sábado, 28 de noviembre de 2015
POR QUÉ ME HICE DEL BARÇA (nada tiene que ver con el reciente 0-4)
Sí, ya sé que es un
hecho trivial y no importa a nadie, incluso ya ni me importa a mí, pero…Durante las clases en Corias, en escasas ocasiones por cierto,
algunos profesores entablaban diálogos con los alumnos sobre temas que
poco tenían que ver con la materia que estaban dando. Escasos eran los
profesores que se avenían a permitir esos debates, menos aún aquellos que los alentaban. Eran liberadoras ocasiones para
abordar temas interesantes no recogidos en los libros de texto. Permitían dejar de lado, durante ese siempre corto espacio de tiempo, la
aridez de la asignatura con la que estábamos
ocupados.
Se debatía sobre casi
todo, si bien dos temas no tenían cabida: el sexo, que aunque latente
estaba reservado para charlas más intimas o tímidas, pues,
además de vetado, allí se tenía por
ausente; y la religión, que, al tener su propia y obligatoria
asignatura, resultaba superflua por
omnipresente.
Uno de los temas más
socorridos, junto a otros de mayor enjundia, era el fútbol. Éste nos ocupaba en uno de aquellos recesos. Por aquellas fechas el
Real Madrid visitaba Asturias para enfrentarse al Real Oviedo, equipo que
entonces, incluso ahora de forma mucho más tibia,
gozaba de mi simpatía. El profesor, no diré el nombre por si falla la memoria, solo
que era dominico no catalán, participaba animando el debate
futbolero, y, en determinado momento, vino a decir: “Los del
Madrid son prepotentes y engreídos, cuando vienen a jugar se burlan de
las costumbres asturianas, se ríen de los paisanos por calzar madreñas; al contrario, los del Barça, son más cercanos y respetuosos con las
tradiciones y sentimientos regionales”.
Desde aquel día comencé a mirar con recelo y cierta antipatía a los del
equipo de color blanco, por mucho que lucieran ese color jugadores tan
populares como Di Stéfano, Puskas o Gento, mientras mi simpatía se
inclinaba hacia el color blaugrana de los catalanes, sin importar a esa nueva
filiación futbolística que si bien en la defensa del Barça abundaban catalanes: Ramallets, Segarra, Gensana y otros, en la
delantera predominaban húngaros, Kubala, Kocsic o Czibor o
suramericanos, Evaristo, Martínez… y un gallego, Luisito Suárez. Ya se sabe, todo sentimiento tiene un componente irracional,
y esta atracción futbolera, complementada por una naciente simpatía hacia lo catalán y
distanciamiento del centralismo
representado por el Madrid, no iba a estar exento de él.
Recordaba este hecho anecdótico, más de cincuenta años después, paseando hace unos días por La Rambla de Barcelona, al tratar de explicarme la actual
efervescencia independentista asentada en Cataluña con la
impresión de comprender, no necesariamente de compartir, una parte de los
motivos que la sustentan. La poderosa
capacidad de influencia que se puede ejercer sobre quienes se encuentran en el
albor de la adolescencia, incluso entre quienes ya están alejados de ella, cuando alguien influyente, de forma
persuasiva, les indica que están menospreciando aquello que perciben como
parte de sus raíces.
Se
dirá que mi caso no constituye un dato empírico,
desconozco, o no recuerdo, el impacto causado por las palabras del profesor
entre mis compañeros de curso, pero, si observamos los movimientos gregarios que
se producen en torno a los más variados fenómenos
sociales, se puede afirmar que sí es así. No es
casualidad que en Cataluña el cambio generacional juegue a favor
del independentismo.
En
aquel lejano entonces de Corias no conocía que, casi
siempre, los movimientos independentistas o centralistas no surgen de los
pueblos, éstos tienen intereses mucho más
inmediatos, sino de los intereses particulares de la élites que
los dirigen. Tampoco conocía, con el tipo de historia adulterada que
se estudiaba no podía conocer, que el encaje de Cataluña en España nunca fue fácil a través de los
siglos.
La
sobrevalorada unificación de los reinos de Castilla y Aragón llevada a cabo por Isabel y Fernando fue poco más que un matrimonio de conveniencia. Una vez muerta Isabel, Fernando, casado al poco tiempo con Germana
de Foix, se instaló
de nuevo en Aragón y los dos
reinos funcionaron en la práctica por separado. Concesiones
posteriores, por parte de Carlos I, a la nobleza catalana permitieron que se
lograra una cierta reunificación. Situación que, a
través de distintos episodios de confrontación -aunque
valencianos, aragoneses y baleares, también
integrantes de aquel reino, fueran abandonando la causa separatista- se mantuvo
hasta nuestros días. Episodios de confrontación que
alcanzaron su punto álgido durante la Guerra de Sucesión, cuando los catalanes impulsaron una insurrección en favor del Archiduque Carlos y la dinastía austriaca, más proclive ésta a
reconocer sus leyes y derechos históricos, frente a Felipe V y los Borbones,
partidarios de un sistema absolutista y centralista. Esta guerra, una guerra
civil con intervención extranjera, terminó con la retirada de apoyo a la causa austriaco-catalana,
principalmente por parte inglesa, y la entrada a sangre y fuego de las tropas
borbónicas en Barcelona el 11 de septiembre de 1714.
Puede parecer anacrónico y fuera de lugar recordar esto, pero sería ignorar que buena parte del mensaje independentista hunde sus raíces, junto acontecimientos más recientes,
en esos hechos históricos. No es casual que la Diada, cada año con mayor
poder de convocatoria, se celebre un 11 de septiembre. Y no se debe desdeñar a un pueblo capaz de conmemorar su derrota.
Pero
estos hechos históricos no explican por sí mismos el auge actual del independentismo. La sociedad catalana
actual, incluso el origen de buena parte de ella, es muy diferente de aquella a
la que nos remite la historia. Diferente es el contexto europeo, una Europa
que, con contradicciones y no siempre en sentido favorable a los ciudadanos,
avanza en el derribo de fronteras. También diferentes
son los principales actores del movimiento secesionista. Si en el pasado éste estaba encabezado y dirigido por la nobleza y los poderes
feudales apegados a su tierra y sus derechos ancestrales, en la actualidad
quienes lo impulsan son partidos políticos de raíz
nacionalista, cada uno con sus particulares intereses. El antiguo poder feudal,
al menos buena parte de él, convertido hoy en pujante capitalismo,
parece haberse echado a un lado. El dinero no entiende de sentimientos ni
fronteras; hace cálculos para, de una u otra forma, siempre ganar.
Quizá sean otros,
dos principalmente, los factores que han dado alas al independentismo: La
crisis económica, y las torpezas del Gobierno del Estado, sobre todo del
partido que sustenta el Gobierno actual, en su relación con Cataluña.
Recientemente, J.Stiglitz, Nobel de Economía 2001, afirmaba en una entrevista: “El auge
independentista catalán se debe a la austeridad”. Es evidente que la política económica pilotada por la UE y aplicada por el Gobierno español, su alumno aventajado, ha provocado una quiebra social, un
descontento generalizado que las fuerzas soberanistas catalanas han sabido
convertir en caldo de cultivo independentista.
Aunque el actual Gobierno de la Generalitat,
fiel a sus planteamientos ideológicos en materia económica, aplicó en el ámbito de su
competencia medidas de recortes en prestaciones y servicios públicos similares a las practicadas por el Gobierno central, está logrando, situándose de perfil y parapetándose tras la estelada, señalar como
responsables de “su”
crisis a
otros, ajenos a Cataluña. El déficit en la
balanza fiscal se utiliza para hacer calar eslóganes, no
expresados explícitamente pero sí de forma más o menos
sibilina, tan eficaces como el “España nos roba”, obviando, interesadamente, que quienes roban a los catalanes son
los mismos que se lucran del resto de españoles, o con
mensajes falsos como “en una Cataluña
independiente no se hubieran producido recortes”
Esos factores, el económico y, quizá en menor medida, el histórico sentimental, han hinchado las velas al fenómeno independentista. Causa perplejidad, si la económica es razón principal, el extraño maridaje de las fuerzas políticas que
impulsan el proceso: desde la derecha liberal-capitalista hasta los
anticapitalistas.
Se pueden entender las razones, y el interés, de Convergencia -partido que en distintas legislaturas fue el cómodo bastón en el que se apoyaron los gobiernos de
la nación, tanto del PSOE como del PP, cuando éstos se encontraron
en minoría- para acelerar el proceso en eludir las responsabilidades de su
gestión económica que le estaba provocando la pérdida de
apoyo electoral, o tapar el que ya parece demostrado saqueo del 3% asociado a
la financiación del partido, además del escandaloso enriquecimiento de la
familia Pujol, pero no parece que se pueda entender, al menos desde
planteamientos de izquierda, la sumisión de quienes
así se definen a esa estrategia. Se supone que uno de los pilares
ideológicos de la izquierda es la solidaridad y no resulta creíble que quienes se oponen al trasvase de recursos entre
comunidades y colectivos de población en función de su
nivel de desarrollo y riqueza -sin entrar en la más que
discutible política fiscal desarrollada por el actual Gobierno central, algo que
debiera ser tarea de catalanes y del
resto de españoles cambiar- vayan a desarrollar una política solidaria con las comarcas y los sectores populares más desfavorecidos de la sociedad catalana.
No parece razonable que el independentismo
aparque o difumine el conflicto o confrontación entre esos
diferentes intereses. No es propio de quién se define
de izquierdas el “sálvese quién pueda”, más cuando con el que intenta compartir salvavidas es quien le arrojó al mar. Menos se entiende aún cuando el
poder financiero abatió toda frontera situando a los ciudadanos
ante el reto de unirse, saltando también las
fronteras, para hacer frente a la voracidad de ese poder.
Soy
de los que piensan que la única patria que merece la pena es aquella
que no tiene fronteras.(aunque esto solo sea un oxímoron, esa
palabreja tan de moda en los últimos tiempos)
Si miramos atrás no todos
los movimientos de rebelión en Cataluña han tenido
como objetivo la independencia. La izquierda catalana no ha sido independentista.
Ésta, uno de las principales arietes contra la Dictadura, alcanzó su máxima expresión con La Asamblea de Cataluña. Sus reivindicaciones, aún pueden
resonar en los oídos de quienes tenemos más de
cincuenta años, eran Llibertat, Amnistía, Estatut d’Autonomía. El PSUC primero y el PSC después fueron el crisol en el que se fundían y amalgamaban
las culturas y sensibilidades que mayoritariamente componían la sociedad catalana, independientemente de su origen o
procedencia. Muy mal se han tenido que hacer las cosas para que fuerzas políticas llamadas de izquierda, marginales durante los cuarenta años de democracia, ocupen hoy la centralidad de la política y puedan embarcarse junto a la derecha catalana de siempre en
esta insolidaria aventura soberanista.
Resulta chocante ver ondear al viento
banderas esteladas de triángulo amarillo con estrella roja junto a
otras de triángulo azul y estrella blanca unidas por el alborozo de la
independencia, como si en Cataluña, también en el
resto de España, no hubiese graves problemas que las separan
Difícilmente
estos factores, el histórico-sentimental y el económico, hubieran calado en la sociedad catalana de no estar acompañados de otro decisivo: la
actuación, por acción u omisión, del
Gobierno central y del partido que lo sustenta. La torpeza demostrada con el
Estatuto, votado en referéndum en Cataluña y aprobado
por el Parlamento español, echó en brazos
del independentismo amplios sectores de la sociedad catalana que como mucho
eran federalistas. La sentencia del Tribunal Constitucional, actuando a
instancias del Partido Popular, que anuló partes
sensibles de ese estatuto, contribuyó a que las instituciones del estado
fueran miradas con mayor recelo. No se puede olvidar que este Tribunal, y la
mayoría del poder judicial, actúa bajo la
influencia del poder político que es el que, en buena parte, le
nombra. (Sospechoso resulta que sea precisamente ahora, y no hace años, cuando se aceleren las causas por el enriquecimiento de la
familia Pujol y “mordidas” del 3%. Estos hechos con todos los visos
de delictivos, conocidos desde hacía largo tiempo, inducen a pensar que,
desde el Gobierno, se puso freno a la actuación de la
justicia a cambio de mantener dormido el independentismo)
Junto a la torpeza con relación al Estatuto, y otras actuaciones, el Gobierno de la nación ha permanecido impasible, tal vez por interés electoral, ante la realidad cambiante en Cataluña.
Una realidad que, me temo, está dando buenos réditos electorales tanto al Sr. Rajoy como
al Sr. Mas. Se podría decir que, mutuamente, se están haciendo
su respectiva campaña electoral. Son ellos, desde el poder político que representan, quienes, envueltos en las banderas que dicen
defender, alimentan las calderas de la confrontación.
El
Gobierno que salga de las urnas el próximo 20-D
tiene ante sí difíciles retos: las rupturas, cuando se solapan las causas que las
provocan, son mucho más difíciles de
soldar. Lograr que los apoyos a la causa independentista no continúen creciendo y ganar a sectores que hoy le dan su apoyo a través de soluciones de entendimiento, desde el respeto mutuo, debiera
ser objetivo prioritario. Aunque siempre habrá una parte
de irreductibles, respetables si actúan democráticamente, el independentismo no es monolítico, tiene fisuras izquierda/derecha independentistas/
federalistas.
Ayudaría a ello
entablar un diálogo partiendo del reconocimiento de las diferencias y trabajar
por eliminar los prejuicios, recelos y
anti que, interesadamente, se han sembrado y han tomado arraigo entre
amplios sectores de la sociedad catalana, y, también,
contrapuestos, en buena parte fuera de Cataluña.
Imprescindible resultaría echar a los talibanes políticos, personajes cuyo
medio de subsistir es la confrontación nacionalista, y que pululan por todo el
Estado. Eliminar el lenguaje tabernario, chula tú, chulo yo,
de esta confrontación política.
El próximo
Gobierno debería actuar con valentía, con visión amplia de
futuro, de todo el conjunto, no con la miopía de
intereses particulares cortoplacistas. Ilusionando a una gran mayoría de la sociedad con un solidario proyecto común.
Retos de similar o mayor envergadura se han
superado, al menos transitoriamente, actuando con ciertas dosis de cordura
democrática, en Quebec y más recientemente en Escocia.
Claro que éstas solo
son algunas opiniones personales, plagadas de lugares comunes, formuladas con
la vana ilusión de que, al menos parte de ellas, sean compartidas por quienes
salgan elegidos para formar gobierno el 20-D.
Antes de terminar las ya demasiado largas y
tediosas divagaciones, regreso al principio para reafirmar aquí mi agradecimiento a aquél profesor de Corias. Él propició, aunque para ello utilizara cierto
maniqueísmo, que comenzara a
valorar la pluralidad, la diversidad de los pueblos de España, y fuera creciendo en mí el interés hacia la cultura y la historia catalana.
El fútbol siempre
lo seguí a cierta distancia, nunca fui lo que se conoce como forofo.
Reconozco que el Barça me permitió distraer
durante ratos buenos y malos, los últimos años más bien buenos. Pero ya
sabemos, este tema, como tantos otros, mientras en algunos despierta pasiones
para otros solo es una solemne tontería.
ulpiano rodríguez calvo
CUMPLE SU ILUSIÓN 55 AÑOS DESPUÉS
Subtítulo: Del libro, que ha levantado expectación, se han vendido
ya más de cien ejemplares antes de salir de la imprenta.
Fotos: Portada del libro y El Autor
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A
José Rodríguez Francos, un asturiano afincado en Los Santos de Maimona desde
1974, y que firma sus trabajos como "jrFrancos", fotógrafo aficionado
con varias exposiciones en su haber, no se le puede negar que no
tenga paciencia y constancia. Siendo adolescente y estudiante en un
convento-internado regido por frailes, leyó "Diario de un cazador" de
Delibes y después, "Diario de Ana Frank" de la niña judía, y se puso
a escribir el suyo. Y se dijo que quería ser escritor. Ahora, 55 años después,
ve cumplida su ilusión, pues aunque tiene más de medio centenar de artículos
publicados y colaboraciones en dos libros editados por la Junta, éste de ahora
es su primera obra de autoría en solitario.
Se
titula "LOS SANTOS DE MAIMONA, entre artistas, escritores y
asociaciones", y se presenta en público el proximo jueves, 3 de diciembre,
a las 20,00 horas en la Casa de la Cultura. El libro, en el cual el autor
trabajo de forma intensiva desde enero de 2014, recibió un premio en dicho año
como proyecto innovador por parte de la Fundación Maimona. Dicha obra, que
abarca dos volúmenes, siendo el que se presenta ahora el primero, es un trabajo
de investigación que rompe moldes: tiene tamaño de folio, tipografía generosa
en cuanto a titulares y tamaño de letra, y va profusamente ilustrado (324
fotos, algunas a color, para 268 páginas). Tiene, pues, un enfoque
muy visual y ameno. En este volumen I, de la A a la E, desfilan por él más de
un centenar de actores, artesanos, artistas por un día, asociaciones
culturales, bailarines, bandas, cantantes y músicos, cineastas, coleccionistas,
corales y coros, decoradores y escaparatistas, dibujantes y diseñadores,
discjockeys, periodistas, escritores e investigadores que escriben, escuelas
artísticas, escultores y eventos populares. Esta editado por el
"Colectivo de artistas, escritores, instituciones y empresarios
santeños" y aunque se vendiese toda la edición, genera pérdidas, que el
autor tendrá que asumir (además del trabajo de estos treinta meses), si no
recabase nuevos fondos del Colectivo, en su deseo de ponerlo a un
precio asequible para todos los bolsillos (10 euros), muy por debajo del
precio de costo.
Singular es también la portada, de perspectivas cambiantes en cascada,
fruto de un primer diseño del autor, mejorado por la pintora Carmen Ramos
Navarro y retocado finalmente por el preimpresor Manuel Saavedra Pecero. Y
singular es la presentación, que corre a cargo de Don Ángel Bernal Estévez,
Doctor en Historia, investigador y autor de varios libros, para, a continuación,
y como si en un cuento de hadas y duendes que cobran vida se tratase, dar
paso a un espectáculo donde una docena larga de personajes del libro saltan al
escenario y actúan. Así habrá poetas y monologuistas, cantantes (de
canción moderna, melódica, flamenca y lírica), músicos (guitarra, violín y
piano) bailarines (de rock and roll, pasodoble a ritmo de acordeón,
sevillanas y regionales)... para terminar con un desfile infantil de ropa
customizada.
Presenta el acto Lucio Poves, el que fuera periodista y Jefe de Programas de la Cadena SER en Mérida, hoy jubilado.
Presenta el acto Lucio Poves, el que fuera periodista y Jefe de Programas de la Cadena SER en Mérida, hoy jubilado.
jueves, 12 de noviembre de 2015
COLEGA
Hay noches en que uno no está para nada. Aunque la
noche se asocia con la tranquilidad, el reposo, la vida doméstica, etc… hay sin
embargo adictos a la noche porque la oscuridad que conlleva es justo el amparo
que requiere su vida. Los malhechores, por ejemplo. O simplemente el animalito
a quien la noche favorece para iniciar su búsqueda de sustento, desde la
enigmática lechuza hasta el murciélago a quien los gallegos llaman con
propiedad abrenoite. Su ropaje de oscuro marrón-grisáceo es adecuado para su misión:
advertir que la noche va a empezar.
Pero yo, ni malhechor ni abrenoite, alguna vez tuve
un percance a altas horas de la noche.
Lo recuerdo a un tiempo con nitidez y confuso. ¿Qué
pintaba yo aquella noche a las dos de la mañana, solo por la Calle Corrida de
Gijón? La memoria no me ayuda a precisarlo pero supongo que fue una noche en
que estaba invitado por mi amigo Alfredo Mario a la inauguración de su
chocolatería Valor en citada calle. El caso es que la conocida rúa gijonesa
estaba desierta cuando yo me dirigía a un aparcamiento cercano a recoger mi
coche. Ni un alma. Ni un ruido. Soledad hasta llegar hacia la mitad de mi
trayecto, cuando apareció, de manera súbita un tipo joven, con apariencia poco
tranquilizadora. No era ya posible
evitarle. Al llegar a confluir con él, me suelta en un tono casi festivo:
“Hola, colega ¿No tendrás por ahí un durín que ando secu?”
Ignoro por qué, pero lo cierto es que reaccioné de
forma destemplada y con cierto malhumor.
“Déjeme en paz, yo no soy colega suyo”.
A veces tiene uno reacciones desmotivadas,
espontáneas e insolentes. Presumo de educado y de buena persona.
Hay un cuento oriental en el que se dice que todos
llevamos dentro dos lobos, uno bueno y otro malo, y que normalmente triunfa el
lobo bueno siempre que lo tengas bien alimentado.
Entonces ¿Por qué me irritó tanto que me llamara
colega? Pero mi auténtico yo saltó rápido. Dos metros más allá se me agolparon
en la mente una catarata de reflexiones:
- - ¿Cómo que este no es colega mío?
- - ¿No tenía yo por cierto que todos los que
andaban por el planeta son colegas míos?
- - ¿Por qué respondes de manera desairada a un
pobre hombre que en nada te ofendió?
- - ¿Con qué derecho yo, hombre de situación
acomodada en la vida, contesto con menosprecio a un pobre que se cruza en su
camino?
- - Pero ¿Quién soy yo para juzgar y sentenciar a un
prójimo a quien no conozco de nada?
- - ¿Con qué derecho condeno yo a un prójimo cuyo
único delito, probablemente, has sido carecer de suerte en la vida?
- - ¿Cómo tienes la desvergüenza de menospreciar
desde alto peldaño de tu vida acomodada a un hombre que sabe Dios las bofetadas
que le ha dado la vida?
-
Ni como hombre, ni como cristiano te puedes
permitir despreciar a nadie.
Parece mentira, pero todo este enjambre de ideas me
vinieron a la cabeza en sus 80 metros que ya nos separaban al mendigo y a mí.
Me detuve y con voz tonante en el silencio nocturno
exclamó.
“¡Colega, espera un momento hombre!”. Se detuvo e
inició tímidamente el camino a mi encuentro. Yo, a mi vez, retrocedí unos
metros.
“Perdóname colega, toma tómate algo” y le di cien
pesetas y añadí “pero no te lo bebas todo hoy”. Añadí.
“No, me dijo, voy a ver si encuentro algún sitio
donde comprar un bocadillo”.
Busqué más dinero y le di otras cincuenta pesetas.
“Toma para el desayuno”.
Nos dimos la mano y cada uno reanudamos nuestra
marcha.
Me alejé pensando: “Pepe, mamá estaría orgullosa de
ti. Esta reacción se la debo a ella”.
El tema no es nada sencillo. Es verdad – y los
creyentes a ello prestamos nuestra vida – que al caminar juntos por la vida,
todos somos hermanos de todos. “¿Quién es mi prójimo?” Preguntó un discípulo a
Jesús. Y le contó la parábola del que viajaba a caballo de Jerusalén a Jericó y
los ladrones le robaron y le dejaron medio muerto. La respuesta de Cristo, todo
aquel que me necesite es mi hermano. Es precioso tal formulación, pero carga
sobre nuestras conciencias unos deberes morales no fáciles de poner en
prácticas.
Gracias mamá
que me enseñaste a los 10 años que era mejor dar que recibir en la vida que hay
que estar siempre presto a ayudar a alguien que lo necesite, sea desconocido o
conocido.
Mamá nunca iba personalmente a ninguna casa a
socorrer a nadie. Me enviaba a mí.
“Pepín, vete y lleva esos chorizos y esas patatas a
casa de Justa. Si hay alguien que no sea de la casa vuelve y lo llevas más
tarde. No hay que tener testigos cuando haces el bien”.
Justa era viuda y tenía ocho hijos, era la
postguerra, el mayor de 17 años.
Gracias mamá, a ti comprendí desde niño que en la
vida lo más sublime lo más hermoso, lo único que nos redime es esto: dar y
darnos.
PDT: Hace unos años un grupo de psicólogos de la
Universidad de Oviedo, llegaron a la conclusión de que la persona (hombre o
mujer) está prácticamente definida a los doce años. Con posterioridad a esa edad
se pueden añadir cientos de cosas positivas o negativas, pero ya la
personalidad no cambia. Es como una vivienda ya terminada, pero lo que un
inquilino puede trasformar su piso en un rincón delicioso y otro puede
convertirlo en un recinto de pésimo gusto.
Mi experiencia me dice que lo más importante de
nuestra vida, lo asimilamos precisamente entre nuestro nacimiento y los doce
años. Es una verdad que todos los papás y mamás jóvenes deberían tener muy
claro.
Pepe Morán.
Dominico-ex
viernes, 6 de noviembre de 2015
Esta vez, en Pola. La próxima...?
El paisano Alberto Rodríguez, presentador del programa de la
TPA, “De folixa en folixa”, puede presumir y presume de estar de fiesta a
menudo, casi a diario por todo Asturias, pero que no esté muy seguro de poseer por
mucho tiempo ese honor, porque este
grupo de amigos no le va a la zaga. Como se despiste un pelín el folixero,
estos rapaces lo desbancan al momento. En este caso, la comilona fue en
territorio de Pepe Morán, en Pola de Lena. Por el brillo de sus caras da la impresión que el mesonero estuvo a la
altura, pues se les ve pletóricos. Un saludo para todos y a seguir
así de unidos, de animosos y de
apetentes. “Corias es mucho Corias”.
jueves, 5 de noviembre de 2015
UNA FLOR EN UN ESTERCOLERO (I)
Aquellos adolescentes se pasaban el día riendo sin saber por qué. Pero ella, Susana, jamás reía y sabía por qué. Si una chica no se ríe nunca a los 15-16 años es que algo siniestro ha desbaratado su vida recién estrenada. Para el profesor es tristísimo asistir un día y otro al espectáculo de una vida rota y no poder hacer nada. Ni la rutina de años y años ni la renovación de cientos de caras cada año hacen inmune al profesor ante el espectáculo de una niña prematuramente destrozada. Sin embargo la casualidad se alía con la fortuna y te ofrece en bandeja la posibilidad de acercarte al problema. Así ocurrió una tarde gris y fría de enero.
Al pasar lista, Susana no respondió. La falta de popularidad que tenía entre los demás alumnos se manifestó en forma de un sordo murmullo condenatorio. Incluso se oyó alguna palabra insultante. No me sorprendió, pero reaccioné con un fuerte golpe en la mesa y mi advertencia. “Se acabó. No tolero que en mi clase se linche a una persona ausente. No quiero oír ni una palabra más”. Al día siguiente volvió a clase. Allí estaba. Con la mirada huida, como siempre. A la hora del descanso me fui a pasear por un jardín contiguo al colegio. Al momento la vi que se acercaba a mí. Me abordó por detrás, claro. Al ir a mi par dijo “Pepe, gracias”. Me volví a mirarla pero, como de costumbre, apartó la mirada y siguió allí sin moverse. Intuí que esperaba unas palabras mías, que quería decirme algo.
“Escucha, Susana lo de ayer no lo hice por ser tú. Con cualquier otra que hubiera ocurrido yo haría lo mismo porque es intolerable dejar que 30 hablen de una alumna ausente, pero Susana, reconoce que tu manera de comportarte les cae mal a tus compañeros. Siempre estás sola, no hablas con nadie nunca, pareces enfadada con el mundo. Escucha, yo no sé qué te ocurre, pero estoy convencido de que tienes algún problema muy serio en la vida”.
Ella quieta, inmóvil, con la cabeza ligeramente escorada hacia la izquierda y la mirada hacia el suelo, me lo ponía de verdad difícil. Su aspecto era o de un animal acorralado o el de una niña maleducada en pleno berrinche. Era la típica situación en la que si pierdes la calma echas por tierra toda posibilidad de romper el hermetismo de una chica.
Pero, ¿Por qué seguía allí, sin moverse, como a la espera de algo? Era evidente, que esperaba algo más, de lo contrario se habría ido. En estos casos la persona menos indicada para lograr que la muchacha se abriera era su propio padre. La implicación emocional impide a un padre mantener la serenidad y lanzarse a una escalada de voces y gestos inoportunos. El profesor, sin embargo, lo vive como un asunto que atañe a su profesión pero te mantiene sereno, sin perder los nervios, así que proseguí: “Mira, Susana, no te pido que me cuentes nada, pero aprovecho la ocasión para decirte que si algún día te encuentras demasiado sola con tu problema, yo estaría encantado de oírte y ayudarte, si es posible. Te voy a dar mis teléfonos de mi trabajo de la mañana y el de mi casa. Si un día estás muy apurada, llámame”.
A partir de ese día ya no lograba quitármelo de la cabeza. Incluso lo hablé con un amigo mío, psicólogo profesional, para que indicara que más podía hacer. “Nada – me dijo – déjalo como está, dale señales de que la ves, de que estás disponible, pero déjala, que la cosa madure, si tiene un gran problema te buscará ella a ti. Entonces veremos qué se puede hacer por ella”.
Para mí fue una experiencia inédita y muy apasionante. Un reto. Tenía que mantenerme a distancia y, a la vez daba señas de proximidad.
Así pasaron varios meses. Hacia mediados de mayo empecé a notar que se hacía más visible a todas horas. Cuando terminaba la clase se rezagaba hasta salir la última. Se colocaba en sitios donde era inevitable verla. Estaba claro que buscaba una mano en el naufragio que vivía. Y así una tarde cualquiera de mayo se me acercó: “Pepe, ¿Puedo hablar contigo?”. Era el momento en que trataba de asir el cabo de cuerda que sabía que estaba tendido para ella. Como me imaginaba que nos iba a llevar un buen rato y solo disponía de media hora, le dije “Escucha, tenemos solo un ratito y no quiero andar con prisas. Si puedes hablamos mañana a esta hora que estaré libre hora y media. Pero si te urge, hablamos ahora”. “No, mañana al terminar tu clase”.
Fue así como al día siguiente empezó mi segunda etapa con aquella criatura de lástima.
Nos fuimos al jardín. Nos sentamos en un banco. Uno a cada extremo. Estaba tensa, rígida, yo creo que a punto de llorar. Se echó hacia su izquierda y me dijo: (Perdonad, lectores, en ese instante pasó un ruidoso camión por la calle cercana y no pudisteis oír lo que me dijo).
Yo sí lo oí. Yo había vivido mil experiencias traumáticas: propias y ajenas, pero aquello superaba todo cuanto y pudiera haber imaginado. Me quedé unos instantes en silencio, pero el silencio era una cobardía por mi parte y le dije “Susana, hasta con eso se puede seguir viviendo, todo será proponérselo”. Estuve una hora hablando sin parar. Me horrorizaba el silencio. Hablé hasta quedar exhausto, le conté – no sé si inventé – casos de personas que habían llegado a viejos después de vivir un infierno años atrás. Le hablé de un individuo que había estado en Auschwitz y ahora era un feliz abuelo.
Volvimos al colegio y de camino le pregunté.
“¿Se lo has contado a tu madre?” Sí, pero dice que es mentira, que soy una embustera y que cómo se lo diga a alguien me echa de casa.
Junio. También es mala suerte. Nos esperaba un mes tan azacaneado que no era fácil atender a nada que no fuera exámenes, notas, etc…
Me informé de que llevaba el curso razonablemente bien. Lo cual resultaba increíble en sus condiciones. El asunto se me volvió casi imposible. En junio no tenía tiempo ni para respirar. En Julio me ausentaba por las vacaciones. Comprobé una vez más que la suerte casi nunca acompaña a la impaciencia. Lo digo porque, al regreso de vacaciones en agosto, tuve que ser hospitalizado por urgencia en el Gregorio Marañón. Todo confluyó de forma negativa. Tuve que ser operado de la vista hacia mediados de septiembre y posteriormente de la garganta a primeros de noviembre.
Total, quedé invalidado para todo trabajo hasta Navidad. Cuando quise reintegrarme al trabajo me dijeron en el cole que me destinaban a otro colegio mucho mayor (1500 alumnos) que estaba cerca de mi casa.
Allí me esperaban cientos de alumnos/as. De alguno ya hablé en mis artículos: Natalia, la guapa. Abel, que decía que su abuela era virgen. La Tronca, que pilotaba. El Tartaja que de mayor quería ser locutor de radio. Ángel el del abuelo resucitado, Cesar el policía que se dedicaba solo a buscar comandos de ETA y con quien metí la nariz en muchos de los garitos más infectos de Madrid.
La vida con cientos de alumnos entre diecisiete y veintipico años es lo más apasionante y divertido que uno puede imaginarse. Un trabajo maravilloso por el cual además, me pagaban. ¿Se puede pedir más? Allí conocí a Begoña, que dejó todo para irse de misionera a Haiti, conocí a una nena de origen gallego que simultaneaba cuatro novios, etc, etc… Un mundo fascinante.
Sirva todo esto en descargo mío, pues el asunto de Susana se fue diluyendo en la memoria. Quizás me traicionó el subconsciente ante la imposibilidad de solventarlo, yo contra el mundo. Pasaron muchos meses, como año y medio cuando tuve noticias de ella. Un alumno del nuevo centro me dijo un día:
- Pepe ¿Te acuerdas de Susana N.N?
- ¡¡¿ COMO?!! Solté con ansiedad. ¿La conoces? ¿Qué es de ella? ¿Qué tal está? Se me atropellaban las preguntas.
- Está mal, muy mal. Está perdida…
- ¿La droga?
- Sí, Pepe, la droga.
- Me gustaría hablar con ella.
- No te lo aconsejo, te ibas a llevar un buen disgusto. Está consumida, un brazo suyo es como un dedo mío.
La llamé no obstante: “Susana, soy Pepe, tu profesor de inglés, me gustaría verte”- dije. “Hola Pepe, yo no tengo ganas de ver a nadie, lo siento, pero no es posible”- contestó. “Bueno mujer, ya sabes que si algún día me necesitas me tienes a tu disposición”. “Vale” – respondió.
(continúa en la siguiente entrada)
Pepe Morán. Dominco-ex
UNA FLOR EN UN ESTERCOLERO (II)
Yo
no podía hacer más.
Lo
confieso, la negativa no me afectó demasiado, era lo que yo esperaba. Durante
la década de los 90, tuve que asistir a muy reiteradas situaciones como ésta.
Decenas de chicos y chicas que en los finales de los 70 y principios de los 80
eran encantadores adolescentes en mis clases, estaban ahora perdidos en el
infierno de la droga: Más de una generación fue cercenada en su mitad antes de
llegar a los 35 años. Tuve cursos de más de 30 chicos-as de los cuales, la
mitad murieron antes de cumplir los 30 años. Fue un drama terrible al que la
sociedad española asistió absurdamente resignada. Era la época en que hasta
algún político pretendidamente vulnerable se permitía dirigirle a los jóvenes
desde no sé qué balcón para animarles: “Venga a colocarse y al loro”. Hubo
hasta quien le rió la gracia, mientras los que estábamos involucrados en la
educación de los jóvenes teníamos que asistir a aquella masacre. Fue la época de la famosa movida madrileña que
se llevó por delante miles y miles de jóvenes. Entre ellos una sobrina mía,
encantadora, inteligente, guapa que entregó su joven vida como tributo a no sé
qué estúpido movimiento de libertad y progresismo.
Fue
terrible pasar unos años enterrando alumnos casi mes a mes, ante la
indiferencia de todo el mundo.
Fue
en esa época en la que yo me dejé arrebatar por el desaliento y la frustración
que me producía la sociedad española y traté de irme de España. Tenía un amigo
en un muy alto puesto en el Ministerio de Asuntos exteriores y le pedí que me
buscase una colocación de Profesor de Literatura Española en Canadá.
- ¿Lo
dices en serio? Quiso asegurarse.
- Completamente
en serio, le dije.
En
el plazo de una semana me llamó: “Pepe, ya tengo lo tuyo, una plaza de profesor
en Vancouver”.
En
Madrid tenía dos trabajos fenomenales para mí. Por la mañana comprar libros para la Biblioteca
Nacional y por la tarde dar inglés comercial a chicos-as entre 18 y 22 años.
Además dos niñas pequeñas y mi padre y mi madre… lo rechacé.
Es
hoy el día en que todavía me pregunto si fue una decisión acertada o una
equivocación.
Alguien
pensará que yo tenía excesivamente dramatizado el tema de la sociedad y las
drogas. Quizás. Pero es digno de tener en cuenta mi personal experiencia.
Cuando terminé mi etapa de Corias en el año 70 di tres asignaturas a los
alumnos de 7º. Terminaron 50 y 42 de ellos estudiaron luego una carrera
universitaria. Y a continuación tengo que enterrar con veintitantos años a la
mitad de mis alumnos.
Demasiado
fuerte. Menos mal que aquel trágico vendaval remitió y en los 90 ya las cosas
se habían desdramatizado.
Pero
volvamos a Susana que seguramente os interesará saber en qué quedó. Y,
personalmente, es el final lo que justifica que lo cuente.
En
mi nuevo colegio tenía hacia mediados de los 90 un alumno policía con quien me
unió una especial amistad que dura hasta hoy. Es ahora inspector en Santiago.
Un
día, un viernes, me pidió que le acompañara unas horas que iba a pasar en una
calle de Ciudad Lineal vigilando un piso del que sospechaban. Estuvimos de 11 a
4 de la noche y hablando de todo me acordé de Susana.
“Oye,
me gustaría saber qué fue de Susana, una chica que fue alumna mía hace años y
le perdí la pista ¿No podrías averiguar algo?”.
Sabiendo
nombre, apellidos y edad aproximada, seguro que algo te encuentro.
Le
llevó escasos días. Me vino con un informe detallado que me dejó sorprendido.
1º-
La chica estuvo metida en la droga y por vender la misma se pasó seis meses en
la cárcel.
2º
- Después de salir estuvo en una granja de Toledo para desintoxicarse.
3º
- Actualmente vive en la calle X, piso
X, teléfono X y trabaja en la limpieza de unos laboratorios que hay en X.
“Gracias
galleguito, voy a intentar hablar con ella”.
Fue
así que reanudamos la relación ya al final de mi vida docente. La llamé un
sábado.
- Hola
Susana, soy Pepe Morán tu profe de inglés.
- Hola,
Pepe ¿Cómo has dado conmigo?
- Susana,
ya me conoces. Pocas cosas se me resisten. Pero dime ¿Qué tal estás?
- Bueno,
no muy bien. Tengo una enfermedad que se llama fibromialgia que me está
consumiendo. Son dolores constantes día y noche.
- ¿No
hay curación?
- Parece
ser que no.
- Bueno,
escucha, me gustaría que nos viéramos. Seguro que tenemos mucho de qué hablar.
- Pepe,
estoy terriblemente ocupada, trabajo por las tardes y llego a casa a las nueve
de la noche.
- ¿Y
en qué estás tan ocupada? Pregunté.
- Durante
el día cuido de mis padres…
- ¿CÓMO
DICES? Grité.
- Sí
Pepe, mi padre está muy enfermo y vive con respiración artificial y mi madre ya
se ha roto las dos caderas. Así que no me queda más remedio que hacerme cargo
de la casa y por la tarde trabajar un poco.
Yo
la miraba sin comprender si aquella criatura era una santa o una idiota.
- Susana,
no puedo comprender nada, no puedo entender que después de todo lo que te han
hecho en la vida te entregues a ellos de esta manera.
- Bueno
Pepe, la vida es así, yo no puedo dejarles solos porque no me lo lleva la
conciencia. Cada uno tenemos nuestra forma de ser y la mía es esa.
- Susana,
te admiro. Gracias a Dios que te he conocido, porque gracias a ti me reconcilio
con la humanidad, se ve que existe el bien hasta la heroicidad.
Nos
volvimos a ver otras tres o cuatro veces. Hacia el año 2004, yo me vine a vivir
definitivamente a Asturias y aquí me reencontré con un montón de ex – alumnos
de mi querido Corias.
Se
me fue olvidando mi vida madrileña. El año 2010 me fui a ver a mis nietos y me
reencontré con aquel amigo que me facilitó el contacto de Susana cuando esta ya
estaba perdida.
Me
llevó a dar una vuelta por las afueras de Madrid y de casualidad surgió la
pregunta.
- Oye
Juan ¿Qué habrá sido de nuestra amiga Susana? Pregunté.
- Espera
un momento, extrajo un Smartphone y dijo “Esquela de Susana N.N”.
Tengo
su esquela en la pantalla del ordenador, una esquela patética, casi inhumana,
hasta cruel. Nada notifica su muerte. Solo su nombre y apellidos. La fecha de
la muerte y la fecha de su inhumación.
Pero
¿Es que a nadie le importó su muerte? ¿Nadie lamentó haberla perdido? Hay a
veces, destinos trágicos. Su esquela rima a la perfección con su vida. Su vida
fue la crónica de una muerte anunciada.
Todo
empezó una tarde fría de enero y todo terminó una fría tarde de febrero 20 años
más tarde, pero yo fui testigo de cómo una flor nació y vivió en un
estercolero.
Pepe
Morán. Dominico-ex
1.- Lo del camión es un recurso para evitar decir
la cruel revelación que me hacía, no por ser Pepe Morán, sino por ser profesor.
Algo parecido al secreto de confesión.
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