivencia intensa de aquellos años, en los que todos echamos al común tiempo, trabajo, amistad, dedicación y ansias de seguir siendo y creciendo.
Yo hoy puedo afirmar, tras mis 80 años cumplidos -aunque no gastados- que aquella  experiencia la tengo viva y aún hoy me sirve como referencia para mis tareas educativas y para el modo de tratar a la gente que me voy encontrando por el mundo  -que son muchas y muy distintas, dentro de lo común que nos hace genéricamente iguales-.
Como pueda yo seguiré asistiendo a los encuentros anuales y siempre que pueda y sepa, seguiré participando de este Blog que valoro como una suprema forma de estar juntos desde cada sitio particular. Tengo una duda: ¿por qué no se reconoce publicamente y por todos los antiguos alumnos y sus gentes la importancia de usar este Blog como medio de intercomunicación? Me da miedo pensa rque haya algo que, sin saber qué sea y lo que valga, impide esa difusión. No me gustaría

¡¡¡¡¡Abrazos a Todos!!!
J. Carmelo
 iBlog de los antiguos alumnos de Corias: LA NOSTALGIA QUE NOS UNE

lunes, 5 de octubre de 2015

LA NOSTALGIA QUE NOS UNE



Renuncio a explicar que nos sucede con esto de Corias.
El otro día, me emocioné con una serie de cosas, aparentemente triviales pero tan reales y tan humanas que algo hubo ahí que nos dejó marcados para siempre.
 
Yo, como muchos sabéis, he tenido una biografía bastante agitada, fraile, funcionario, bibliotecario, militar, camarero, profesor. Tengo amigos por todas partes. He comido desde el deplorable menú británico hasta el rico gazpacho andaluz. He tenido mil vivencias y emociones y, sin embargo, ningún sentimiento me es tan entrañable como mis recuerdos en Corias.

El día 26 vi a gente mayor emocionada, alegre, feliz, lacrimosa ¿Qué hizo de todos nosotros aquel caserón para que seamos, a perpetuidad, deudores de haber enriquecido allí lo mejor de nosotros mismos? ¿Cómo explicar que incluso gente que asistió en calidad de familiar de exalumnos  ya difuntos, mostraran una entrañable emoción al unirse a nosotros?

Yo saludé después de más de 45 años a gente como Martínez, Sabino Uribe etc… con una profunda sensación de reencontrarme con amigos del alma. Parece ser que una señora vino desde Sevilla. La viuda de José Luis Canga.

Sé que esto no va a decaer. Todos estamos atrapados ya en la edad de la nostalgia que contribuye a dulcificar nuestra edad madura con los benditos recuerdos del pasado.

Echo de menos que no exista algún tipo de “Pin”, emblema, identificativo de Corias. Una especie de pin que llevaríamos orgullosos por la vida, para quede constancia de nuestro noble origen.

Si tal se realiza, solicito que el primer pin se le imponga a Mariasun Uribe, hermana de Sabino porque, que yo sepa es la primera persona que ha derramado un par de lágrimas al oler el pote.

No lloró al ver el monasterio, ni su colegio de niña, ni la calle Dos amigos, ni el río Narcea… no. Lloró porque el olor del pote la hizo regresar de súbito a su adolescencia canguesa, cuando al entrar en casa ya la gran “vasca” había perfumado con el olor del pote toda la casa.

¿Sería posible que un equipo de psicólogos, psiquíatras, sociólogos, antropólogos, consiguieran explicar el por qué de nuestros sentimientos?
¿Alguien podría responder a las siguientes preguntas?
-          ¿Hubiera sido lo mismo haber pasado unos años en aquel caserón que haberlos pasado en un colegio lujoso?
-          ¿Hubiera resultado lo mismo que la mitad de los alumnos hubieran sido ricos y la otra mitad pobres, que si hubiéramos sido todos pobres?
-          ¿Hubiera sido lo mismo que el colegio estuviera en aquel valle y no en un centro urbano?
-          ¿Hubiera sido lo mismo con los padres y madres de entonces y los padres y madres de ahora?
Será que los asturianos somos más sensibles a las emociones de nuestro entorno.

Distingue Ortega entre la mirada castellana y la asturiana. La castellana se lanza al infinito y va a caer allá donde la tierra se junta con el cielo. La asturiana es más sensual. Se recrea en tocar con la vista todo lo que hay en el estrecho ámbito del valle.
Dicen que hay un tipo de mirada, llamada táctil. Mirada que ve y “toca” las cosas. Nuestra mirada asturiana está hecha para tocar el bosque, el río, las manzanas en sazón, la neblina, la casina pintada de azul, la fuente, la niebla… todo.

Porque en un valle, está todo junto. Desde la estrella en lo alto, hasta la melena rubia de la mocina del pueblo, y todo el valle reflejado en la enorme pupila de la pacífica vaca en el prau. Nuestra mirada, la mirada asturiana bebe en cada fuente, que baña en cada río, acaricia la belleza inigualable de las flores del cerezo, huele el aroma del heno recién cortado, y finalmente, percibe el cotidiano aroma de nuestro entrañable, sabroso y familiar pote asturiano.

Y allá por julio, en leal competencia con los malvises saboreamos el fruto de las cerezales.


Pepe Morán. Dominico-ex

sábado, 3 de octubre de 2015

REENCUENTRO EN LA CORUÑA 2015


Benjamín. Como el otro día te comenté, un grupo de compañeros que en 1955 empezamos unos en Corias y otros en Villava-Navarra.....y que con el tiempo unos siguieron el camino del Sacerdocio en los PP. Dominicos y otros distintas profesiones en la vida civil y que nunca perdimos el contacto....desde hace 24 años y cada 2 años, nos venimos reuniendo en lugares del NORTE y CENTRO  DE ESPAÑA y siempre en lugares ligados a la Orden Dominicana.

Este año se eligió  La Coruña y durante los días 8/9, 10, 11 y 12 de Septiembre de 2015, celebramos unas jornadas muy completas en lo cultural, religioso y gastronómico.

Con base en La Coruña....visitamos Santiago con participación en la Misa del Peregrino, visita al Museo do Povo Galego, en lo que San Domingos de Bonaval, convento dominico hasta la exclaustración, Carnota, Ézaro y Finisterre, con su puesta de sol.

Visita en La Coruña a la Ciudad Vieja, Torre de Hércules, etc. Una cena gallega con queimada...y el sábado una visita a la Riveira Sacra, con navegación por el río Sil y una comida....y hasta 2017 que nos iremos a Pamplona, si Dios quiere.

De aquel grupo de 70 niños, algunos ya fallecidos......siguen como sacerdotes 13 dominicos, que dedican o han dedicado su sacerdocio, a las misiones, a los emigrantes, a la enseñanza, a los albergues de personas sin recursos y algunos aún permanecen fuera de España.

Al ser 24 años se hizo un vídeo...que te adjunto: https://youtu.be/fpBxNUe3R7E

Un saludo.


jueves, 1 de octubre de 2015

IRLANDA I



El año 68 pasé mi último verano en Irlanda. Siempre en Cork, en el Sur. Allí vivía en el convento de dominicos aunque trabajaba en la Universidad dando clase de Lengua y Literatura española. Como las clases terminaban a finales de agosto me quedaba, como todos los años, el mes de septiembre para viajar por la isla. Ese año me quedaba sólo por visitar la costa Oeste. Yo sabía que precisamente esa zona era la más atrayente por su especial orografía y por el peculiar ecosistema. Por otra parte hacer turismo era baratísimo para un fraile. Por lo pronto, cualquier ciudad  importante tenía convento y los frailes están obligados a hospedarse en ellos cuando viajan. Los viajes eran a dedo, y no fallaban nunca. Los automovilistas se aseguraban de quién era el tipo de la mochila que hacía la señal y en Irlanda, cuando comprobaban  que eras un fraile, lo interpretaban como un honor el llevarte.

Así es como me dirigí a Galway. Irlanda es pequeña y las distancias son por fuerza, bastante cortas.

Llegué al destino el mismo día al atardecer y esa noche dormí en…el hospital. Un percance de salud me llevó a urgencias y allí me retuvieron tres días, como protocolo de seguridad mientras aclaraban el origen de mis molestias. Un dominico y además español era para ellos un regalo. Es increíble lo que aman España y lo que respetan a un religioso.

Estaban desolados porque no tenían libre ninguna habitación individual. Me costó convencerlos de que prefería compartir la habitación siempre que fuera con gente que diera conversación. Rápidamente me asignaron una en la que estaba internado un hombre como de unos sesenta años llamado Liam (Laiam). Me llevaron en una camilla aunque podía andar y, sabido cómo se llamaba mi compañero, le saludé dese el pasillo antes de entrar. “Hola Liam, vamos a vivir juntos unos días”. Dije antes de verle. Luego todo fue cordialidad, naturalidad y delicadeza. Desde el primer momento me identifiqué sabiendo que no había mejor tarjeta de visita que comunicar lo de fraile español.

Durante los tres días que permanecí allí, nos contamos nuestras vidas con todo detalle. Bueno… él, deduje que algo me ocultaba pues me dijo que estaba jubilado desde hacía doce años, pero se embarulló bastante cuando quise indagar por qué un retiro tan prematuro. Pasó sobre el tema de puntillas.
Dicen que para hacerte amigo de un inglés hay que comer con él, una tonelada de sal, son así de lentos. Pues bien, con un irlandés eres amigo el primer día y antes de sentarte a la mesa.

A los tres días Liam y yo llegamos a la conclusión de que éramos amigos de toda la vida. A mí me dieron el alta y me fui para el convento. Liam siguió otra semana en el hospital y yo fui a diario a pasar un rato con él. No creo que exista en el mundo un pueblo tan proclive a la amistad como los irlandeses. Yo con Liam, para mostrar todas las cartas antes de jugar, le conté algo que estaba seguro que le encantaría. Le conté lo mal que me trataron los dominicos ingleses. Tal que lo oyó empezó a bramar “Dammed English!!!!” (condenados ingleses). Vino una enfermera a calmarle. Casi me arrepentía de haber provocado semejante incendio. El último día estaba allí su mujer Sheila (Xila) una pelirroja muy típica irlandesa. Era algo más extrovertida que su marido pero congeniamos sobre la marcha. Y entonces surgió el tema:
-          Y ¿Por qué has venido a Galway?
-          Porque es mi último verano en Irlanda y no quería dejar de ver el oeste, concretamente los acantilados de Moher.
Liam saltó como un resorte: “But my friend, you are welcome. We live in Doolin”. (Pero amigo, eres bienvenido, nosotros vivimos en Doolin).

Este pueblo es el más próximo a los acantilados. Los que nacimos con una flor, nos vienen las cosas a la carta. Vivían a dos kilómetros de Doolin en un cottage, yo conocía estas casas por los folletos turísticos y me hacía ilusión entrar en uno.

Así que comuniqué en el convento que me iba unos días, invitado a un pueblo de la costa.

El prior Padre Byrne, que años más tarde llegó a Superior General de toda la orden en el  mundo me preguntó si tenía dinero bastante…¡¡Igual que los dominicos ingleses… aquellos que me asignaron una habitación en…el desván!!

Fue así como me fui a la casa de Liam. El año anterior por las mismas fechas estaba de camarero en Londres y el anterior (67) estaba vestido de militar en Cádiz.

Liam vivía en las cercanías de Doolin en un cottage típico. Son casas tan adecuadas a lo que es aquella costa que resulta inimaginable otra construcción más adecuada. Casas de una sola planta, rectangulares, con el techo en doble vertiente y oblicuas, retechadas con arbustos de la zona, fundamentalmente el brezo o retamas. En cierto modo, son similares a nuestros teitos o pollozas. Pero en el caso irlandés eran concebidas como viviendas estructuradas para ser domicilio permanente. La de Liam, por más que el hablara de su humilde casa, era una vivienda magnífica, era de tres habitaciones, cocina, salón, baño, etc…la cara que daba al oeste tenía como todas unas ventanas más bien pequeñas (por aquello del viento sempiterno) y las que daban al este, ya eran ventanales más grandes. La casa la había heredado Sheila de sus padres.

Llegué un día casi anocheciendo y al día siguiente me levanté temprano para ver el famoso mar que había creado junto con el viento, el especial ecosistema del oeste de Irlanda. Liam, me llevó a un mirador del acantilado y no me decepcionó en absoluto aquel abismo sobre el mar.

Hay dos clases de abismos. Uno es el panorámico (tal el Angliru) que te permite ver, una vasta a veces inmensa extensión de paisaje. El otro abismo es el vertical (tal el Cares). Este abismo abre a tus pies una cima que puede resultar impresionante, un acantilado de Moher alcanzaba a veces los 200 metros de altura.
El océano atlántico lleva muchos millones de años lanzando contra la costa irlandesa, de forma especialmente violenta, millones y millones de toneladas de agua, que han esculpido aquel abismo alucinante.

El oeste de Irlanda es el resultado de la acción conjunta del mar y del viento. Ambos incalculables, violentos, eternos. Toda la zona está prácticamente deforestada. Solo crecen arbustos y yerbajos. La tierra es tan escasa que no favorece tampoco la posibilidad agrícola. Hay que resaltar que en una amplísima zona del oeste, debajo de una superficie de pradera, como a 50 centímetros todo es turba. Esto es un carbón de ínfima calidad pero, al ser ilimitada en cantidad, hacen de ella el combustible más económico que cabe imaginar. Su precio es irrisorio y, aunque su valor calorífico sea pobre. Les vale a los irlandeses para combatir el frío con cuatro o cinco chimeneas por casa.

Lo venden en forma de briquetas de fácil almacenamiento.

Los dos días siguientes me pasé muchas horas contemplando el siempre cambiante avance del mar contra los acantilados.

La costa estaba como a un kilómetro de Doolin y Liam me acompañaba a veces en mis vagabundeos por la zona. Por la noche después de la cena nos íbamos al pub del pueblo a tomarnos una jarra de cerveza negra. El pueblo era entonces pequeñísimo. No tendría más de 100 habitantes.

Al tercer día amaneció con una tenue neblina que según mis anfitriones presagiaba un día espléndido de sol. Y, en efecto, así fue. Ese era mi día, esperaba un cielo despejado para darme el placer de ver una puesta de sol en el Atlántico. Me habían comentado que eran un espectáculo bellísimo. Así que Liam y yo nos fuimos a los acantilados, donde podría observar sentado en alguno de los varios miradores sobre el mar.

Cuando se aproximaba la hora, unas nubecillas que yo creía que nos aguaría la fiesta, se fueron acumulando allá lejos, donde el mar y el cielo son lo mismo. Pero no lo estropearon. Vinieron justo a crear la escenografía adecuada. El festival de luz y color fue hechizante. El sol, al esconderse tras una nube, apareció como un enorme círculo rojo. Era fascinante. Luego todo se precipitó. Cuando el disco solar pareció contactar con el agua ya no tardó más de tres segundos en “sumergirse” en el océano. Ya solo quedaba la luz, la luz del cielo, la luz del mar, la luz de las nubes, así durante media hora. Liam y yo no hablamos ni una palabra durante la representación. El fue quién primero rompió el silencio: “¿Puedo decirte una cosa?” Dijo Liam, soy tu amigo, dime:
-           Me da una gran pena que te vayas.
-          Bueno, Liam mientras nos acordemos el uno del otro no importa, lo malo de separarse de un amigo es cuando dejas de recordarle. Un amigo del que no te acuerdas es un amigo muerto.  Y eso no va a suceder.

Comprendo que es inevitable, aunque tú eres joven a lo mejor vuelves cuando yo sea un viejecito. Pero no quiero que te vayas sin saber lo más importante de mi vida. Lo sabe Sheila y yo. Amigo quiero que lo sepas tú para que recuerdes mi vida, tal como he sido. Escucha, ya te dije que fui maquinista de los ferrocarriles irlandeses. Yo hacía tres veces por semana e trayecto Dublín – Belfast y regreso. Pr otra parte yo era desde los dieciocho años miembro durmiente del IRA. (Continúa en IRLANDA II)


Pepe Morán. Dominico-ex

IRLANDA (II)

(continuación de IRLANDA I)

Estaba por juramento obligado a tomar parte en alguna acción si me lo ordenaban los jefes. Y un día, ya con 47 años se presentaron por la noche en mi casa, dos altos mandos del IRA. No venían a pedirme nada, venían a exigirme la colaboración para introducir en Irlanda del norte unos kilos de dinamita que debería llevar en la máquina y dejarlos caer en un punto determinado al poco de pasar la frontera. Tendría que bajar la marcha al mínimo para que los bultos no se destrozaran. Era una orden. Y para mi esa orden era sagrada. No le dije nada ni a Sheila.

Me detuvieron a los dos meses, en Belfast, por convenio, y me entregaron a las autoridades de Irlanda del sur. Era un convenio y el Sur tenía que castigarme. Me expulsaron de los ferrocarriles pero sin decirlo en la sentencia, me mantuvieron el 80% del sueldo. Desde entonces vinimos a vivir a Doolin a esta casa, donde vivían los padres de Sheila, que murieron hace unos cinco años. Y aquí estamos. Y sigo ligado al IRA pero como ya estoy “quemado” es imposible que me llamen de nuevo. Aquí no lo saben ni mis mejores amigos. Y ahora lo sabes tú. Quiero que me recuerdes como Irlandés, católico y militante del IRA.

Cuando terminó no dimos un emotivo abrazo. Gracias por tu confianza, yo no quiero descartar el volver a vernos, pero te digo que cuando quieres a un amigo no importa la ausencia, ni la distancia.  Mientras nos acordemos el uno del otro, nuestra amistad durará para siempre. Otro abrazo.

Yo joven, y él viejo. Pero la amistad no entiende de edades, lenguas, nacionalidades, ni explicaciones racionales. Éramos amigos para toda la vida.

De regreso a la cottage le dije: Liam, me voy pasado mañana y antes de irme, cuando queden cinco minutos para el autobús, tendré que decirte a ti, cúal es ahora mismo, el gran problema de mi vida. Tú debes saberlo pues me has confiado tu intimidad.

Y ¿Por qué cuando falten cinco minutos? Preguntó. Yo no quiero darte explicaciones que ni yo tengo todavía del todo claras. Le dije.
Seguimos el camino en silencio.

A punto de llegar a la casa, me soltó la gran sorpresa que tenía guardada.
Oye, tienes que dejarme un regalo antes de irte.
Liam soy muy pobre, ¿Qué puedo dejarte?
Escucha, mi ilusión desde que viniste es que un día hagas una eucaristía para nosotros.

Bueno, Liam, dime donde hay una iglesia o una capilla…
No, no, yo quiero que hagas la eucaristía en mi casa.

¡¡¡¡¡COMO DICES!!!!
 Mira, sé que puedes hacerlo. Otra cosa es que te atrevas a saltarte las normas y lo hagas como queremos.
Liam ¿Me estás pidiendo que diga para vosotros una misa en el salón de tu casa?
Exactamente, para nosotros y otros cuatro matrimonios. Tú puedes hacerlo y tú lo sabes mejor que yo.
Bueno, cierto es que puedo, pero no debo hacerlo.
Un momento, tú dices “I must not” (no debo), pero deberías decirme I shouldn’t  (no debería) y yo te digo que puedes, y deberías.
Es que…
¿Ves? Ya no sabes que decir….déjate de reglas ¿Qué pan consagraban los primeros cristianos?
Hombre, visto así…
Mira, nos reunimos cuatro matrimonios, más Sheila y yo y tú dices misa en casa.
¡Por Dios Liam! Me estás chantajeando.
No, tú sabes que puedes hacerlo y lo vas a hacer.
Juguemos con tres verbos ingleses que definen el tema.
I can – puedo (esto no se discute).
I must not – no debo (conforme a las normas al uso).
I should – podría (si fuese un caso excepcional).
Y ¿Quién juzgaba si era excepcional?
Me rendí. Pero en condiciones.  Sería absolutamente secreto. No admitía nada más que a sus amigos más íntimos. Nunca deberían contarlo a nadie.

Al día siguiente, víspera de mi marcha, nos reunimos cinco matrimonios y yo.
Mandé a Sheila cortar una rodaja de pan de molde en once trozos y escoger la mejor pieza de su cristalería. De hecho trajo una copa de cristal de Waterloo.

El pan sobre una bandeja y todos sentados en torno a la mesa. No había ningún instrumento litúrgico normal. Ni misal.
Pedimos perdón por nuestros pecados.
Les leí un trozo del evangelio (no sé decir cual, pero sé que se refería a la caridad). Consagré. Rezamos por varias intenciones, cada uno la suya.

Sospeché que algunos, si no todos, también  eran soldados durmientes del IRA, pues todos rezaron a Dios por la reunificación de Irlanda. No dimos los abrazos de la paz y así terminó el acto litúrgico. Para las nueve ya estábamos en el pub del pueblo. Se palpaba una alegría anormal en la reunión. Empezó a correr la cerveza y al son de un instrumento que me pareció una mandolina se liaron a cantar y bailar. Me recordaban las canciones oídas mil veces en las películas del oeste americano. Hasta yo bailé. A las once nos retiramos como era perceptivo en aquella época.

Al día siguiente, mi autobús pasaba hacia las doce por la carretera general que distaba unos 200 metros de la casa de Liam. Me despedí de Sheila y Liam y me acompañó hasta una marquesina que significaba la parada del autobús.

“Liam, seguiremos siendo amigos, por siempre, pero debo decirte que es muy probable que yo cambie mi estado actual y regrese a la vida civil”.
“Es tú vida y tú serás amigo mío de cualquier forma” Me contestó.
Nos dimos un abrazo entrañable cuando llegaba el autobús. Se paró este y tuvo que tocar el claxon para advertirnos de que ya bastaba de abrazos.

Subí llorando al autobús. Como me senté en la parte delantera a la derecha, podía ver por el retrovisor a Liam, que seguía parado donde la marquesina. Y seguí viéndolo hasta que concluyó la larga recta de la carretera en aquel lugar.

Yo volví a Irlanda en el año 94, para entonces ya había fallecido mi amigo del alma.

Esto es Irlanda, amistad, hospitalidad y cerveza.


Pepe Morán. Dominico-ex

Los Calandrias toman el Alagón

 Por jrFRANCOS                                             

                                               En una jaula de oro
                                               pendiente de un balcón,     
                                               se hallaba un piragüista,
                                               en la sequía de agosto,
                                               cantando su dolor.
                                               Hasta que un hermoso río
                                               a su piragua llegó
                                               y con sus aguas alegres,
                                               corriente abajo lo llevó.

     Parafraseando con poca delicadeza aquel corrido que cantaba Pedro Infante, titulado La Calandria, iniciamos este pequeño reportaje de aire fresco y desenfado.

     Los miembros del grupo  Los Calandrias, de Zafra y Los Santos de Maimona,  que desde aquella incursión en Alqueva (publicada aquí, en Abril),  estaban tristes, porque habían permanecido inactivos... Ya se sabe: el estío veraniego, la diáspora de las vacaciones, el coordinar fechas que vengan bien a todos...  Pues se pusieron de nuevo en acción y sonrieron.

       El fin de semana del 19 y 20 de septiembre cogieron sus vehículos, las piraguas y se fueron al Alagón, afluente del Tajo, en la provincia de Cáceres. Descendieron desde Galisteo hasta los Canchos de Ramiro (a la altura de Cachorrilla, 64  habitantes), unos cincuenta kilómetros,  en dos jornadas (en piragua, salvo por ríos de aguas rápidas, la media suele estar en los 6-8 km/hora). Los primeros kilómetros transcurrieron por el Jerte, hasta "La Junta", donde se une al Alagón, que marcha perezoso por una vega de maizales y muchos secaderos de tabaco en abandono. Tabaco que era apreciado para envolver puros y farias por su poca nervatura (nos lo decía el señor Hernández, ¿os acordáis?).
     Como población más significativa, se pasó  por Coria (en singular, no como la del Blog) con sus 11.690 habitantes y su puente de hierro, estilo Eiffel, sobre el río, aún en servicio.

     Un fin de semana de vida al aire libre, incluso para dormir, por veinte euros mal contados, comiendo y bebiendo bien. Es indudable que la presencia y el cómo vistes y el coche que llevas dice algo de la persona y muchas veces ya se la cataloga sin más. Sin embargo, en Los Calandrias eso falla. Parecen desahuciados  de un banco, inmigrantes de poco pelo comiendo y durmiendo en las alamedas. No obstante, de provisiones alimentarias, de bebidas y hasta de licores y otras "delicatesen" llevan las furgonetas bien repletas. Y de cultura y formación, una poca: un licenciado y profesor de instituto, un ingeniero de calidad en la Deutz Spain (antes Díter Zafra), la multinacional alemana de componentes de automóviles asentada en la población; un carpintero, tallista, escultor y restaurador y corredor de maratones,  un soldador y monitor de deportes de aventura, una diplomada en turismo, un empresario con estudios y el que suscribe, jubilado de la enseñanza y aficionado a escribir y a hacer fotografías. Son Los Calandrias, donde en esta ocasión faltó otro profesor y un argentino-irlandés, afincado en un cortijo en pleno campo.


Detalle de las almenas de la muralla de Galiesteo, población cacereña de 1.095 habitantes, completamente cercada en su parte antigua por la misma, de gran altura, donde toda consideración queda eclipsada por este hecho diferencial:  Está construida, de los cimientos al remate,  con cantos rodados. Caso único. (Foto: jrFrancos).


Puente de Galisteo, del S. XVI. Empezado y terminado, hasta la calzada, con sillares tallados. Después, lo mismo que empezamos el mes comiendo chuletas y terminamos con panceta, remataron los pretiles con ladrillo. Era contadero de ovejas de la trashumancia, lo que da idea de su estrechez. (Foto: Pedro Grajera)


Canchos de Ramiro, que como una serpiente pétrea cruza el río transversalmente. Hace millones de años, era una barrera que retenía el agua, dando lugar a un gran embalse natural. Abierta brecha y formado el río sin interrupción y transcurridos  muchos millones de años, después,  el hombre construyó aguas abajo, a unos cuarenta kilómetros, en frontera casi con Portugal, el embalse de Alcántara, cuya cola llega justo hasta aquí. (Foto: Pedro Grajera)


El meandro del Melero (publicado ya en estas páginas), no nos cayó en la trayectoria, pero  se quiere resaltar como accidente geográfico notable de este río, el Alagón,  que en abrazo amoroso estrecha la cintura de su amada, la tierra. Es algo digno de ver, tanto que siempre cuenta con espectadores tomando fotos o vistas desde el mirador. (Foto: jrFrancos)


Una parte de los "expedicionarios" al calorcito de la candela, para luego ir a dar con sus huesos en el suelo, sobre una esterilla y metidos en el saco. (Foto: Pedro Grajera)


El autor del reportaje desperezándose, al despertar, en la habitación 504 del Hostal, con su colchón, su almohada,  sus sábanas y su pijama. Solo le faltó el orinal. (Foto: Paola de Olivenza)