martes, 25 de diciembre de 2012
QUICO EL FONTANERO
Mis amigos de Pola y yo decidimos instituir un encuentro
semanal en forma de cena y tertulia, a tal efecto escogimos un mesón en las
afueras del pueblo. La Pampa
y empezamos la rutina semanal, unos buenos amigos, estupendos: un piloto del
ejército del aire retirado, un ex alcalde de Pola, un ex secretario del
Ayuntamiento de Pola, un ex maestro, un músico también ex dominico y director
de coros y el cura de Pola.
Allí todos aportamos algo positivo a la tertulia, que
resulta fluida e inspirada gracias al riego generoso de Rioja “Ramón Bilbao”.
Yo suelo plantear algún tema religioso de los que hacen
pupa. El piloto nos cuenta sus anécdotas increíbles de países exóticos. (Por
ejemplo; el caso de un vuelo a la
Isla de Annobón. Resulta que el único blanco de la isla, era
un misionero español. Al llegar, reunió a los tripulantes y les dijo que dado
que él era el único blanco de la isla, les suplicaba que se abstuvieran de
yacer con una negrita durante su estancia allí, pues luego aparecería un
mulatito y se lo cargarían a él) Es una tertulia amenísima.
Hasta el otro día en que, al salir con la alegría que da la
compañía de amigos y la abundancia de Rioja, salimos a la calle. Estaba
fresquito, entre el mesón y las primeras casas del pueblo, hay un solar vacío
lleno de maleza. El otro dominico, músico y director de coros, proponía que
improvisásemos un corito para cantar el “Axuntábense” yo acepté sin reserva,
otros con muy buen juicio, apuntaban, que gente tan seria como nosotros, no
podía montar ese número y a esa hora. Nos detuvimos a debatir el tema. El ex
secretario aceptaba cantar, sólo si cantábamos “Ecos de la Quintana ”, otro, el ex
alcalde, se aferró a la idea de cantar “Fui al Cristu y enamoréme” en fin, que
el asunto se complicaba.
En estas estábamos cuando de entre de la maleza del solar,
salió y se plantó ante nosotros, un fantasma, yo, que tanta experiencia he
tenido en este tema, me di cuenta de que no era una broma, de que era de
verdad, pero también, por experiencia, me di cuenta de que era un fantasma algo
prubín, que no peligrábamos ante él. No hacía aspavientos no ululaba, no gemía
con roncos sonidos, no nos amenazó con aquello de “Andad de día que la noche es
mía”.
Impuse silencio y comencé “¿Quién eres y qué quieres de
nosotros?” Porque si necesitas unas misas, aquí tienes al cura para decírtelas,
el cura, asintió temblando de miedo. Pero el aparecido, dijo, nunca vendrá mal,
pero gracias por escucharme, todo el mundo sale corriendo, espantado y no puedo
contarle a nadie mis cuitas. “Venga, hombre, anímate, ¿Qué te ocurre? ¿Tienes
fame o algo así? Porque podemos volver al mesón”, aclaró el maestro que soñaba
con otra botella de Rioja. “Bueno voy a presentarme, yo soy el fantasma de
Quico el Fontaneru”. Hombre Quico ¿Qué tal vas hombre? Exclamamos los que le
conocimos en vida. O sea todos menos el cura. “Pues mal, muy mal estoy en el
purgatorio todavía y no es que sea horrible aquello pero desde hace una
temporada me pusieron de compañero de celda a un político español, recientemente fallecido, que da una peste a
muerto que no aguanto. Además, cuentan
por allí, que está condenado a purgatorio porque no hay infierno. Últimamente
parece que todos los políticos españoles que fallecen, llegan allí dando un gran
pestazo. “Bien, informó el cura ¿Y tú
qué hiciste en vida para estar allí?” “Pues verá, señor cura, yo era fontanero,
como saben estos amigos, hacía muchas chapuzas por las casas y concretamente en
la casa de X. Siempre me llamaba su mujer cuando el marido estaba trabajando y
me abría la puerta siempre, con muy poca ropa que… bueno para qué voy a
describir. Y un día me abrió casi desnuda y se fue para la cama, yo hice el
trabajo y cuando ya me iba, me llamó: “Quico, toy muy malina ¿Vas a marchar así
sin más?...” total, que ahí empezó la relación con ella, todo el día se le
atascaba la cañería. Yo iba una y otra vez. Dos críos tuve con ella… Y el
marido, el pobre sin enterarse, matándose a trabajar para sacar adelante a los
nenos. El caso es que estoy penando y estaré mientras no confiese la verdad al
perjudicado. Ya intenté aproximarme a él varias veces, pero corre como un loco,
cuando me ve vestido de esta traza no hay manera de que me dé una oportunidad.
El cura, como es propio, tomó la palabra: “Bueno hombre, algo se podrá hacer
por ti, acaso unas indulgencias plenarias que nos concedan en Roma. Tú confía
en nosotros” “No sé, no sé, decía el
difunto haciendo temblar la vela de su cabeza, además, alegó el ex alcalde, si
se lo dices ahora, va a ser peor porque le quitas la ilusión y destrozas el
matrimonio.
Ya, ya, gimoteó el difunto, pero la ley es la ley y la
justicia es la justicia. Y ¿Por qué no me acompañáis hasta su casa? Vosotros
llamáis, a vosotros os abrirá y luego yo explico el asunto.
Consultamos un momento y decidimos ir. El piloto era el más
decidido. Llegamos a la casa y llamamos abajo, nos abrieron e iniciamos el
ascenso por una escalera vieja de madera que chirriaba. Era un cuarto piso sin
ascensor, en el rellano del tercero paramos. Celsín, el ex dominico, propuso
cantar allí mismo el REQUIÉM, ETERNAM
DONNA EIS DOMINE.
Nos costó disuadirle de organizar semejante número, allí en
esos momentos, arruinaría nuestra fama de gente seria, así que dejamos el
requiém en el tercero y se quedó con él, el secretario del Ayuntamiento. A la puerta
del cuarto el piloto nos advirtió: “Vosotros dejadme hablar a mí. En estos
casos hay que tener mucho tacto y delicadeza”. Llamamos al timbre y nos abrió
la señora. Hola, que se les ofrece, dijo. El piloto se lanzó en picado y fue
derecho al grano: “Oye cacho guarra, tú por qué no le confiesas a tu marido de
quien son los nenos” Ella lanzó un grito histérico y clamó entre lágrimas:
“Sinvergüenzas, iros a dormir la borrachera a otro sitio, parece mentira para
vosotros”, yo exigí “Oiga, oiga, un
respeto”. En esto, apareció el marido en pijama y gritó: BORRACHOS, parece
mentira para vosotros. ¿Cómo os atrevéis a venir a estas horas a insultar a mi
mujer? Qué vergüenza. Hoy ya no se respeta la intimidad del hogar, iros por
ahí. Aquí vivimos gente honrada.
Eso eso, que se vayan, añadió la mujer, mira que venir a
insultar así a una mujer honrada…
“Bueno, bueno, insistió el piloto, traemos con nosotros al
fantasma de Quico el Fontaneru”.
La mujer al oírlo, dio un alarido y cual fiera acorralada,
empujó violentamente la puerta y la cerró.
El fantasma desde el tercero lo había oído todo, quedó
desolado, nos agradeció la buena intención y se esfumó, se le vio salir por la
ventana pero muy desalentado, como que ya sabía que tenía que pasar el resto de
la noche oliendo la peste del político español.
Quedamos destrozados, necesitábamos un rato para digerir lo
ocurrido, yo propuse que vinieran a mi casa, que tenía un par de botellas de
Rueda de reserva del 86.
Nada une tanto a los hombres como la amistad o un buen vino.
Pepe
Morán. Dominico – ex.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Pepe Morán es un experto en historias de fantasmas y por eso no le asustan ni les tiene miedo. No le pasa como en una de las canciones que tenía Luis Sánchez Miyares en su repertorio, de chaval en Corias, cuando cantaba aquella que decía: “el sultán y la sultana duermen juntos, porque tienen miedo a los difuntos”. Pero, por mucho miedo que les tuvieran aquella pareja, nunca sería tanto como el que tenía la mujer de Quico al fantasma del Fontanero. Es que los hay tan pesados e inoportunos, que hasta después de muertos siguen dando la vara.
Publicar un comentario