guarden turno

A ver, a ver: todos a la vez no podemos hablar. Propongo un turno para ir un poco uno a uno. Si os parece, empiezo yo mismo. Podemos explicar un chiste cada uno (el más malo que se nos ocurra) para salir de estos momentos en que nadie larga. Esta es una partida al golf alla en el paraiso (no, no, en la morgal, no!) Estaban Jesús y Moisés dando sus primeros palos cuando se les acercó un viejo que casi no caminaba, con las barbas hasta la cintura, y les preguntó si podía también participar en la partida. Se miraron uno a otro (Jesús y Moisés) y al final aceptaron. Dice Moisés: Venga, coja usted un palo y dele con él a la pelotita cuando le corresponda el turno. Y así lo hicieron. En aquella zona debían dar un golpe muy fuerte, con un hierro muy peasado, pues debían salvar una especie de estanque que estaba en el recorrido. Comienza Moisés. Le atiza un estacazo, pero la bola queda en medio del agua, flotando. Con su parsimonia habitual, se acerca al estanque y, con la vara de apollarse, toca las aguas y... ¡milagro!, estas se separan. Él camina por el lecho hasta llegar a la bola. Alli prepara el golpe y dispara. La bola llega al ladito mismo del agujerito donde debería caer. Les mira con mucha suficiencia, como diciendo: a ver quién mejora esto...! Entonces le toca el turno a Jesús. Este también sacude un fuerte estacazo a la bolita, pero aún asi, esta queda también en el agua, flotando. Con una sonrisa a lo Clark Gable, el tio se pone a andar por encima de las aguas y al llegar a la pelotita se para, alza el bastón y le atiza tal golpe que la pelotita va a caer directamente en el agujerito de la bandera. Con un gesto torero, se gira sobre un pie y exibe la mejor sonrisa para decirles: qué os ha parecido? Entonces le toca el turno al viejito. A duras penas, levanta el bastón y le pega a la pelotita, pero sin demasada fuerza. La bola va a caer en medio del lago. Pero cuando llega a la superficie, salta una carpa y la atrapa con la boca. Mas, antes de que la carpa cayese al agua de nuevo, una gaviota enorme, la coje en el pico y se aleja con ella volando. Nada mas salir del area del lago, y en un cielo totalmente limpio, aparece un rayo de no se sabe dónde y deja a la gaviota hecha un torrezno. La gaviota abre la boca y la perca se le cae al suelo. Al llegar al suelo, del golpe también se le escurre la bola de la boca y, después de rodar unos centímetros, se cuela en el agujerito limpiamente. Y Jesús, que dice con gran tristeza: Jo, papá! Dijimos que jugaríamos sin lujos...