viernes, 6 de mayo de 2011
Parto en el Leizarán
Esta temporada última vengo observando que en nuestro blog se muestran algunas entradas de ámbito campero y rural, un poco del tipo de las que podría narrar nuestro colaborador, desaparecido y echado de menos, “Jesusín”, y me da la impresión de que no son mal recibidas del todo. Se nota que a muchos de nosotros, yo el primero, aunque quisiéramos, nunca podríamos ocultar nuestro origen aldeano y por lo tanto nuestro gusto por los temas relacionados con la naturaleza. Yo debo decir que, tanto por mi procedencia de zona rural, como por mi crianza en continua relación con el entorno natural, una vez que fui mayor y andando por el mundo, diré que tuve varias ocasiones en las cuales pude demostrar mi procedencia y a la vez presumir de ella.
No hace mucho recordaréis que os conté una batallita sobre el rescate llevado a cabo por mi parte de un señor sapo, casi un sapazo, en La Alhambra en Granada, hecho por el cual fui muy aplaudido y fotografiado por la concurrencia allí presente, principalmente por parte del personal “guiri” extranjero.
Pues bien, hoy, aún exponiéndome a que me enviéis a un mal sitio, por pesado y un tanto cansino y plasta, o incluso alguien podría pensar que también por algo vanidoso, voy a relatar otro rescate el cual podríamos decir que es más de lo mismo, o ídem de lienzo. Espero que éste que voy a contar a continuación, no os resulte demasiado “pesadín”.
Fue durante el año 1988 que estábamos viviendo en San Sebastián con motivo de la realización del proyecto del tramo guipuzcoano de la autovía que une Guipúzcoa y Navarra por el valle del Leizarán, entre las poblaciones de Andoain y el límite con la provincia de Navarra. Yo como buen aficionado a la pesca de la trucha, todos los años sacaba la licencia para poder “vareixar” los ríos trucheros allá donde me encontrara viviendo por motivos de trabajo. En aquellos años la licencia de pesca aún tenía carácter nacional y se podía hacer uso de ella en todas las comunidades, históricas o no históricas, que conforman este país.
El río Leizarán forma parte de un bonito y frondoso valle guipuzcoano muy maderero, que va desde el alto de Gorosmendi cercano a la población de Berástegui, hasta su desembocadura próxima a la población de Andoain, en el río Oria. Por este valle discurre de forma paralela y cercana al río, una vía verde construida como rehabilitación y aprovechamiento de un antiguo ferrocarril minero fuera de servicio, que cuenta con varios túneles los cuales a pesar del tiempo que llevaban construidos, y que estaban sin revestir, se habían mantenido estables y transitables perfectamente.
En aquellos años aún estaba la antigua vía férrea en proyecto como futura vía verde y para transitar sin problemas por ella era recomendable llevar un vehículo todo terreno; sobre todo, por las zonas de barrizal, más que por las pendientes excesivas. Yo me servía de un Land Rover corto que tenía para el trabajo, el cual era muy útil pero tenía el gran inconveniente que era sumamente ruidoso, tanto que apenas se podía hablar en su interior mientras funcionaba, pero a cambio de esta molestia tenía la gran ventaja de que era capaz de llevarte hasta los lugares más inaccesibles, sin la menor queja.
El Leizarán es un buen río truchero gracias a que la Diputación de Guipúzcoa procura todos los años repoblar el río con miles de alevines de trucha de variedad común y arco iris, para que la pesca no falte en este permanente y abundante curso de agua. Así, todos los sábados que era cuando los trabajos estaban parados en el tramo a estudiar, pero como yo tenía que ir por fuerza para hacer algunas lecturas de determinados aparatos que tenía situados y estacionados en la zona de la traza de la autovía, aprovechaba parte de la mañana para pasar unas jornadas de pesca estupendas. Algunos fines de semana me acompañaba mi mujer y mientras yo pescaba, ella se dedicaba a leer, a ver el bonito paisaje y también a esperar y esperar a que yo le mostrara alguna captura.
Un sábado cuando ya regresábamos hacia Donosti sobre las tres de la tarde, a cierta distancia vemos una aglomeración de gente y varios vehículos detenidos en medio de la antigua vía que obstruían por completo el paso. Al acercarnos a la cola de los coches parados, me bajo del vehículo para preguntar a qué se debía la parada y el porqué no se podía pasar, y me dice un muchacho que es que había parido una oveja un poco más adelante, en medio de la vía, y el corderillo aún estaba envuelto en la placenta y que no sabían qué hacer. Aquel grupo de personas, un tanto timoratas, que tuvieron un comportamiento de lo más respetuoso y prudente con la parturienta y su cría, estaban esperando a que la oveja optara por mudar el paritorio de sitio, pero no sin antes tener que limpiar a la cría y que ésta se pusiera en pie. Pero este proceso no sabían ellos que bien podría llevar fácilmente del orden de una hora o más, y mientras tanto todos allí quietos como estatuas. Yo como hombre de campo, me abrí paso entre las diez o doce personas que allí había y al ver la situación me dije: este es el momento de enseñarles a todos estos domingueros, muy educados y respetuosos sí, pero domingueros, cómo se debe de actuar en estos casos. Les dije: tranquilos, que esto está resuelto. Ahora mismo quedará expedito el camino sin tener que molestar para nada, ni a la oveja, ni a su cría.
Acto seguido me quito la cazadora, me remango la camisa y con las palmas de las manos juntas y extendidas, a modo de pala, se las meto por debajo del corderillo para poder izarlo con todas las babas de la placenta colgando. Una vez que lo tengo levantado se lo pongo a la madre a la altura del hocico para que lo fuera oliendo y comienzo a caminar hacía un prado estupendo que había en la margen del camino. La oveja me seguía sin separarse de su cría ni un centímetro, hasta que se la dejé apoyada cómodamente encima de la yerba del prado.
La oveja siguió tan contenta lamiendo a su cría, yo me lavé bien las manos en el riachuelo que había al lado, y con el camino expedito ya podíamos ponernos en marcha cuando gustásemos. Aquella gente se quedó encantada. Uno de ellos dijo: gracias a este hombre, que debió de ser pastor toda su vida o veterinario, porque sino fuera por él, estaríamos aquí detenidos sin poder pasar hasta sabe Dios cuándo.
Fue raro que de toda aquella gente a nadie se le hubiera pasado por la cabeza que se podía hacer algo tan elemental cómo lo que yo hice. Supongo que, unos por miedo y otros por asco, nadie se atrevió a tocar al recién nacido. Pero a todos ellos les gustó mi actuación; me dieron las gracias y dijeron que había sido muy decidido y ocurrente para resolver la situación. Y que gracias a mí, iban a poder llegar a sus casas a hora prudente para comer, por lo que deberíamos celebrarlo. Todos estuvimos de acuerdo en celebrar el nacimiento del corderín y hasta apadrinarlo si hiciese falta. Partimos juntos en caravana hasta llegar a Andoain, donde nos dirigimos a un bar muy popular y nos convidamos de forma mutua y generosa antes de despedirnos. Yo sé que aquel día quedé, dicho vulgarmente como dios; como si hubiera sido pastor toda mi vida, o un experto en la materia. Ellos aprendieron algo que hasta entonces ignoraban, pero también por su parte, demostraron tener un comportamiento ejemplar para con los animales.
Esta operación que yo realicé ante toda esta gente, se la había visto hacer infinidad de veces a los pastores en el campo cuando las ovejas paren en lugares poco adecuados para esos menesteres. Simplemente, se les cambia y se les pone la cría en otro lugar más propicio pero siempre con la precaución de que la madre no se separe de su cría durante el traslado y que la vaya olisqueando en todo momento, desde el punto en que parió hasta el nuevo lugar para que no haya posibilidad de abandono. En este caso la distancia entre el improvisado paritorio elegido por la oveja, y el lugar más tranquilo y adecuado a donde yo la llevé, apenas había cincuenta metros, pero hay casos en los que se les lleva la cría en brazos distancias bastante más grandes.
Para otro día más, y mejor.
B. G. G. (bloguero prior)
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4 comentarios:
Estupenda y conmovedora historia la que nos cuentas amigo Benja como diría el Ripero Mayor. Pero yo creo que te equivocaste de carrera. En lugar de una técnica tenías que haber estudiado Biología, Medicina o Veterinaria, dadas tus aficiones al mundo animal. Claro que a quienes no personas la vida es a las "truitinas".
Buenos y soleados días,en este corto espacio de tiempo que me permiten y esperando que me avise el amigo Alfredo que gentilmente me recoge en compañía de Samuel para asistir a la comida en Urbiés que tenemos prevista,me acerco a leer un ratín nuestro blog y sorpresa,comentario como siempre de Jose manuel "Gera"excelente y ya en proceso de recuperación,pero da gusto leerlo,tienes una vena poética que sinceramente disfrutamos,gracias Gera y espero vernos próximamente para comentar personalmente nuestras historias como siempre y darnos un abrazo,pues somos vecinos y a veces pasan largas temporadas que no nos vemos,te deseo lo mejor tú lo sabes.Al amigo Benjamín,suerte que tiene uno que cuenta con su amistad,es estupendo leer este pedazo de comentario que nos dedica a todos con esa sensibilidad hacia la naturaleza,lo vives y disfrutas talmente como si lo estuvieras viviendo en el momento,bien se te nota de donde eres y las ganas que le pones...porque a veces por no mancharse la gente evita en lo posible la faena un tanto desagradable y sucia de ayudar en carretera,en este caso un animal pero si es una persona ocurre igual y siempre siempre tenemos la obligación de prestar asistencia.Todos lo sabemos pero hay que hacerlo,bueno gracias por deleitarnos con estos preciosos comentarios y ya pasaremos información de la comida,Slds cariñosos a todos.PD Gera yo también recibí una llamada de Pepe Morán y pronto le reconocí su voz,algo diferente porque los años no perdonan hasta en el timbre de voz se notan...pero yo lo descubrí rápidamente,hay voces que nunca se olvidan,me alegré mucho de su llamada..
Relatado en superior,
¡claro! por ello es el prior.
un abrazo
Si al final todos o casi todos somos de pueblo...pero si no hay nada mejor,ahora casi todo el mundo habla de casas rurales,vacaciones en la naturaleza pero si no se descubre nada nuevo,volvemos a las raíces.Slds cariñosos
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