lunes, 1 de agosto de 2011
SANTA RAQUEL VIRGEN Y BOBA
Todavía existe la casa. Para ser más exactos la casa sufrió el añadido de una tercera planta. Si vais alguna vez por allí, aunque sea de paso, reparad en un edificio antiguo no muy alto, enfrente de la calle hay una farmacia. Es inconfundible y daréis con el sitio, a no dudarlo. Los hechos que allí tuvieron lugar datan de antes de la Guerra Civil española, detalle importante para comprender que semejante suceso haya podido ocurrir.
La verosimilitud de tan curioso suceso debe quedar por escrito pues la memoria colectiva es muy precaria y no creo que haya en la villa más de tres personas que conozcan esta anécdota.
Vamos a lo nuestro. Quiero presentaros a los protagonistas fundamentales. El jefe del clan se llamaba Prudencio y vivía acompañado de tres hermanas. Todos ellos andaban más cerca de los 40 que de los 30 y los 50. Prudencio regentaba el negocio familiar – una tienda de ultramarinos –asistido, ocasionalmente, según el apuro, por alguna de las hermanas, Raquel o Inés, quedando la mayor, Luisa, como responsable fundamental de la casa. Los cuatro en estado de crónica soltería. El negocio daba para un modesto vivir si tenemos en cuenta que los cuatro eran muy comedidos en los gastos. Siendo éstos escasos, la vida se les iba en misas mañaneras, rosarios vespertinos, paseos anodinos, muchos cotilleos, mucho tedio, mucha desesperanza, alguna novena, y pare Ud. de contar. Un vivir abocado a malpenar, a desesperar y, aunque la esperanza es lo último que se pierde, aunque siempre estamos más cerca de una desgracia que de un alegrón, siempre hay la posibilidad de un giro positivo inesperado. Y así fue. Un día cualquiera entró en la tienda un representante comercial de los que iban y van de pueblo en pueblo ofreciendo sus mercancías. Era uno más del gremio. ¿Uno más? Eso pareció en principio. Las cosas tomaron un insólito rumbo cuando aquel hombre, al terminar de hablar con Prudencio, dedicó una sonrisa franca a Raquel y dijo con un tono claramente intencionado y promisorio:” Bueno, hasta la semana que viene”, Raquel, que ya le había sorprendido en tres o cuatro miradas furtivas, quedó desmadejada pues interpretó que aquel hombre convertía la despedida en una cita. Al principio rechazaba el recuerdo de lo ocurrido como una mera imaginación suya. Luego, ante la insistencia con que regresaba el recuerdo lo fue aceptando a medias intrigada y asustada. Pasados unos días empezó a convertirse en una dulce e incómoda fantasía. Nunca en su vida había habido un hombre; ni en la de sus hermanas y la hipótesis de que llegara ahora, a los 40, suponía para ella un auténtico cataclismo emocional. A última hora estaba tan asustada que tomó la decisión de no aparecer por la tienda en los días más o menos previstos para el regreso del comercial. En realidad sabía que tenía la batalla perdida pues la expectativa le resultaba tan cautivante que ya no le era posible huir del hechizo que suponía para ella la nueva situación. En efecto, transcurridos unos nueve días apareció el hombre. Tendría alrededor de 45 años, alto, enjuto, muy moreno y de pelo entrecano. Raquel apenas podía disimular su ansiedad cuando el viajante saludó jovialmente a su hermano y luego, con una levísima inclinación de cabeza, exclamó: “Señorita…..” Estuvo como diez minutos en la tienda y, al despedirse, dijo en voz lo bastante alta como para no pasar desapercibido: “Bueno, hoy me quedo aquí en la villa, se me ha hecho un poco tarde, me quedaré en la Moderna. Venga hasta luego”. Era un claro mensaje.
Cuando a eso de las ocho y media de la tarde Raquel, su hermana Inés y una amiga daban vueltas al cangilón de la plaza arrastrando su tedio Raquel estaba como ausente e inquieta. En efecto, no tardó en ver que el viajante caminaba en sentido contrario a su marcha y que el encuentro era inevitable. “Perdonen, señoritas, no conozco a nadie aquí excepto ustedes ¿les importa que las acompañe?” Y se agregó al trío. Antes de recorrer dos de los cuatro tramos de la plaza, estaba claro que el viajante estaba empezando a cautivarlas con su encanto. Era ameno, ocurrente, discreto. Dijo llamarse Miguel y que era natural de Porriño, en Pontevedra, que llevaba veinte años dedicado a la profesión de comercial y que le encantaba Asturias, donde residía desde hacía siete años. Que vivía en una pensión de Oviedo, pues era soltero. Después de tres vueltas Miguel insistió en que entraran en Casa NIEVES - CAFETERIA CONFITERIA, donde tenía capricho en invitarlas. Accedieron. En realidad aquel hombre había transformado lo que hubiera sido una tarde anodina y desangelada en un rato realmente divertido. Se retiraron a una hora prudencial y, al despedirse, les expresó lo grata que había sido su compañía. Luego, mirándola de forma indisimulada, le dijo a Raquel:” Bueno, hasta la semana que viene”. Para no alargar esto os diré que el asunto terminó en casorio. No pretendo yo a estas alturas de la vida emular a C. Tellado. Solo dejar constancia de que al buen hombre le salió la broma por 65 misas, 54 rosarios, y varias novenas. Y, en lo relativo a contactos físicos, nada de nada. Una vez él trató de cogerla de la mano ella la retiró con la urgencia de quien mete los dedos en un enchufe. Así que un sábado de mayo se casaron y esa mañana tomaron el tren para Santander. A la mañana siguiente, a eso de las ocho y media sonó el teléfono en casa de los Pando, que así se apellidaban los hermanos
Pruden: “ Dígame”
Raquel: “ Pruden…..¡ PRUDEN..…! ay, Pruden ven a buscame” ( abundantes y entrecortados sollozos )
Pruden: “ por Dios, Raquel, ¿qué te pasa?, por qué lloras? Tas bien?....
Raquel: “Ay, hermanín, no, ye que esti hombrón pasose toa la noche queriendo metese comigo na cama”.
Pepe Morán Fernández
P.S. AVISO a los de la generación 61 – 68. La comida-reunión de este verano es el día 20 de agosto y, como es el cincuentenario, será algo especial, con un regalo conmemorativo. Tenemos prevista la asistencia del P. Basilio, P. Lastra, P. Juancho Monreal, Ramón Quirós, Pepe Morán y, por supuesto, de la mayoría del curso, como todos los años. También, como en años anteriores, nos agradaría la compañía de exalumnos de otros cursos. Organiza Alfredo Mario: teléfono 639411406 o Rufinín, teléfono: 696015163
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3 comentarios:
Haciéndome eco de lo que sugiere Pepe Morán en su entrada para el día 20 de agosto, diré que yo porque no me lo permiten mis obligaciones familiares, ya que me es prácticamente imposible el ausentarme de casa, aunque sea solo por un día, sino con mucho gusto me uniría a la fiesta del cincuentenario de la promoción de 1961. Los que podáis asistir, animaros e ir, que seguro pasaréis un día muy agradable en compañía de todos estos amigos. Además los de esta promoción, año tras año, nos demuestran que son muy marchosos y animosos, y con toda seguridad harán que el día resulte una velada inolvidable. Deseo que así sea.
El pasado año acudí después de la comida en el Mancu y durante la sobremesa, a saludar a los antiguos campañeros de Corias, algunos de los cuales ya conocía personalmente y este año tenía la misma idea, pero para esa fecha del 20 estaré todavía "vacacionando".
Desde aqui les envío mis deseos de que la celebración de sus 50 años como alumnos de Corias, sea un éxito.
Se puede saber dónde es la reunión.
No estería mal que se hiciera algún fichaje de esa promoción para incorporarlo al blog.
Espero que Ramos haga buena propaganda y consiga algún voluntario.
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