lunes, 2 de mayo de 2011
El chirriar de los grillos
Hola amigos. Ahora que “Jesusín” parece que se ha dado de baja aquí en el blog, necesitamos de alguien que de vez en cuando al menos, dé alguna pincelada, aparte de las de arte, con cierto matiz rural o campestre.
Hoy contaré algo que a mi me suele gustar hacer todos los años y creo que es costumbre bastante arraigada entre la gente de campo.
Como la mayoría de vosotros sabéis, yo nací y fui criado en un pequeño pueblo del concejo de Cangas del Narcea que se llama Posada de Rengos. El contacto que tuve con la naturaleza durante toda la infancia y crianza fue diario y continuo, por eso no es extraño que aún conserve numerosas reminiscencias y querencias de tinte pueblerino y rústico.
Por si no fuera suficiente con el lugar de origen y de crianza, diré que durante los casi cuarenta años de vida profesional también me tocó estar mucho tiempo en el campo: casi siempre rodeado de maquinaria y ruido, pero era campo. Digamos que el setenta por ciento de mi jornada de trabajo lo ocupaba el campo y el treinta restante el gabinete. Con lo cual, si cabe, aún pude potenciar más mi querencia por los temas y eventos que diariamente nos brinda la naturaleza.
Las personas de ámbito rural solemos estar pendientes a lo largo del año de ciertos acontecimientos o eventos de la naturaleza que son característicos y propios de cada estación. Digamos que son como hitos de referencia los cuales conviene que no nos pasen inadvertidos en cada año que añadimos a nuestra vida. Yo no iba a ser la excepción y diré que también tengo esa necesidad. En los meses invernales de enero y febrero ya estoy a la expectativa y en espera de ver cuándo se emparejan los primeros mirlos para oírlos cantar, cuándo llegan por ejemplo las primeras cigüeñas que lo suelen hacer entre enero y primeros de febrero; las primeras golondrinas que en León aparecen en el mes de marzo por San José, en Cangas hasta casi mayo no portan por allí. Las diferentes variedades de pájaros migratorios como los camachuelos, los pinzones, pardillos, verderones…, etc. Todos me gusta comprobar que siguen existiendo y que retornan cada año.
Una vez entrada la primavera ya tengo ganas de escuchar el canto de los primeros grillos que si el año no viene muy frío suelen hacerlo sobre mediados-finales de abril, y muy importante par mí es escuchar el canto del cuco cada primavera. Este huidizo y astuto pájaro suele hacer acto de presencia en nuestra península a primeros de abril.
Una vez que observas y verificas lo que estabas esperando, es como si cumplieses un rito que tenías a tu cargo, por lo cual sientes cierta satisfacción al tener realizado ese deber que tenías pendiente y que era como una responsabilidad tuya.
Este año por circunstancias familiares no he podido salir nada al campo hasta el momento, y aún tengo alguna asignatura pendiente. Pero lo malo de estos eventos de la naturaleza es que no tienen repesca; o se aprueban en su fecha y su momento, o no hay otra convocatoria hasta el siguiente año. Aquí, o se es buen alumno de aprobar en el primer intento, o se queda uno a verlas venir pues, los exámenes de septiembre y febrero no existen. Alguien puede decir: si no lo escuchas los primeros días lo puedes escuchar cualquier día después; sí, pero no es lo mismo.
Menos mal que una mañana un tanto soleada de finales de abril mientras paseaba con mi padre he escuchado al primer grillo estridular en un arriate de un jardín de la ciudad y me dio una gran alegría pues no esperaba poder oírlo tan pronto. Es como si tuviera uno miedo que fueran a cambiar las cosas de siempre, y cuando compruebas que no, que todo sigue igual, te da mucha alegría.
Como he dicho, este año aún tengo pendiente una asignatura muy importante para mí, que es escuchar el canto del cuco. Al no disponer de tiempo para salir de la gran urbe aún no he tenido el gusto de oírlo ni de escucharlo y me da la sensación de que tengo algo pendiente sin hacer. Parece una simpleza pero a mí me reconforta mucho el ir cumplimentando cada año estos pequeños y diferentes retos. Lo mismo me pasa con la llegada de las frutas, sobre todo las salvajes que crecen de forma espontánea en nuestros campos y montes. Por ejemplo las cerezas bravas, unas que son de tamaño pequeño con poca pulpa y mucho hueso y un tanto amargas; a mí me gustan muchísimo. Fijaros si tendrán el sabor extraño estas pequeñas drupas que ni los pájaros las entran.
Los arándanos, las moras de zarzal, las acerolas…etc. De todas estas frutas suelo tomar mi pequeña ración todos los años. Aunque lo haga una sola vez ya me doy por satisfecho. En fin, así un montón de cosas que, aunque nos parezcan costumbres sin importancia, sí la tienen. El año que no puedo hacer estos pequeños “mandaos” es como si me quedara algo pendiente sin hacer.
Realmente, no son muchos los objetivos a cumplir. Con las cuatro o cinco “asignaturas” más importantes ya me doy por satisfecho si finalizo el año con ellas aprobadas. La última de ellas, esa ya no es de campo, pues se trata de poder llegar a probar el turrón, como remate del año. Este hito es muy importante cumplirlo, pues mala cosa es cuando dicen de uno: “éste, este año, no llega a comer el turrón”.
B. G. G. (bloguero prior)
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4 comentarios:
En los alrededores de las ciudades se puede disfrutar de todo lo que comentas,pero los que tenemos la fortuna de vivir en pueblos con la ciudad al alcance de nuestra mano somos auténticos privilegiados.Compartimos algo en común nuestro amor por los animales,yo disfrute de más de 20 especies distintas de animales en mí finca un auténtico zoológico, hoy lo deje todo y solo comtinuo con mí pasión por la huerta y algúnos otros hobbis.-
Hace fechas me ocurrió
con amigo en Mondoñedo,
que al ver sus monumentos,
todo en él se conmovió
y por mi mal discernimiento,
yo valoré como cuento.
Tras período transcurrido
me di cuenta de mi error,
lo que agitó a mi amigo
también a mí emocionó.
A partir de ese momento,
miro con detenimiento
a portador de tal talento
y felicitamos por ello.
Ya sabía el que suscribe
que el Prior es un sensible,
que admira la belleza,
ama a la naturaleza,
fiel buscador es de nidos,
de los apareantes mirlos
y el chirrie de los grillos.
De todo esto que cito,
hizo un relato de libro,
a la vez sabio y sencillo.
Saludos
Pues yo ya he oido el cuco este año. Es verdad que es relativamente pronto para sentirlo por aqui (se dice eso del "cuco de mayo...")
En cuento a otras aves migratorias, tomando el relevo de susin (que esperemos que vuelva a no mucho tardar) te recordaré el refán aquel que dice:
"el cuco, el rulo y el parpagayar, son las tres aves que cruzan el mar".
Para el que no entienda todo, traduzco: el cuco es conocido. El rulo (que rula) es el palomo. Y el parpagayar (también llamada parpayega) es la codorniz, asi llamada por su característico canto que parece que dice: párpaga, párpaga...
Gracias por la recreación de ambientes rurales. Deja a estos urbanitas que lo ven todo en el cine...
Buen artículo Galán. Esas vivencias yo creo que ya no las tienen ni los niños que viven ahora en esos pueblos como el tuyo. Están en otras historias y tienen otras diversiones que antes no había. Acuérdate lo que decía "Jesusín" de sus "sobrinacos" y el "teléfano". Se pierden lo bello de la naturaleza. yo recuerdo los grillos cuando mi hermano iba por el fuejo a buscarlos, los metía en una caja con agujeros, los sacaba a la ventana y luego nos cantaban toda la noche. De las cigüeñas, recuerdo cuando iba a Villablino a pasar unos días con unos tíos y me encantaba ver sus nidos tan altos, del resto no tengo tantos recuerdos como vosotros. Es genial "escuchar" como vives esos momentos recordando tu infancia.
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