martes, 24 de septiembre de 2024
1ª PROMOCIÓN BACHILLER SUPERIOR EN CORIAS
De los muchos alumnos procedentes de todo Asturias y comunidades limítrofes que desfilaron por Corias, este reducido grupo, todos asturianos, marcó si se quiere un hito en la vida del Instituto Laboral San Juan Bautista de Corias, ya que, fueron los primeros en cursar el bachiller superior de la modalidad industrial minera y que concluyeron en el noveno curso de funcionamiento del colegio, junio de 1966. Desde el comienzo, curso 1957-58 hasta el curso 1964-65, en el que se implantó el superior, solamente se impartía bachiller elemental en Corias. Curiosamente, de los diez, no había ninguno externo, todos éramos alumnos internos. Estos diez jóvenes, acompañados ocasionalmente de fray Ton en la foto, que posan a las puertas de la iglesia del antiguo Convento de Corias, conforman la promoción: 1959-1966, y cuando se incorporaron al instituto laboral en octubre de 1959 para cursar primero, el curso más avanzado que había entonces en el centro era tercero pues, el instituto tan solo llevaba funcionando como tal, dos años. Desgraciadamente, de este grupo ya son difuntos cuatro miembros, según se señala en la lista lateral. El alumno nº 10, Julio Martínez Legazpi, tenía una salud muy delicada por dolencias coronarias que acarreaba desde la infancia y le hacían pasar largos periodos en la cama durante el curso, pero aún así, con dolencias y todo, no abandonaba el internado. De todos estos muchachos, que cursaran los siete años en Corias, sólo había cuatro: Francos, Galán, Martínez y Samuel.
El resto habían iniciado el bachiller en otros centros y posteriormente se fueron incorporando al grupo en los cursos venideros. De los 54 alumnos que comenzamos en octubre de 1959 primero de bachiller, solamente estos cuatro valientes, que apenas representan el 8% del total, resistieron los vaivenes y altibajos de la vida, así como, la férrea disciplina del internado hasta finalizar el bachillerato laboral completo, siete cursos: cinco del elemental y dos del superior. También cabe destacar de este grupo que todos eran buenos deportistas, unos con mayores aptitudes físicas que otros como es natural, salvo yo que era al que menos gracia le hacía el deporte en general pues, era partidario de la idea de ¿Para qué malgastar las calorías así por las buenas sin motivo alguno y cansarse innecesariamente? Gran equivocación la mía, ya que, con el tiempo tuve que rectificar y cambiar de parecer, y a la fuerza pues, para ir a las milicias universitarias las pruebas de aptitud física eran muy duras y tuve que compensar apresuradamente todo lo que había zanganeado en el colegio para superarlas. También debo puntualizar que, parte de mi desinterés por las clases de gimnasia se debía en primer lugar a la tozudez mía , pero también a la falta de motivación por parte del profesor, ya que éste, con frecuencia solía dar las clases vestido con traje y corbata y cuando nos ponía a correr por la carretera, él nos seguía detrás montado en su moto de la marca Vespa y a veces con un cigarrillo en los labios. Con este triste panorama se puede comprender que para mí las clases de Educación Física me resultaran poco atractivas y faltas de interés. No obstante, de todas las actividades deportivas que estaban a nuestro alcance, tan sólo me hacían algo de ilusión las caminatas, nadar y andar en bicicleta. En aquellos años tampoco había mucha costumbre ni suficientes medios para ejercer deporte. Aún así, los ejercicios individuales como el atletismo en general, sí lo practicábamos durante las clases de gimnasia que eran una vez por semana. Como era lógico las modalidades que no necesitaban de instalaciones especiales eran las que más ejercíamos, como era el correr, en sus diferentes facetas de rapidez o resistencia, salto de altura, salto de longitud y con algunos aparatos que teníamos como el plinton, potro, lanzamiento de peso y jabalina y poco más. Luego, en cuanto a deportes colectivos se refiere, estaba el fútbol como deporte favorito, seguido del baloncesto, balonvolea, frontón, balonmano y en los meses ya finales del curso, mayo y junio, la natación que la practicábamos en el Chandeo, un pozo profundo y peligroso que había en el río Narcea, aguas abajo del convento, a la altura del final de la finca de los frailes, donde se encuentra actualmente la estación depuradora de aguas residuales, la E. D. A. R. Y aunque este pozo tenía su mala leyenda pues, ya se había dado el caso de alguien del convento, muy anterior a nosotros, que lo enroscó un remolino en el “furfuéganu” que formaba el agua y se ahogó, era el que más nos gustaba pues, además de buen calado disponía de una amplia “playa” de morrillos, cantos rodados, de tamaño generoso, donde castigábamos las lumbares hasta desriñonarnos vivos mientras tomábamos el sol. En cuanto a la implantación de la práctica del deporte, dentro del programa de estudios, diré que los frailes en una gran mayoría, sí eran ya en aquellos años partidarios e impulsores de ejercitarla como complemento al estudio, para llevar una vida sana y hacer buena la frase: “mens sana in corpore sano”, como ya hacían los países más avanzados, como eran los americanos. B.G.G. bloguero "Prior".
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2 comentarios:
Como siempre, las entradas de Galán son de lo más detallistas y nada hay que añadir.
Posiblemente yo esté equivocado, pero la foto creo que es en la portería, porque tiene un peldaño y la entrada de la iglesia no.
También hace alusión a las caminatas por la carretera, acompañados por Frade en su vespa. Si no recuerdo mal, el anterior profe de gimnasia (D. Gil), algunas veces impartía la clase de corbata. También nos daba clase de F.E.N., por supuesto de corbata.
Sobre los baños en el Chandeo, no es necesario puntualizar que era la época en la que nos desposeíamos de la capa acumulada con más frecuencia, ya que el resto del año los baños eran pocos y muy parciales, diríamos que "visto y no visto", o más bien "sin principio ni fin" como las comidas de Lázaro.
No quiero pensar qué pasaría si hoy, en los internados, disfrutaran de nuestras "comodidades".
Samuel, dudé si sería la portería o la iglesia y anduve buscando algún detalle que lo aclarara, pero no encontré ninguno. Seguro que es la portería pues, la otra puerta estaba más a desmano para nosotros.
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