viernes, 28 de marzo de 2014
Y ADEMÁS, NOS TOMAN EL PELO
Hace ya algún tiempo publiqué una entrada con el título de: EL MUNDO AL REVÉS; posiblemente sirviera para encabezar ésta, pero creo que merece otro que esté más al día.
Según los medios de comunicación, la U.E. le ha tirado fuertemente de las orejas a España por el famoso “céntimo sanitario”.
En primer lugar, nuestros gobernantes, nos tomaron doblemente el pelo porque el famoso céntimo no fue destinado para paliar el déficit de la sanidad y en segundo porque no era un céntimo, sino 4,80.
La pregunta que todos nos hacemos, dónde demonios fueron a para tantos céntimos.
Me gustaría que Martínez nos diera una idea de los litros de combustible que se consumen diariamente en Asturias y mediante una operación sencillísima nos haríamos una idea de la cantidad de euros que nos han quitado de la sanidad.
Lo curioso es que ahora dicen que ya hace tiempo se ha suprimido este impuesto. ¿Habéis notado la bajada en el precio de los carburantes que nos haga pensar que es cierto lo que están diciendo?.
También llama la atención la facilidad con la que se lanzan la pelota unos a otros, a la hora de decidir quién tiene que devolver la pasta.
Pero, no te lo pierdas, para reclamar las cantidades cobradas de más, tienes que empezar por cubrir un impreso, presentar las facturas, en las que venga bien detallado el famoso impuesto y a esperar que se decida quién soporta ahora el marrón. El papelín que te dan en el surtidor no es suficiente, tiene que ser la factura. Supongo que será para que no se utilice como blanqueador de dinero negro. El españolito lo tiene muy crudo para recuperar lo cobrado indebidamente.
Para terminar con este tema, decir que en el nuevo HUCA se olvidaron de meter la fibra, en algunos departamentos, y ahora hay que hacerlo de prisa y corriendo y además no tuvieron en cuenta el tamaño de ciertos aparatos, que se deben trasladar del viejo hospital, y es necesario derribar algunas puertas. Pero, no os preocupéis, no hay culpables, lo pagaremos entre todos
Otro tema que saltó estos días a la actualidad, es el precio de la energía. Según unos, subió un poco; según otros, no subió nada y los terceros dicen que todo es mentira.
En los últimos años me dediqué a cambiar, poco a poco, las viejas lámparas de incandescencia por otras de bajo consumo, el congelador y la lavadora por otros más eficientes. Quité el calentador eléctrico y puse un acumulador acoplado a la calefacción y así una serie de medidas con el fin de reducir la factura de hidroeléctrica. Sigo pagando lo mismo o más.
Pero, lo curioso es que, ahora resulta que las lámparas de bajo consumo se están poniendo en tela de juicio por su contenido de mercurio.
¿Qué es lo que está pasando entonces, con mi recibo de electricidad?.. Tiro de facturas y compruebo que efectivamente, el consumo, en los últimos 10 años, ha bajado casi un 50%.
Observo que el precio del Kw. ha subido de 0,08587 a 0,13329, es decir un 55%.
Miro el precio de la potencia contratada y pasó de 0,047175 a 0,115187, un 144 %.
Estos datos trasladados al precio final del recibo nos dan un aumento de un 60%.
No hace falta ser muy inteligente para llegar a la conclusión de que les interesa que ahorres energía pero no que pagues menos.
Aquí también podíamos comentar el motivo del cambio de los limitadores de potencia electrónicos y por qué no se potencia la tarifa nocturna.
El cambio de los limitadores (térmicos) por los modernos (electrónicos) no tiene otro motivo que controlar mejor nuestra potencia contratada y obligar, en muchos casos, a aumentar ésta con el fin de subir la recaudación fija.
No se potencia y favorece la tarifa nocturna porque bajaría la recaudación y eso no interesa.
Los sueldos, en este espacio de tiempo, de diez años , no aumentaron más de un 30%. Cada uno que saque sus propias conclusiones, sobre si subió o no subió la energía.
Y, para más recochineo, nos están bombardeando continuamente con invitaciones para que nos pasemos a la factura sin papel, con el fin de “ proteger el medio ambiente”. Lo triste es que estas cartas nos las envían en sobres con “ventanilla”. ¿Dónde depositamos estos sobres, en el contenedor del papel o en el del plástico, para proteger el medio ambiente?.
También llama la atención lo puntillosos que son con el tema de la contaminación de los vehículos y sistemas de calefacción. Si no estás dentro de unos parámetros, ya sabes la solución: el taller, la baja del vehículo o el cambio de la caldera por otra menos contaminante.
Tengo ante mi un folleto de HC Naturgas y está en la letra E, en lo referente a la emisión de CO2. No quiero pensar qué ocurriría si nuestro vehículo, o caldera, estuviera en esa clasificación.
Aquí, en lo que se refiere a los vehículos, el gobierno ha tenido una buena idea y es el plan PIVE, que prima con 1000 Euros la compra de otro vehículo nuevo, que contamine menos.
Parece una buena idea pero, como las preferentes, tiene letra menuda. Esta subvención, tienes que meterla en tu declaración de IRPF y pagar el 20%, con lo que ya te están maquilando 200 Euros y te quedaste con sólo 800.
Además, por el vehículo nuevo, pagas el 21% de IVA y el 5% de impuesto de matriculación con lo que el estado ingresa, en un automóvil de 10.000 Euros, 2.500 de papo. No hacen falta grandes cálculos para sacar conclusiones.
Ulpiano que se dedicó, en su vida laboral, a presupuestos y costos nos puede sacar de dudas si el papá estado gana o pierde con el cacareado plan PIVE.
También me parece muy bien la tarifa plana en las altas a la Seguridad Social pero lo que no me parece bien es que esta rebaja se cargue a las altas ya existentes como las empleadas de hogar que les han incrementado la cuota en un 3´7 %.
No quiero pensar cómo quedará el IRPF cuando el gobierno aplique los consejos que los expertos proponen. Estarán edulcorando la receta para que no nos enteremos hasta que veamos la declaración del 2014.
Podríamos seguir analizando muchos más temas con el mismo resultado pero, no serviría nada mas que para ponernos de mala uva, por no decir otra cosa.
Meixan por un e hay que decir que chove.
viernes, 21 de marzo de 2014
CONCENTRACIÓN DE CARROZAS
Ya sé que algunos se sentirán un tanto ofendidos pero, la realidad y los años no pasan sin dejar huella, por lo que lo de carrozas no debiera ser motivo de comentario, ni para tomarlo como insulto personal.
Hace, más o menos, un mes me puse en contacto con aquellos excaurienses (de los que tenía su correo) interesados en una reunión para el 26 de abril (sábado) en Corias.
La convocatoria va dirigida a todos aquellos que, de una manera u otra, tuvieron alguna relación con Juan Carmelo (P. Carmelo) que estará presente en ésta, salvo problemas de última hora.
Los interesados, en asistir a este encuentro, se pondrán en contacto con el Prior (Galán) quien les facilitará mi dirección de correo y así ponerlos al corriente del programa previsto, la lista de los participantes y otros detalles de interés.
Pretendemos que sea una reunión para compartir recuerdos y añoranzas y sobretodo como agradecimiento a la labor que este hombre desarrolló, como profesor y educador, durante nuestra juventud.
lunes, 17 de marzo de 2014
Un lugar aconsejable para visitar en Madrid
En ocasiones, al escribir, se lanzan palabras como piedras
sobre las aguas quietas de un estanque. Unas veces provocan salpicaduras de
variada envergadura, y después ondas. Otras veces no. Vida y física se imponen.
Las palabras, esas que pueden parecer piedras, suelen desaparecer en abismos de
memorias líquidas y la sobresaltada superficie recobra su plácida calma. Solo
aquellas que arraigan en el sentir de las personas permanecen y moldean las
conciencias.
Nada de eso pretendo aquí, solo depositar y compartir, en
espera de no resultar en exceso pesado, unas pocas impresiones sobre un lugar
que en mi opinión es un sosegado remanso madrileño, sin ninguna intención,
tampoco posibilidad, de penetrar en las previsibles e inevitables trifulcas libradas
intramuros. Me refiero al monasterio de Las Descalzas Reales.
Después de vivir
cincuenta años casi de continuo en Madrid este era uno de los interesantes
recintos de la ciudad que aún no había visitado.
Suele ocurrir que vivimos en pueblos o ciudades rodeados de
atractivos espacios, verdaderos tesoros de arte o naturaleza, que, aunque
conocemos su existencia, aún no hemos explorado. Unas veces por falta de
tiempo, otras por pereza, y lo más común, por ser un poco de costumbres fijas.
Así la mayoría de los que vivimos aquí, también de los que vienen de visita,
vamos con desigual frecuencia al Prado, Reina Sofía, Thyssen, Palacio de
Oriente y otros lugares emblemáticos. De tarde en tarde fijamos la atención en
los Sorolla, Lázaro Galdeano, Cerralbo…, pequeños oasis de arte y de paz
acorralados por el fragor urbano. Pero otros, también muy valiosos, suelen
pasar más desapercibidos.
Existe, además, una tendencia bastante extendida: la de
visitar, cuando surge la posibilidad, lugares exóticos y lejanos dejando de
lado aquellos, también inigualables, que se tienen al alcance de la mano.
En algo de eso pensaba
cuando recorría Las Descalzas. Durante más de una decena de años, por motivos
familiares y de trabajo, recorrí Madrid- Roma- Madrid unas dos veces al mes.
Por horario, los lunes salía muy temprano de Roma permitiéndome llegar a buena
hora para trabajar en Madrid y también, por el precio del billete, solía tomar
un avión de la compañía Thai que cubría el trayecto entre Madrid y Bangkok con escala en Roma. Allí desembarcaba y
embarcaba pasajeros. Frecuentemente compartía fila de asientos con viajeros que
regresaban de un viaje por el Extremo Oriente. La mayoría deseosos, tras días de
escuchar lenguas extrañas, de poder hablar español, y ganas
de contar experiencias del nuevo mundo recién descubierto. De esas
conversaciones saqué la conclusión de que muchas de aquellas personas casi no
habían salido, hasta entonces, de su provincia o zona de residencia. Que
conocían muy poco de España. Recuerdo una pareja asturiana, regresaban de Bali del viaje de novios y según
decían la visita anterior más larga realizada había sido a Santander. Poco
conocían, salvo Oviedo y Gijón, de los pueblos y parajes de Asturias, y casi no
tenían idea de la existencia de Muniellos.
En más de una ocasión me surgía la duda de si viajaban por
placer o solo para aparentar.
Una curiosidad; en
uno de aquellos trayectos compartí vuelo con Roldán, aquel cleptómano director
general de la Guardia Civil.
Le traían detenido después de localizarle en Laos. Claro que yo no me enteré
hasta verle desembarcar junto a los policías que le custodiaban al llegar a
Barajas. El avión era un Jumbo de dos pisos y ellos viajaban en el piso
superior.
Bueno, después de tanto preámbulo y rodeo intentaré centrarme
en aquello que pretendía: el convento de las Descalzas.
Decenas de veces habré pasado por esa plaza un tanto
desangelada, herida por los accesos al aparcamiento subterráneo que allí
existe. Sobre todo hace años, cuando en uno de los laterales, prolongación del
Postigo de San Martín, estaba ubicada una tasca portuguesa donde ofrecían, a
buen precio, abundantes y sabrosas raciones de bacalhau dourado además de vinho
verde.
La fachada del
convento, de aspecto entre anodino y austero, nunca me llamó la atención. Tal
vez esa imagen exterior haya contribuido, a pesar de las magníficas referencias,
a ir demorando la visita.
El edificio, antes de ser convento, era un suntuoso palacio
construido sobre restos de edificaciones anteriores en el siglo XVI, por
encargo de un tesorero de Carlos I. La magnificencia del edificio induce a
recordar aquello de “quién parte y reparte se queda con la mejor parte”. El
tesorero debía tener muy buenas relaciones con el emperador pues éste vivió
largas temporadas en el palacio y en él
nacieron algunos de sus hijos.
Transcurridos los años, una de las hijas del emperador
Carlos, Juana, hermana de Felipe II, al quedarse viuda de un rey de Portugal se
recluyó en el palacio convirtiéndolo en el convento de las Descalzas Reales.
Para acompañar a la real dama trajeron desde el País
Valenciano a una congregación de religiosas. Eso explica, supongo, la guía no
hizo referencia a ello, el precioso huerto de naranjos que existe en el
claustro, al comienzo del recorrido.
Aprovecho para decir
que las visitas son guiadas con una duración de poco más de una hora, y que al
cruzar la puerta de entrada el tráfago de Madrid desaparece. Edificio y
visitantes parecemos transportados a un páramo de la meseta castellana.
Una espectacular escalera renacentista lleva a la planta
alta del claustro de los naranjos. Laterales y techos están en su totalidad cubiertos
por valiosos frescos de distintas épocas y autores. A lo largo de esas paredes
varios refinados trampantojos abren puertas y pasillos o proyectan balcones por
los que se asoma la familia entonces reinante. Un alarde de perspectivas.
En esa planta alta se suceden treinta y tres pequeñas
capillas ricamente adornadas. Ese era el número establecido de monjas que podían
morar simultáneamente en el convento. Al provenir de la alta aristocracia cada
una disponía de capilla particular que, supongo, decoraba a su gusto. ¿Competían
entre ellas por tener la capilla más lujosa? Arte, riqueza, ostentación y
devoción conviven en cada capilla. Hasta el siglo XIX, cuando a instancias de
Madrazo fue trasladada al Prado, La Anunciación de Fra Angelico pertenecía a una de
ellas.
Contemplando la
fastuosidad de este y de tantos otros monumentos religiosos, de las distintas
religiones, erigidos a lo largo y ancho del mundo, siempre me surge el
interrogante: en qué medida sus promotores lo hacían en honor a su dios o para
perpetuarse ellos mismos a través de los siglos y colmar así su vanidad. Dicho
esto sin restar un ápice al mérito de quienes impulsaban y financiaban estas
creaciones, hoy valiosísimo patrimonio legado. La procedencia del dinero que
las hizo posibles sería otro de los interrogantes, pero escribir ahora sobre
eso no tiene lugar.
Tal vez, lo más
sencillo y para evitar juzgar indebidamente, es que el propósito de la mayoría
de mecenazgos fuera ambas cosas: honrar y honrarse.
Continúo recordando
las dependencias de laboriosos y magníficos artesonados, son los originales del
antiguo palacio, así como los suelos de cerámica sevillana.
Se suceden salas dedicadas a la exposición de valiosas
pinturas, obras de renombrados autores. Una de las salas está dedicada a la
imaginería, tallas desbordantes de realismo. Allí compiten en esplendor
imaginativo los estilos de las escuelas castellana y andaluza.
En un inmenso salón
en forma de T, antiguo dormitorio de las monjas - según la guía dormían allí
separadas por biombos de tela- cuelgan de las paredes grandiosos y valiosísimos
tapices flamencos. Primorosamente tejidos sobre cartones de Rubens, conservados
en el Prado, representan escenas bíblicas o mitológicas.
Estos tapices fueron encargados y donados al convento por
Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II, gobernadora que fue de Flandes.
Resulta curiosa la
cantidad de personajes con influencia, para bien o para mal, en la historia que
este tipo de visitas descubre o hace recordar.
Siempre me gustó la historia, aunque reconozco que la
impartida durante la etapa escolar de poco o nada me sirvió. No voy a descubrir
ahora que las clases de historia iban poco más allá de aprender las listas de
los reyes como si fuesen ristras de chorizos, y fechas de gestas heroicas cuya finalidad
última era despertar el ardor patriótico. Se pretendía, es mi impresión, hacer
olvidar la miseria de aquel presente evocando verdaderas o pretendidas glorias
pasadas. De la vida de las personas, de su situación económica, de los intereses
reales que impulsaban alianzas y guerras se decía poco o nada. Tampoco del
papel de las mujeres. Cierto es que a través de la historia la mujer ha estado
subordinada al hombre. Las excepciones, Isabel llamada la Católica y alguna otra
heroína como sacada de un folletín,
confirmaban esa regla misógina que guiaba a la mayoría de historiadores y
profesores. Me parece recordar que solo logré unas ligeras nociones de historia
cuando, recién llegado a Madrid, cayó en mis manos un pequeño libro, La Historia de España de
Pierre Vilar.
Dejo este nuevo circunloquio y continúo con la visita que me
ocupa. A la iglesia del convento, alabada por su riqueza artística, no pudimos
acceder. Se celebraba un oficio religioso. Por los pasillos, a nuestro alrededor,
revoloteaba, liviano batir de alas de mariposas, el apagado pero melodioso cántico de las monjas.
En la parte posterior del convento se halla un extenso
huerto. Está rodeado por las tapias de las monjas y altas edificaciones urbanas
que dan a Preciados y Callao. Si resulta sorprendente la plantación de naranjos
avistada en el primer claustro, este huerto ¡a dos pasos de la Puerta del Sol! resulta
asombroso. No es un huerto de esparcimiento ni ornamental. A pesar de ser
todavía invierno y estar los frutales
aún desnudos, solo los más atrevidos comenzaban a florecer, tenía el aspecto de
ser altamente productivo. Los bancales de tierra, cruzados por las conducciones
de riego por goteo y aspersión, reposaban bajo una fina capa de escarcha en
espera de simiente para rendir nuevas cosechas. Algunas hortalizas invernales,
coles, alcachofas… aguardaban todavía lozanas el momento de ser recogidas.
Tiene que ser una gozada poder contemplar, avanzada la primavera, este vergel a
plena producción en el mismo centro de Madrid. Espero tener la ocasión de
verlo.
Al salir la Plaza
de las Descalzas estaba inundada de sol invernal, pero el fino viento del
Guadarrama, mientras sacaba lustre al intenso azul del cielo madrileño, pugnaba
por atravesar nuestras ropas. Se imponía un aperitivo, y Casa Labra, más de
ciento cincuenta años de existencia con resonancias políticas y sindicales
históricas, aguardaba cerca con sus crujientes pero jugosas tajadas de bacalao
rebozado y chatos de vino a la antigua usanza. Para allá nos dirigimos.
Ulpiano Rodríguez
Calvo
sábado, 15 de marzo de 2014
La gata de Rulindes acaba-me cunu cebotsu
Ya outru amiente, ¿qué tal va
tou? ¿va-vus bien rapaces? You ya sei que priguntais abondu pur mí. Tuvía díxume-lu la
axagüeirus de la Rulindes loutru día que
taba cuna rapadoira tsimpiandu la masera p’amasar pu la mañena al día siguiente
ya acurdou-se que nun deixara furmientu
nenguno de la furnada pasada, y’astoncias
acercouse a la nuesa casa a buscar un garfau. Na mia
casa siempre lu hai purque deixamus-lu duna furnada pa outra. Dímus-tse toul
que quixu ya etsa afuxiu a tou miter pa la sua casa, ya toda cuntenta. Peru cumu
ía tuvía una rapazaca xoven, nun sabe muitu destas cousas. El caso foi que puxu-se
a amasar pa faer la furnada del pan ya
cuandu mitiu la petsa de la masa na masera pa que tseldara, al cabu d’una hora,
cuando foi a sacá-la quedou trespeitada del tou purque nun subiera nada; taba la masa cumu la deixara, feita una rapa.
La probe escumenzou a churar ya
nun tinía paradeiru. Espois dun ratau de churamicar, glachar ya esnalaza-se
toda, díxutse-lu a una vicina viecha ya etsa cuntestou-tse que: ¡Ay munina! ¿A
quién se tse ucurre puné-se a amasar tiniendu la riela? La Rulindes esu enxamás
l'uyera ya taba apavuriada del tou la probe. You nun sei bien cúmu terminou
tou aquel belén, peru paré-me que la masa de pan foi entera pa la bacita lus gochus. El casu ía
questa rapacina ía salerosa abondu pa tou,
peru estu de amasar nun se tse da nada bien. Ya ía raru purque outru
amiente, fae unus rusquillus d’anís cun
nata del tseite de las vacas de casa, que tan pa rechambé-se lus didus.
A esta rabileira de rapazaca lu
que tse se da bien abondu ía toda esa xirigonza
de lus teléfanus móviles, yal Interné
ese de lus demonios. Loutru día fartou-se de riir a cuenta mía esta fanduscona.
El casu foi que tábamus aiquí debaxu l’hórreu nuesu, lus tres: un rapaz de Naviego que ía el que nus trae la
farina yal piensu pa lus xatus, la Rulindes ya you. Una ve queste rapazón baxou lus sacus del camión you quiría tamién piensu
pa las potsas nuevas, peru amerou ya amerou pur entre aquetsa muntunera de sacus
que atsí traía, ya nun tse quedaba
nenguno. Astoncias el rapaz dixu-me: Jesusín, nun tengas remor nenguno, que na
más que chegue al almacén, si tengo atsí alguna bolsa chamu-te cuna guasa escapau. You naquel mumentu nun comprendía nada de lu que me falaba aquel
magüetu; taba atunteciu del tou. Peru nutei
que la Rulindes miraba pa outru tsau riendu-se. Al cabu dun ratucu dixe- tse
you: oi rapaz, lu que you toi pidiendu-te nun tien guasa nenguna eh. Aiquí u somus
homes u tartagueirus ¡Ou vamus a parar! Toi dandu-me cuenta que tienes pouca
furmalidá. Pa la próxima, voi tiner que chamar al de Tebongo, cumu sigas asina
fayendu’l tolo.
You agüechaba pa unu ya pal outru
ya taban lus dous que reventaban de risa. A mí taba dandu-me un poucu de tserza
ya puniendu-me tsarizudu purque a la Rulindes faltaba-tse poucu pa mixá-se toda
pu las patas abaixu. Yal outru poucu menus. Nastoncias dime cuenta que taban
mufansu-se de mi ya que la cousa vinía pur
algu que you nun intindiera por ou yera. Fixe-me que fuxía de atsí, de xuntu a
etsus cumu si tuviera enfadau, y’astoncianas acercouse-me la
zalameira la Rulindes ya escumenzou
a afalaga-me, ya díxu-me que esu del
guasap nun yera que fixeran guasa de lo que you tses falaba, sino que chamaba-se
asina, ya que yera una cousa que tienen agora lus teléfanus móviles mudernus pa
comunicá-se unus cun outrus. Nesi mumentu diu-me a mí tamién la risa, peru dixi-tses
que taba fartandu-me de uyir a tsangurdius. Que ya nun quiría piensu, ni farina, ni pulpa, ni nada;
que lu recuchiera tou, purque pur mi, pudía
mitetse-lu pur onde se escumencipian lus goxus ya lus maniegus.
Ya la xustrona de la Rulindes
dixe-tse que cuandu necesitara más furmientu que fora a buscá-lu al Acebo a
onde amasa Manín las empanadas ya tous esus tsambeus que fae tan ricus.
El casu ía que cun estu de la “guasa”
del demoniu nun rigañei a la Rulindes, que tinía pinsau fae-lu, ya bien en seriu, purque
una gatina que tien, que agora ta parida ya tsieva cun etsa una cumia de
gatachus piquininus que dios nus tsibre, disfíxu-me toul similleru del cebotsu
que lu tinía tou naciu muitu guapu. La desgraciada de gata bien a esfueirá-se
tous lus días a la nuesa currada ya presta-tse fae-lu na tierra que ta bien
sachada ya suelta pa luegu tapá-lu. Pudía dir la condenada a las touperas que tamién tan bien tsevantadas ya
bien fouzadas. Peru pierde cuidadu, que
atsí nun va, no. Miánicas, si la cuechu
escarbandu nu similleru, avientu-tse un
madreñazu que la derranu .
¡Rapaces!, deixu-vus hasta outru
ratau muninus, que neste mesmu mumentu, miánicas si nun toi agüechandu pul
ventanu la tsariega a la desgraciada la
gatina que ta outra ve esfueirandu nu mediu’l cebotso.
Ya cun eso alón rapaces.
“Jesusín”, el Pelgar
martes, 11 de marzo de 2014
CADA COSA A SU DEBIDO TIEMPO; SALVO LAS CASTAÑAS
Si hablamos de fogones todos
sabemos que una gran mayoría de los productos alimentarios que utilizamos
a diario en nuestra cocina son congelables,
sin que por ello pierdan o mermen excesivamente
sus características organolépticas. Pues bien, de toda la variedad existente que tenemos a nuestro
alcance, hay un fruto de temporada muy
rico, propio y genuino del concejo
cangués, que todavía hay bastante gente que no ha probado a congelarlo. Me estoy refiriendo a las
castañas. Y yo esta práctica ya la conozco desde el año 1995 porque lo había visto hacer
en El Bierzo, para eso esta ubérrima comarca
leonesa cuenta con numerosos y extensos sotos
de castaños, y comercializa y exporta anualmente una producción muy importante de
este sabroso producto. Para eso posee variedades
de castañas de la más afamada calidad del país,
junto con las gallegas y las asturianas.
Recuerdo que era por el mes de
julio cuando estaba un señor haciendo
una fogata en el patio de su casa en Vega de Valcarce y yo al pasar a su lado le comenté que el día no estaba muy propicio
como para permanecer cercano al fuego, ya que
tendríamos una temperatura
ambiental que superaría bien a gusto los
treinta y tantos grados a la sombra. El señor me comentó que no le quedaba otro
remedio pues, trataba de hacer brasa
para asar unas castañas como obsequio para los visitantes familiares que tenía
de Barcelona, ya que les gustaban mucho y las de la temporada venidera no podrían
probarlas pues, se marcharían bastante
antes de que llegara la cosecha. Yo me quedé un tanto sorprendido al decirme
aquello pues, los castaños en esa época
del verano aún están e flor. Es cuando comienzan a echar las velas o candelas,
y para ser de las castañas viejas del otoño anterior, me extrañaba mucho pues
lo lógico es que estuviesen ya secas y duras como pedernales. El berciano al
ver mi asombro, me desveló el secreto y me explicó que se trataba de castañas
congeladas, pertenecientes a la cosecha
anterior.
Entonces yo, rápidamente, le
pregunté si después de congelarlas sabían tan bien como al natural pues,
ignoraba por completo que se congelasen tales frutos. A lo que el hombre me
contestó que ellos lo venían haciendo desde hacía ya unos años y que apenas se
notaba la diferencia. Y si la castaña
era de buena calidad mantenía prácticamente, el mismo sabor que estando madura
recién recolectada. De hecho, me sugirió que esperase a que saliera la
primera hornada y así podría comprobarlo por mí mismo. Efectivamente, transcurridos unos minutos sacó
unas pocas de prueba y estaban
sabrosísimas y bien calentitas. Lo del exceso de temperatura no fue problema ninguno
gracias al hermoso porrón de clarete de Cacabelos, bien fresquito, que tenía el
buen señor a mano para poder aliviar el calor que despedía la hoguera.
A partir de ese momento me quedé
con la receta y nada más llegar la siguiente
temporada de recolección se lo comenté a varias
personas de mi entorno, las cuales ese mismo año ya se aficionaron a esto y, a partir de entonces, todos los
años suelen seleccionar unas cuantas bolsas de las mejores para meter al
congelador. Pues bien, en estos días que estuvimos en Posada me regalaron unas
pocas que habían congelado expresamente para mí, y para no tener que esperar a que llegase San Juan o la canícula, pusimos manos a la
obra y les dimos calor rápidamente.
En la foto se puede ver el buen
aspecto que presentaban. Estaban estupendas. La única precaución que se debe de
tener a la hora de ponerlas en la chapa , bombo u horno, es echarlas
directamente según salen del congelador con los cristales de hielo pegados y
todo, sin esperar a que se descongelen pues, si se echan al fuego una vez
descongeladas, se ponen negras.
B. G. G. bloguero "Prior"
domingo, 9 de marzo de 2014
Para Víctor Gion
Texto: jrFRANCOS
Cuentan que estaba un gallego (no sé por qué un gallego y no
un cazurro, un asturiano o un payés, pero, bueno, a mí me lo contaron así).
Pues cuentan que estaba un gallego segando hierba a guadaña con unas botas de
cuero de estreno. En un receso para tomar aire, miró para el filo de la
guadaña, reluciente como el de una espada, después miró para sus botas de grasa
que le habían costado unos cuantos jornales... y se las quitó, continuando con
la siega descalzo. De pronto, después de unas horas, cuando la fatiga ya hacía
mella en su pulso, raaass..., la guadaña que le rebaña el dedo gordo y
parte de los otros. Suelta una blasfemia. Mira para su pie sangrante y
mutilado... Mira para las botas allí en un apartado enterizas y nuevas. Y
entonces va y se dice: "Eu carallo, valeume quitar las botas".
De modo que amigo Gion, ante tu
desgraciado accidente, aplícate debidamente adaptada la filosofía del segador
gallego.
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Para que la entrada no se quede tan
corta, voy a poneros una poesía que escribí hace mucho tiempo y que encontré
revisando papeles que tiene uno por ahí semiolvidados. Va dedicada a
JMMartínez, "el hacedor de versos del Blog" (como el mismo se autodefine)
o "el poeta del Blog" como le decimos nosotros.
SOLIDARIDAD
Solidaridad...
con el león en su jaula
con el preso en su prisión
con quien habla y no le
escuchan
por todos los indómitos yo
siento
devoción.
Por los que tienen otras ideas
por los que actúan de otro
modo
por los que no venden su vida
por quienes se revuelcan en el
lodo.
Solidaridad con todos ellos
porque les perseguirán como a
lobos.
(Publicada en la
"Revista de Información Municipal y Cultural" Nº 4
Mayo-1989)
Astronauta de Lepe
La agencia
espacial española va a llevar a cabo un proyecto para el que necesita un
astronauta.
Inician un proceso de
selección, que tras una primera tentativa tienen que declarar desierto.
Desolados, los
científicos están comentando lo infructuoso de la búsqueda de un candidato
adecuado cuando el conserje, oriundo de Lepe, afirma tener un paisano que
seguro que podría servirles.
Escépticos, los
científicos ignoran al pobre hombre, que continúa con sus faenas.
Tras un segundo
proceso de selección, los científicos continúan fracasando en su intento de
conseguir el perfil adecuado.
El conserje, vuelve a
insistir que en Lepe, su tierra natal existe alguien que les serviría a las mil
maravillas.
“Mire usted, José”, le
dicen procurando no herir sus sentimientos, “es dudoso que pueda usted conocer
en su tierra alguien que pueda dar el perfil que requerimos, dado el carácter
agrícola de su población, pero le agradecemos su intento de colaboración”.
El pobre conserje,
continúa con sus faenas y los científicos a las suyas iniciando un nuevo
proceso de selección, que también resulta estéril.
El conserje vuelve a insistir y los
científicos, en su desesperación, consienten en realizarle las pruebas su
paisano.
Realizadas las
pruebas, se encuentran sorprendidos porque el perfil psicológico y físico del
sujeto resultan perfectamente aptos para la naturaleza de la misión.
Tras un periodo de
entrenamiento, lo envían a a misión.
Al poco tiempo fallan
los sistemas y reciben desde la nave por medio de un fax el siguiente
mensaje encriptado:
Los científicos,
desconcertados, no entienden nada. Contratan diversos expertos en criptografía
que tras una investigación exhaustiva se declaran incapaces de descifrar el
misterioso mensaje.
A uno de los
científicos se le ocurre como último intento consultar al conserje, pues quizá
él supiera encontrarle algún sentido al mensaje o darles alguna pista que les
permitiera iniciar otra línea de investigación para dar con su significado.
Llaman al conserje, le
explican la situación y le presentan el mensaje.
El conserje, al ver el
mensaje, se queda atónito y exclama:
“Pero si está dirigido
a mí”.
Todos los científicos
se quedan asombrados por la afirmación. Cuando son capaces de reaccionar, le
preguntan cómo puede saberlo, a lo que el conserje responde:
sábado, 8 de marzo de 2014
jueves, 6 de marzo de 2014
lunes, 3 de marzo de 2014
LA CRISIS DESDE UN PUNTO DE VISTA DIFERENTE
Continuo observando como siguen los ánimos exaltados cada vez que se mencionan temas económicos y demás actos mas o menos "vandálicos" y parece que no terminamos de aceptar o rechazar, aquel buen refrán que dice "vale mas malo conocido que bueno por conocer" siguiendo al otro que dice "todo es del color del cristal con que se mira".
En fin, quizás ya hayáis o tengáis conocimiento de este documental pero creo que es muy interesante si nos limitamos a visualizarlo y aceptarlo en lo que vale y refleja y dejamos las opiniones para otro momento. (Ya conocéis cual es mi opinión sobre las opiniones).
http://youtu.be/XUFMxmIoFRc
Creo que de ahora en adelante, y por aquello de ejercitar nuestro cerebro en el análisis y otras funciones, empezare por publicar un refrán diariamente para que todos nos vayamos a la cama con algo nuevo en que pensar.
Un abrazo.
En fin, quizás ya hayáis o tengáis conocimiento de este documental pero creo que es muy interesante si nos limitamos a visualizarlo y aceptarlo en lo que vale y refleja y dejamos las opiniones para otro momento. (Ya conocéis cual es mi opinión sobre las opiniones).
http://youtu.be/XUFMxmIoFRc
Creo que de ahora en adelante, y por aquello de ejercitar nuestro cerebro en el análisis y otras funciones, empezare por publicar un refrán diariamente para que todos nos vayamos a la cama con algo nuevo en que pensar.
Un abrazo.
domingo, 2 de marzo de 2014
“FOTÓGRAFOS” EN ESTOS TIEMPOS, TANTOS COMO TOREROS EN SEVILLA.
A propósito de las máquinas de retratar, como decíamos en perfecto
castellano durante la infancia, hoy día han cambiado y evolucionado tanto estos
artilugios que aparte de reducir los tamaños y pesos
hasta límites increíbles, casi
como las de los espías, hasta los modelos más elementales están dotados de alta tecnología. Las hay tan completas que solo
les falta poder comunicarse con el
retratista y que, en cierto modo también lo hacen. Y por si fuera poco con
esto, también deben resultar bastante asequibles
a los bolsillos de una gran mayoría del personal, ya que todo perro y gato lleva consigo cámara de fotos. Hasta las
criaturas las vemos con su máquina de retratar en mano y no como aquellas de juguete
de nuestro tiempo que al apretar el disparador salía hacia adelante el objetivo
que era una especie de gusano con cuerpo de acordeón. Al paso que vamos y no tardando, los peques irán ya a la guardería con un chip
incorporado en la muñeca o bajo la epidermis, que incluirá: móvil con cámara de
fotos, de vídeo, TV en 3D, GPS, MP3, bluetooth y otros muchos avances tecnológicos que
ya están a la orden del día y aunque yo no utilizo, sí me consta que son utilizados
por todos aquellos que se sienten abducidos
por toda esta vorágine actual, de los cachivaches digitales.
Hace unos días me
comentaba un amigo que a él cada vez le aburría más el asistir a fiestas familiares, simplemente por
el hastío que le provocaba la pesadez de mucha gente con el hacer fotos a cada
instante. Decía que no había entrado por la puerta y ya le estaban “inmortalizando”,
con cámara, con móvil, con tableta, con el demonio. Y a este tipo de gente les da igual lo que estés
haciendo: comiendo, bebiendo, riendo, llorando… Solo falta que también te saquen fotos durante el tiempo que permaneces
en el escusado. Menos mal que la mayoría de esas tomas luego no tienen
trascendencia ni repercusión ninguna; pero puede darse el caso, que cuando menos te
lo esperas te puede decir alguien: ¿pero fulano qué hacías tú el otro día en
tal sitio que te hemos visto en el Facebook o en el You Tuve y vaya bien
acompañado que estabas? y te quedas medio alelado, si ya no lo estabas de
antemano.
¡Hombre! también conviene decir que a uno todo este exceso
de modernidades digitales ya le están desbordando y hasta cansando un poco, porque aunque se haya ido evolucionando con
los tiempos, nuestras costumbres de crianza y juventud fueron tan diferentes a las
actuales que no acaba uno de entrar por
el aro. Encima ahora, nos estamos dando cuenta que todo esta saturación
digital de la que nos vemos rodeados, sí ha
mejorado nuestro quehacer diario bastante, pero no ha aumentado ni la tranquilidad ni el bienestar interior.
Y yo puedo decir que en
mis años de niño, y en mi entorno, ya había algún afortunado que otro, entre los que yo no me encontraba, que para la primera comunión les regalaban una
cámara fotográfica de las de entonces; cosa inaudita, pues también es verdad que si en estos momentos quisiera
enumerar a todos aquellos suertudos me bastarían con los dedos de la mano, aun ampliando bastante el
entorno.
Yo, mi primera cámara de retratar, que fuera de mi
propiedad, la tuve a los 40 años. Y mis primeros
contactos con la fotografía los tuve a los veintitantos años gracias a las cámaras de empresa que utilizábamos para el trabajo. Pero las fotos que se hacían
para aquellos menesteres no tenían ningún interés artístico, tan solo se
intentaba que dieran fe y mejorasen en lo posible la interpretación de ciertos
detalles técnicos, que pudieran quedar poco claros solo con la descripción escrita. De
todas ellas se elegían las mejores y se incorporaban a los informes en un apéndice
fotográfico final, el cual servía de ilustración y también de engorde para los
casos en que el ejemplar no saliera todo lo robusto que era deseable.
De ese tipo de fotos puedo decir que llevo hechas miles. De ahí viene mi tendencia a hacer fotografías de gran parte
de lo que nos rodea. Y aunque, actualmente, sigo haciendo fotos casi a diario
en el campo, conviene decir que todas ellas son
tomadas sin la más mínima pretensión
de lucimiento. Cuando incorporo una foto a lo que he escrito solo pretendo
ilustrar el texto y aportarle algo
de color. En lo único que procuro esmerarme algo más, es en los encuadres y en los enfoques, siempre que sea posible, porque
a veces tampoco resulta nada fácil. En cuanto a
criterio artístico, ninguno. Si acaso, lo armonía que pueda aportar la
experiencia de haber hecho muchas. Como ya he dicho en un comentario del
Facebook, contestándole a Marta, yo conservo una gran cámara analógica de marca Olympus, con
una óptica Zuiko de óptima calidad, que en el año 1981 me costó 50.000 pesetas
(todos mis ahorros). Con esta cámara he hecho infinidad de fotos, la mayoría de
ellas relacionadas con el trabajo y algunas muy buenas; sobre todo, por la nitidez y el color tan real que tenían las imágenes, gracias a la naturaleza y buena calidad de la óptica. Además,
dicha cámara resultaba de muy fácil manejo pues, aunque es muy completa y
avanzada, tiene la opción de utilizarla
de forma manual para el que sabe tras de lo que anda, pero cuando no es así, se
puede poner en automático y aquí ya solo tienes que controlar la
distancia y el enfoque, porque todo lo
demás, referente a iluminación, campo, fondo … lo hace ella sola y de forma
casi perfecta.
El otro día comentaba un amigo que ahora con el tema
digital, ya no tenemos fotos en papel para otro día poder mirarlas y remirarlas
detenidamente como hizo él no hace mucho, cuando rebuscando por casa dio con una caja de
zapatos llena de fotos ya un tanto amarillentas, y vaya bien que lo pasó viendo imágenes de
cuando éramos jóvenes y recordando viejos tiempos. Otra cosa será el día que
queramos tener en nuestras manos fotografías
de las vivencias actuales y no podamos hacerlo
por no haberlas llevado a papel como se hizo siempre. Esa será la factura que deberemos pagar en el
futuro, por habernos conformado con el
simple visionado en pantalla digital.
B. G. G. Bloguero
“Prior”
sábado, 1 de marzo de 2014
Cual Dr. Cavadas
Texto y fotos: jrFRANCOS
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Cuando uno se ausenta durante
mucho tiempo de un grupo de amigos, creo que lo menos que debe
hacer es dar una explicación al retornar. Y la mía sería ésta: "La vida le
sirve a veces a uno platos fríos y amargos que tiene que comerse quiéralo o
no". Como la frase es un tanto ambigua y solo la entenderán quienes lo
saben, digamos que problemas familiares me han tenido ausente.
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Hay personas que se admiran ante un
edificio de arquitectura innovadora, ante un invento revolucionario o
ante cualquier avance tecnológico, porque creen que eso nos lleva al progreso y
a la felicidad. Yo en cambio me admiro ante un árbol (y por extensión
ante un bosque). Cuando estoy al pie de uno de esos que son monumentales y por
añadidura, a buen seguro que centenarios, me gusta tocarlo y sentarme un
rato bajo él porque semejante monumento de la naturaleza, que desafió sequías,
tormentas y vientos huracanados, que desafió en suma a los tiempos, tiene
por fuerza que desprender energía positiva. Buenas vibraciones.
No lo hago en cambio ante un edificio de
arquitectura innovadora (lo admiro, eso sí), ni ante un invento revolucionario
o avance tecnológico (aunque aún me siga maravillando de que un avión, con sus
cientos de toneladas, logre remontar vuelo) porque no me aportan nada vital
para que exista la Vida. En cambio, el primero, el árbol o bosque sí aporta
algo esencial para que la Vida exista, cual es el oxígeno, sin el cual no
habría personas que levantasen edificios, inventasen cosas ni lograsen
avances tecnológicos. Y esto se produce de un modo tan natural que no le
damos importancia. Nos limitamos a respirar y únicamente le prestamos atención
al aire cuando está contaminado.
Voy a transcribir un párrafo copiado de
la Selva Amazónica (6 millones de km2, repartida entre ocho países: Brasil,
Perú, Colombia, Bolivia, Ecuador, Guayana, Venezuela y Surinam), considerada
"el pulmón de la tierra", donde se pone de manifiesto cuanto
acabo de decir: "Los vegetales producen biomasa a través de la
fotosíntesis, que es el proceso por el cual los rayos solares proporcionan la
energía suficiente para transformar, el dióxido de carbono y los minerales y
agua del suelo o de la atmósfera, en hidratos de carbono, que son la materia
prima que los seres vivos utilizan para alimentarse, crecer y reproducirse. En
el proceso de la fotosíntesis se libera oxígeno que casi en su
totalidad va a parar a la atmósfera o al agua. (...)
El dilema está tan claro que ni
existe: o árboles y bosques y selva amazónica o no hay Vida.
En el reciente temporal de
lluvias y vientos, que notamos en toda España aunque más por el norte,
uno de estos me desgajó varias ramas de dos mimosas, árbol de crecimiento
rápido y madera por tanto poco consistente. Fue como un desgarro de mis
entrañas. Árboles que había plantado con mis propias manos, que regué y podé, y
hasta acaricié, que eran como dos hijos, a cuya sombra me sentaba y de
cuya floración amarillenta alegraba la vista durante casi todo el mes de
marzo e incluso el florero del centro de mesa, un viento de más de 80
km/h me los había destrozado en una de sus embestidas.
La primera intención (reacción
colérica) fue coger la motosierra y terminar de cortarlas para quitar de
mi vista aquel desaguisado de ramas tronchadas. Era ya tarde y lo emplacé para
el día siguiente. Bendita demora porque entonces concebí otro plan. El de
aligerar de peso las ramas desgajadas con una poda severa y mediante unas
cuerdas,, a las que aplicaba un torniquete para tensar, volverlas a su sitio.
Luego sellé las heridas con silicona para evitar que entrase agua en la parte
desgajada, a fin de que suelde mejor la madera violentamente separada, y
los árboles volvieron a recobrar casi su fisonomía primigenia; sólo estaban
aligerados de copa, que con el tiempo volverá a tener su explendor de antaño.
Cuando alejándome unos metros las contemplé, me sentí satisfecho de la labor de
recomposición realizada, me sentí casi como el doctor Cavadas, el cirujano
plástico de fama internacional, cuando hace esas increíbles operaciones y
vuelve a su sitio y a su funcionalidad miembros destrozados.

EL ÁRBOL
Viajero, escucha:
Yo soy la tabla de tu cuna, la
madera de tu barca, la superficie de tu mesa, la puerta de tu casa. Yo soy el
mango de tu herramienta, el bastón de tu vejez. Yo soy el fruto que te regala y
te nutre, la sombra bienhechora, el refugio amable de los pájaros que alegran
tus horas y limpian de insectos tus campos. Yo soy la hermosura del paisaje, el
encanto de la huerta, la señal de la montaña, el lindero del camino...
Yo soy la leña que te calienta, el
perfume del aire, la salud de tu cuerpo y la alegría de tu alma. Por último,
soy la madera de tu ataúd.
Por todo eso, viajero, tú que
me plantaste con tu mano y puedes llamarme hijo, o que me has contemplado
tantas veces, mírame bien, pero... no me hagas daño.
El Autor: Rabindranath Tagore, fue filósofo, artista, músico
y escritor bengalí (1861-1914). Premio Nobel de literatura en 1913.
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