jueves, 18 de octubre de 2012
Un día de semana cualquiera en la vida de un jubilado, exalumno de Corias, como yo
A las siete de la
mañana suena el despertador de forma tan impertinente y molesta que no queda otro remedio que hacerle
caso y poner los huesos de punta. En apenas unos segundos, que utilizo para
ubicarme y desperezarme un poco, ya me pongo en pie. Lo primero de todo es ir al
baño y lo segundo muy importante, es
inclinarse sobre el lavabo y hacer cuenco con las manos para echarse unos buenas
“muzadas” de agua bien fría a la cara que despejan y dan
ánimo para comenzar el día con vitalidad. Seguido me afeito con
cuchilla; la maquinilla eléctrica solo la uso para los días de mucha prisa. A
mí el andar con las barbas crecidas me repatea. No teniendo ningún
inconveniente lo procuro hacer a diario. Peinar apenas necesito pues, como
llevo el pelo muy corto, con simplemente pasarme la mano ya estoy listo.
Salgo del baño y voy a la cocina. Enciendo el televisor para
ver las noticias y el tiempo que va hacer y me tomo un vaso de agua. A continuación, entretanto
el estómago se va recomponiendo y
desdoblando después de permanecer toda la noche encogido, me como un kiwi y
preparo un café. Mientras saboreo el cafetito leo el papel del día anterior recién
despegado del Taco; sobre todo el minuto de filosofía que le hace a uno pensar
y reflexionar ya a primera hora. Una vez
ya animado por el rico café y vistas las últimas noticias salgo a la terraza para ver qué temperatura
marca el termómetro de máxima y mínima que tengo allí y de acuerdo con lo que
diga el mercurio, me pongo la indumentaria adecuada para bien salir a la
intemperie a cuerpo gentil o abrigado
como Dios manda.
De casa suelo partir sobre las ocho menos cuarto,
aproximadamente, que en estas fechas aún es de noche casi cerrado; sobre todo, si está el cielo nublado. De paso que salgo, ya
llevo conmigo las bolsas de basura clasificada que haya preparado mi señora la
noche anterior; es decir: materia orgánica por un lado, plásticos y envases por
otro, el papel y el vidrio lo mismo; cada cosa en su bolsa. Una vez depositados todos
estos residuos en sus contenedores correspondientes comienzo el paseo.
Ya fuera del casco urbano, cuando llevo recorrido como un kilómetro escaso y a pesar de la oscuridad existente en estas
fechas, como a unos cincuenta metros
antes de llegar al “domicilio” de mi amigo el gato, ya comienzo a columbrar un bulto oscuro en
medio del camino que maúlla insistentemente como primer saludo mañanero. Mi
amigo, que por cierto no sé si os he dicho como se llama: se llama Romualdo. Él sale a mi encuentro y nada más llegar a mi
altura se da la vuelta y camina delante
de mí con un trotecillo muy garboso que da alegría verlo. Él lo hace porque barrunta
que para él el día va a comenzar bien. Será un buen día. El gato camina delante de mí hasta el lugar
que tenemos pactado él y yo para que coma lo que le llevo, sobre yerba en una
zona limpia, sin que haya porquerías ni desperdicios tirados por los caminantes poco respetuosos con el medio
ambiente, que por desgracia suelen abundar bastante. Mientras come la tarrina
de una cosa que es comida de mininos con sabores varios, cada día uno diferente: ternera, pollo, salmón…y que huele bastante bien, le acaricio un poco el
lomo y lo dejo que desayune tranquilo pues, más que comer parece que engulle;
yo pienso que lo pasa casi entero sin apenas masticar.
Sigo mi ruta por un carril peatonal hasta aproximarme al río
y llegado a la margen derecha del Torío, continúo por ella
río abajo hasta alcanzar una pasarela peatonal que comunica con la otra margen.
Una vez en ella continúo hasta la confluencia de este río con su hermano el
Bernesga, que entre los dos encierran a modo de corchetes a la ciudad de León por
el Este y Oeste, respectivamente. Llegado a este singular punto de la unión de
los dos ríos, cambio de cauce y remonto también
por la margen izquierda de este último,
el Bernesga, hacia aguas arriba hasta
conectar con los accesos de una urbanización llamada La Lastra. Sigo
un rato por las vías exteriores que circunvalan
la urbanización y como a menos de un kilómetro llego de nuevo al camino
inicial del río Torio y a partir de este
punto ya se repite el camino de ida. A partir de ahora solo tengo que desandar
el camino andado, pero en sentido contrario. Llegado al pueblo de Puente
Castro, que ahora ya está incluido en León ciudad, hago un paradita en un bar para
tomar un rico café con leche acompañado de un trocito de bizcocho que es
cortesía de la casa y de paso descanso un poquito a la vez que alegro la vista
mirando para la guapa camarera que atiende el bar con mucho desparpajo y
desenvoltura, entretanto hace unas tortillas de patata que por el aroma que
despiden deben de quitar el hipo. De aquí a mi casa ya me quedan apenas tres
kilómetros. Con la vista refrescada y la euforia de la cafeína ingerida, llego
en un santiamén. El recorrido completo
consta de unos doce kilómetros: palmo arriba, palmo abajo.
Una vez llegado a casa
lo más urgente es tomar una buena ducha y cambiarme de ropa. Después, una vez fresco y reconfortado por la ducha, pongo
en marcha el ordenador para ver un poco
la prensa digital, el correo y el Blog, hasta la una de la tarde,
aproximadamente. Sobre esta hora, si mi señora no me requiere para algún recado
o chapuza, salgo a tomar el blanco por
el barrio, bien con amigos compañeros de estudios, o solo, eso depende de que los amigos estén
aquí o fuera de León, pues suelen
compartir con frecuencia la estancia entre la ciudad y el pueblo de origen. A las
dos y algo ya estoy de vuelta. Tomo otro vino en casa en la grata compañía de
la cocinera que ya tiene el menú listo y seguido nos sentamos a comer. Una vez
comido, desde las cuatro hasta las cinco y media o seis, más o menos, toca echar una reconfortante siesta
para renovar las energías gastadas en el paseo matinal.
Por la tarde, después del descanso sestero, si no hay ningún
recado pendiente que obligue a salir a la calle, ya no salgo normalmente, y
bien me pongo de nuevo al ordenador o a
leer un rato hasta la hora de cenar, tomando un pequeño descanso para degustar un cafetito sobre
las siete y media. Después de cenar si
no hay nada interesante que ver en la
TV vuelvo otro poco al ordenador y mi mujer también al suyo hasta la una o una
y media de la madrugada, que ya nos vamos los dos al submarino.
Y esto amigos, creo que ha sido el resumen de lo que da de
sí la rutina de un día de labor cualquiera en la vida de este jubilado
exalumno de Corias y residente en León.
¡Buenas noches!
P. D. Seguro que mi mujer apostillará algo a esta entrada
pues ella dice que vivo mejor que un marqués porque no doy palo al agua. Y tendrá
mucha razón; no digo que no.
B. G. G. bloguero
“Prior”
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19 comentarios:
Completo y pormenorizado relato el del Prior de un dia cualquiera de un Jubilado.
En mi caso ocurre algo parecido aunque sin minino por el camino, dado que mi ruta habitual suele ser casi siempre urbana, eso si por comodidad del relieve ya que las pendientes las suele acusar más el motorín. Otra diferencia es que la salida es más tarde pues para que todo funcione a la perfección debo esperar entre una hora y hora y media después del desayuno. Lo haré dentro de unos minutos en cuanto acabe este comentario. Para entonces el aprovisionador alimentario de la "pantera negra" del Torío ya estará de vuelta con la mente despejada y las las papilas gustativas bien despiertas después del olor de la tortilla de patata de esa guapa camarera y que espero sea con bastante cebolla. Al menos a mi me hgusta así.
Hoy aquí hay que abrigarse. Está el dia bastante tontorrón. Llueve de vez en cuando y hace frío aunque creo que no tanto como por la Capital del Reino. Cuando regrese será ya la hora de comer, que aqui el horario lo marca mi suegra, que ya sabéis que la gente mayor sigue fiel a los horarios de antaño. Luego la RTPA nos llevará hasta nuestra época más joven con la reposición de algún Western de Jhon Waine,James Stewart,Lee Van Cleef, Burt Lancaster, o Alan Ladd. Como estos días estamos en época de "mareonas en la mar", igual esta tarde bajamos la señora Concha y yo a contemplar la Pleamar de las 19 y si logro alguna imágen la subiré a esta Tribuna.
Y ahora ¡a la Rue que es la hora!
Jolin,menudos paseos que te metes Benjamin,hombre, yo paseo pero a ese nivel",quia" a mi el frio me encoge,no me gusta nada este tiempo,donde esté la primavera y el verano,que se quite las otras estaciones;oyes menudo menú que le llevas al minino,asi cualquiera,ya tendra calcculada la hora en que pasas tu,luego cuando llegas a casa alli esta la Sra.Elena, con la mesa puesta y todo,no es mala vida la del jubilado,exalumno de Corias
Tiene razón este caballero que yo debo añadir algo al informe tan detallado que ha enviado al Blog sobre un día cualquiera de su vida de jubilado; ya os habréis dado cuenta que vive como un marqués, pero no de los de ahora, sino de los de antes.
A continuación paso a contaros unos pequeños detalles y ya me diréis que os parece:
-El padre Prior, es decir el Marqués de Posada, sabe dónde está la panadería de nuestro barrio pero no conoce a la panadera.
-El carrito de la compra dice que le queda un poco bajo.
-Nunca mira la publicidad de los súper para ver las ofertas como hacen los buenos jubilados.
-Jamás ha tocado la plancha, eso sí, valora una camisa bien planchada.
-La lavadora, aspiradora, etc. son aparatos que meten mucho ruido.
-En la cocina no voy a quejarme, yo preparo la ensalada y llega como Arguiñano con todo preparado y la aliña, eso sí estupendamente.
-En el banco nunca le han visto, saben que existe porque antes cobraba la nómina y ahora la pensión.
-Otro tanto de lo mismo pasa con Hacienda, cada año cuando voy con los papeles, me digo: un día me sale un novio.
-Pero bueno, voy a decir a su favor que en esta casa nunca hay nada estropeado, como buen alumno de bachiller laboral es práctico e ingenioso y en cuanto se lo digo ya está manos a la obra, así que vamos a dejarle que siga con su buena vida de jubilado y que nos la vaya contando poco a poco.
No, si ya sabía yo que “esta condenada” como diría el Pelgar me iba a descubrir, y no tardando. No obstante, tampoco os creáis todo lo que ella dice. Ya sabéis que las mujeres cuando se ponen a decir cosas de los maridos, casi siempre exageran un poco.
Bueno Elena no te quejes, es cierto que lleva una muy buena vida de jubilado, pero eso de que te arregle todo lo que se te estropea, vale.......por lo menos un potosí.
Después de todo Galán, no te dejó tan mal parado. Yo creo que sois una pareja estupenda y bien avenida.
Demos la bienvenida a la señora Marquesa consorte de Posada. Creo que nos va a dar mucho juego.
En cuanta a la sarta de quejas de su amado, yo creo que mejor no meneallo.
-¿No será mejor que la panadera siga siendo una incógnita?
-¡Y si por culpa de la altura del carrito de la compra fuerza un poco y el chásis falla!
-Creo que será mejor que sigan sin verle el pelo por el Banco no vaya a ser que un día tenga un mal pensamiento y decida irse con la panadera.
-Procura tenerle de vez en cuando algúna chapucilla preparada.... eso sí, solo para que se entretenga.
-¡No me lo cabrees!
Que no falte el buen humor.
¡Ah y que siga dándole el gusto a Romualdo!
Benjamín y Elena, como digo en los comentarios de la frase escondida, a estas horas, un día laborable y jueves, que ya va uno acumulando el cansancio de la semana, y si añadimos que hoy, después de salir de trabajar, hicimos un viaje exprés a Oviedo, no me queda ni media neurona despierta. Así que mañana comentaré la entrada de “Un día en la vida de un jubilado…” que, por cierto, me gustó mucho.
Solo adelantar que ya tenía ganas de conocer a Romualdo, aunque no sabía como se llamaba, y por cierto se ve bien cuidado, tiene el pelo muy brillante. Y lo que no entiendo es como nadie puede poner un despertador sin necesidad. ¡Con lo mal que me sienta a mi el mío! Estoy deseando que llegue el sábado para no mirar para él.
Yo siempre creí que se levantaba temprano, daba el paseo a pata o en bici, y después a currar todo el día.
Pero no, parece que después se pega un buen baño, un buen desayuno y al ordenador (sofá). Me tenía engañado.
Después una buena siesta, supongo que con orinal y pijama.
Un servidor se levanta a las 9, un poco pasadas, y durante todo el día sólo se sienta para comer. Una pequeña siesta en el hórreo y nuevamente a distintas actividades.
El ordenador, cuando toca, suele ser después de cenar y si se pone un tanto cabrito, que es lo normal, INICIO,APAGAR y a la cama.
Ya sabéis lo que dice el refrán:
Lo primero y principal
ir a misa y almorzar.
Si almorzar corre prisa
ye primero que ir a misa.
María Elena, me parece que lo tienes un poco consentido, a cambio de las pequeñas reparaciones domésticas.
Por lo que cuenta Elena, parece que no se ha fijado mucho en la entrada que hice hace un mes del "Curso para hombres"; o eso, o que el aristócrata ha suspendido o ha pirado alguna clase. En cualquier caso no estaría de más que repitiera curso.
En cuanto a las habilidades manuales sería bueno que las aprovechara, por ejemplo, para hacerle un suplemento al manillar del carrito de la compra con el fín de evitar problemas lumbares. Recuerdo una vez hace años, que para librarme de segar la yerba para el ganado, me quejaba de que la "gadaña" me quedaba corta y me producía dolor de espalda. Al día siguiente, el "estil" medía medio metro más.
Que no decaiga el humor.
Menuda vidorra que os pegais algunos y algunas,yo quedo pasmao,eso no se aprende en Corias ni en la Universidad y tiene mucho mérito saber vivir bien,algunos/as...les es imposible conseguirlo y mira que es bien fácil,Elena y galán seguid así que eso es un título no académico,pero de muchísimo valor,a ver si toman buena nota los que nos leen y aprenden algo,que este blog tiene el privilegio de además de entretener,ENSEÑA,gracias pues a todos/as un abrazo.Víctor Gión
Perdonad,pero me pide que demuestre que no soy un robot y no sé si el comentario se podrá leer,Víctor Gión
Ves un comentario anula el siguiente,esto es una lata,lo siento,otro día lo intentaré,Slu2,Víctor Gión
Quiero decir anula el anterior,Víctor Gión
El retiro del Prior ye un lujo. Tal como lo cuenta cualquiera firmaba lo mismo.
Leí algún comentario que le gustaban mucho las berzas. Seguro que en Posada tiene alguna finquina; con el "garabato y fesoria" como antaño, nada de medios mecánicos, cosechaba de todo; por descontado buenos sudores, para luego ducharse y tomar unos vinos con los amigos. !Menudo nivel!.Menos mal que su mujer puntualizó que eso no es vida es un !vidón!.
De prejubilado; pásame todo lo contrario, mi amor a la "Pachamama", hace que de enero-octubre; ciclo de preparación y recolección, no pare. La única ayuda es mi mujer, cuando coge una lechuga o el perejil y no me quejo.
Benjamín, yo después de leer tu relato de “Un día cualquiera…”también llego a la conclusión de que lo de Marqués de Posada te lo tienes ganado. Eso sí lo de levantarte a las siete, con despertador incluido, insisto, no lo puedo entender. Creo que lo bueno de estar jubilado debe de ser levantarse, dentro de un orden, cuando a uno le apetezca. La hora que dice Samuel, sobre las nueve, ya me parece mejor. ¡Ah! Elena es una santa, porque si a mi me despiertan con un despertador puesto para pasear, no sé…
Bueno, los sesentones y de ahí para arriba, creo que estáis muy mal enseñados todos. Unos por hijos únicos, como es tu caso, otros por ser muchos hermanos, como el caso de Manolo. En fin que es un poco tarde para cambiaros, mientras el cuerpo de las mujeres aguante. Tengo que reconocer que Manolo desde que se jubiló intenta ayudar, y, por ejemplo, compra el pan.
Vaya paseo tan largo que das, aunque entre la parada con Romualdo, (que por cierto, vaya menú, se ve que es el gato del Marqués), y en la del café descanses un poco, estás en forma como un “buen jubilado”.
El resto, más o menos, es como lo que hacemos nosotros los sábados y domingos, y Manolo durante la semana. Salvo que los sábados, después del paseo de Manolo, salimos a comprar los dos, y si coincide tomamos algo. Y los domingos yo no salgo y él no sale tampoco, bueno da su paseo de 6 ó 7 Km. y si está el tiempo aceptable después de comer, camina algo menos de una hora.
Hace bastantes años, cuando nuestra hija tendría 16 ó 17 años, dijo: -Mamá eres una mujer sometida. ¿Cuántas horas trabaja papá y cuántas trabajas tú? Le dije que las mismas y dijo ella –Pues en vez de decir que tiene hambre que se ponga él a hacer la cena. Insisto, eres una mujer sometida, “voluntariamente” pero sometida. Nos quedamos a cuadros y pensando, yo al menos, que igual tenía razón, pero era demasiado tarde para cambiar nada, si las cosas así funcionaban bien. Manolo, no es de muchas palabras nunca, pero ese día se hizo el que no oía.
Elena, creo que a pesar de que nuestros maridos podrían mejorar algunas cosas, es mejor que los dejemos así, porque los de ahora se reparten el trabajo de la casa, pero así y todo, a los pocos años, muchos, ya no están juntos… Así que si llevamos cuarenta años y funciona igual es mejor el sistema antiguo.
Manolo de plancha y otros electrodomésticos nada. La publicidad de los supermercados, no sólo es que no la mire, es que si ve un papel lo rompe. Al banco, cuando él se jubiló, me negué a volver yo. Y la comida, ahí creo que yo tengo culpa, si quiere ponerse a hacer algo le digo que lo haga para él, que yo no quiero experimentos. Entonces vuelve a salir la hija, si me oye, y ya no dice lo de “sometida”, me dice que no me queje de que no hace nada.
Se me olvidaba decir que eso de “tener pueblo” los que vivís en las capitales, es un lujo. Yo tenía unos tíos en Valladolid, que de mayo a octubre, más o menos, venían para un pueblo de la zona de Fornela de donde era élla, y siempre decían que casi todos los “mayores” que vivía por allí tenían pueblo para los veranos y otras fechas, y que los que no tenían, quedaban con mucha pena. Esto es a propósito de lo que dice Benjamín de que a veces los amigos de los vinos de mediodía están para sus respectivos pueblos de origen.
Alfredo, no veo esas imágenes de la “mareona” que nos ofreciste. Así que a ver qué pasa con esa máquina de fotos, que tiene teléfono.
Bueno, ibas a hacerlas ayer a las siete de la tarde, y yo a esa hora salía de Oviedo, de un viaje exprés, y estaba cayendo un auténtico diluvio, así que igual no fuiste.
Reconozco que debo daros las gracias a todos y principalmente a las mujeres, ya que sois las más afectadas en esto de que algunos maridos de los de antes, colaboremos poco (muy poco) con vosotras en las faenas de la casa, por lo bien que me habéis tratado con vuestros suaves comentarios a mi entrada.
Mi mujer cuando leyó en el Blog, “Un día de semana…”, dijo: prepárate que vas a salir trasquilado de ésta. Sobre todo cuando las blogueras lo lean. Te van a poner verde y con mucha razón porque eres un mal ejemplo para sus disciplinados maridos. Y la verdad sea dicha que no fue así. No cantaré victoria por el momento, porque sé que aún estoy a tiempo de poder recibir algún “cisguazo“ que otro.
Pero no es oro todo lo que reluce, no; no lo penséis así. Aunque algunos de vosotros hayáis dicho que envidiáis mi situación de “jubi”, ni se os ocurra volver a decir tal cosa no os vaya a castigar Dios. Ayer en reunión ordinaria anual de la comunidad de propietarios de nuestra casa, aquí en León, me ha correspondido a partir de ya, ser presidente por un año, y al año siguiente como secretario; con lo cual no me veré libre de ese molesto cargo hasta 2014. Decidme ahora ¿qué es lo que tengo yo que se pueda envidiar, eh?
No te hagas ilusiones Galán, yo creo que no se atreven a decirte lo que piensan por miedo a la censura pero, quien mas quien menos, estaba convencido que te pasabas las 24 horas haciendo de corredor de bolsa y de mandao pa todo.
El comentario que hace MªElena tampoco te pone muy en lo alto: uno a favor y siete en contra.
Haxa salú.
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