sábado, 20 de junio de 2020
ANTIGUO CONVENTO DE CORIAS
Rebuscando entre los libros de texto del colegio y demás
reliquias de aquellos años de juventud que aún conservo, me he topado con esta artística lámina hecha a plumilla, no sé si
por algún exalumno del colegio, porque fue incorporada posteriormente a la colección, del antiguo Convento de Corias, hoy Parador
Nacional, Monasterio de Corias. Dicha lámina la adquirí a precio de saldo hace
unos años en una liquidación por cese de negocio de una tienda de regalos en
Cangas del Narcea y la verdad es que me
gusta mucho. De hecho, la tengo enmarcada
y preside el hall de casa en León. Al
contemplar el Escorial asturiano, como así también se le conoce en Asturias a
este monumental caserón, e influenciado por la preocupante situación actual, me
vinieron a la mente los años en los que
estuvo destinado a colegio y los siete cursos que viví allí en régimen de
internado. No quiero ni pensar qué habría sido de los 500 alumnos que estábamos
en el colegio si hubiéramos padecido una pandemia como la actual con los
escasos medios sanitarios con los que se
disponían en aquel tiempo. Vale más no pensarlo. Lo que sí celebraríamos por
todo lo alto, sería el momento en el que nos comunicaran
que se suspendía el curso escolar por imposición sanitaria y que nos íbamos
todos a nuestras casas y con el curso aprobado.
Centrado de nuevo en estos
tiempos difíciles de pandemia, que se nos han venido encima y que jamás se nos pasó por el magín que tal cosa se pudiera
hacer realidad en momentos de superioridad tecnológica, en los que el hombre es
capaz de enviar naves tripuladas a
planetas distantes de nosotros años luz, cómo se iba a temer a un ser ínfimo de
tamaño microscópico como es el covid-19. Pero hemos medido mal al enemigo, ya
que estábamos demasiado imbuidos por los continuos avances de la ciencia y por
los numerosos artefactos electrónicos inteligentes que nos rodean, capaces de emular a los humanos en casi todos sus
actos y hasta de sustituirnos en los trabajos. Es probable que pecáramos
de arrogantes por acomodarnos demasiado a la vida fácil, sin importarnos lo más mínimo el mañana y sin pensar que aquí estamos todos de paso y de prestado
y que nuestra obligación no es derrochar
a troche y moche, sino más bien hacer un
uso equilibrado de todo lo que nos rodea
para poder dejar la “casa” en estado de revista y en condiciones habitables para
los que vengan después. Pero no; lo del dicho: “el que venga detrás que arree”.
El mensaje universal con el que somos bombardeados constantemente es: consumir, consumir y
consumir. Así, algunos llegan a acumular
ingentes cantidades de dinero que luego no saben qué hacer con ellas. A
la vista de toda esta arrogancia vana, salvando las vidas humanas, de vez en cuando un pequeño frenazo o revés no
nos vendrá mal para atenuar un poco la soberbia.
La pena es que los efectos
económicos pueden ser catastróficos, devastadores, y la cuerda si se tensa en exceso, siempre se
romperá por la parte más débil. De todos modos, tampoco somos los primeros que
sufrimos un percance como este del
covid-19. Sin ir más lejos, solo tenemos
que recordar la que vivieron nuestros
padres y abuelos, la de 1918, la famosa
gripe española o “enfermedad de moda”, que
fue devastadora para la población y a base de esfuerzo y de sacrificio, la fueron superando.
B. G. G. Bloguero “Prior”
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2 comentarios:
Me viene a la memoria que, cuando cursaba 5º o 6º, hubo una "minipandemia" de un tipo de enfermedad ocular en la que se veía borroso durante dos o tres días. No sé si alguno recuerda el caso, Lo que no recuerdo es si había algún tratamiento o simplemente el tiempo se encargó de curarnos.
Saludos a todos.
Felipe, tendría algo que ver con aquella amenaza que nos decían que, si realizábamos determinados actos, podíamos quedar ciegos?.
No recuerdo yo lo que comentas, posiblemente ya estuviera licenciado...
Me acuerdo del descubrimiento de las conservas en el Chandeo.
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