Para aquellos que como yo, estamos teniendo la oportunidad de ser partícipes de haber nacido por la década de los 40, (del siglo pasado se entiende) (esta conotación ya suena a novela de ficción), con lo que con ello conlleva, si echamos la vista atrás comprobamos que nos han bombardeado y lo continúan haciendo, con todo tipo noticias y conocimientos que día a día han ido formando nuestros caracteres, y formas de pensar.
Imagino la mitad del Siglo XIX, cuando a Julio Verne le picó la musa y le dió por escribir aquellas super fantásticas novelas guiado por el afán de "informar" sobre los descubrimientos de su época, ie. Viaje al Centro de la Tierra, La Vuelta al Mundo en 80 Días, La Isla Misteriosa, Viaje a la Luna, 20,000 Leguas de Viajes Submarinos y otras muchas que posiblemente conocéis, y como "el foro" de entonces las aceptó como algo muy entretenido y subrealista. Veamos:
A nuestro "foro" le está sucediendo los mismo. Recuerdo allá por 1961 cuando a Yuri Alekseyevich Gagarin lo lanzaron al espacio en el interior de un cohete y "le dijeron" ... ( si no esplota, le darás la vuelta a la Tierra y quizás a la vuelta podamos recogerte en Siberia ). Lo cierto es que el ruso volvió y ya es parte de la Historia.
Crecimos, sirvan como ejemplo, con esos conocimientos básicos de nuestro Sistema Solar: Mercurio, Venus, La Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón. Los creyentes, con aquello de "los buenos al Cielo, los malos al Infierno, y los regulares a Melilla"; si falleces sin haber sido bautizado, formas parte de un Club muy reservado cuya sede se haya en "El Limbo", que no es ni en el Cielo, ni el Averno, que evidentemente tampoco es Melilla, pero como no tenías uso de razón, no podías ir al Purgatorio. Sin embargo, Plutón ya no es un planeta, el Limbo no existe, y vayamos a saber si "mañana" nos cambian el Purgatorio por otra cosa.
Aquel que dijo aquello de "Yo sólo sé que no sé nada" tenía más razón que un Santo y ya que hablamos de Santos, no sé porque los pluralizamos si en realidad, que se sepa, y sepamos, en el Cielo aparte de la Santísima Trinidad y su Inmaculada Madre, solamente hay uno lo llamaban Dimas y para colmo de males había sido ladrón, el resto forma parte de nuestra Fe y supuesta deducción lógica, la cual cambia como cambian los tiempos.
Evidentemente estoy siendo muy satírico y no quiero ofender las sensibilidades de nadie. Pero, seamos un poquito más realistas, ¿ creéis a pies juntillas todo lo que nos dicen, o lo tomamos con al menos un granito de sal ?. A mi, personalmente, me encanta la sal. Sin embargo, como sigo siendo parte del 80%, a medida que se van sucediendo los acontecimientos, termino por aceptarlos como Tomás, "hasta que no meta mis dedos..." o "¿meigas? habeilas haylas".
¿ Cuánto hay que aún no nos han contado ? ¿ Cuánto de cierto hay en la supuesta Area 51, Roswell, Cuarto Milenio, etc ? Es evidente que ya estamos en la época de "Terminator" y si no pensáis igual véanse las últimas noticias sobre el micro-chip implantado en el cerebro que permite a los tetrapléjicos mediante el pensamiento, mover un brazo robótico. Contemplemos un preámbulo del umbral de un futuro no muy lejano si es que no estamos actualmente en él:
Todo sea a favor del cambio, que mañana será otro día. Utilizando una frase que aprendí de los anglosajones: "Hoy, es el mañana por el que te preocupabas, ayer".
Finalicemos estos comentarios con otra visión futurística y de humor que nunca están de más:
Un saludo.
1 comentario:
Toda esta modernización que vemos en uno de los videos de Cubanín, puede que esto sea lo que nos espera y a lo que tiende el mundo, pero a nuestra generación y a unas cuantas más, creo que nos coge ya con el paso cambiado. Yo no sé si a vosotros os pasará lo mismo, pero a mí esta saturación de informatización en todo lo que le rodea a uno me parece excesiva y también agobiante. Es tan absorbente que le causa a uno hastío. Parece que anula a la persona por completo. Si la mayoría de los actos que debemos ejercitar en el quehacer diario de forma manual, los hace un cerebro artificial por nosotros, qué nos queda. Rascarnos la nariz y alguna que otra semejante parte. No me extraña que cada vez aumenten más los casos de demencia en personas de mediana edad.
Yo, concretamente, casi me veo ya desbordado, simplemente con tener que utilizar a diario el teléfono móvil, el ordenador, los múltiples mandos a distancia, los televisores de última generación, los MP4, las cámaras digitales, los programadores de la calefacción…, etc. Yo me supongo que estando en una de esas casas inteligentes tan futuristas como la del video, nada más levantarte sin aún desperezarte, ya tienes que comenzar a devanarte la sesera para averiguar qué teclas debes pulsar para que aquel batiburrillo informático funcione y dé las órdenes adecuadas a los diferentes aparatos que deben ponerse en funcionamiento en ese momento; y eso sin tener en cuenta los frecuentes y posibles cuelgues que normalmente suelen dar todos estos cachivaches.
Por mi parte, conmigo que no cuenten. Sé que de momento esas virguerías solo estarán al alcance de algunos domicilios privilegiados y pioneros, de construcción muy avanzada, y hasta que se generalice la cosa tendrán que pasar muchísimos años. Pero si digo la verdad, a mí me gusta mucho más levantarme y tener que pensar dónde tengo el café, la cafetera, el orujo, las rebanadas de pan o las galletas…etc., sin tener que, aún adormilado, ponerme a desplazar pantallas táctiles con el dedo índice como un poseso, bien sea en el baño, la cocina, dormitorio, puerta de casa, garaje…etc., por muy intuitivas y sencillas que resulten estas pantallas. También prefiero a todo esta automatización el tener que cargar la cafetera manualmente, encender la cocina de butano, poner el cacharro al fuego y estar pendiente hasta que aquello comience a resoplar, mientras veo la información del tiempo y a las meteorólogas que son todas frescachonas y de muy buen ver.
Una vez tomado el café, también es sano y resulta muy placentero, el salir a la calle a la panadería a por el pan y la prensa, y si se tercia, echar una parrafada sobre el tiempo con algún transeúnte que no esté muy ocupado en ese momento y que coincida en el camino.
Si con los básicos cacharros domésticos que de momento tenemos en nuestro entorno, ya apenas nos permiten gastar calorías, qué sería con toda esa parafernalia de automatización que se prevé, ¿a qué niveles nos llegaría el colesterol? Sabe Dios. Probablemente se nos saldría a borbotones por todos los poros del cuerpo, y no sólo el malo; el bueno también.
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