AGRADECIMIENTOS Y CONSIDERACIONES. 2012

                                                                                                                                                                                     -- por jrFRANCOS --

    
     Mi agradecimiento a Miguel Ángel, Alfredo Fdez., Mamen, Olga,  Gion, Cubanín, Jesusín, José A. Ramos y Samuel que en estas páginas me habéis mostrado vuestra condolencia por el fallecimiento de mi madre, a la cual os acerqué un poco a través  aquel escrito (La vida es una "fille de pute") que colgué el Día de los Difuntos,  y que hoy se me antoja que fue un poco premonitorio; y también mi agradecimiento para los que a través del teléfono -medio que utilicé yo cuando en ocasiones otros compañeros caurienses pasaron por similares situaciones- o del correo personal, algunos incluso duplicando, habéis estado conmigo en el sentimiento, como son Balsera, Galán, José M. Martínez, Gion, Alfredo Fdez., Ulpiano y Samuel. No quiero olvidarme tampoco de todos esos lectores del Blog en general (los que se asoman de tarde en tarde, los  que lo hacen como anónimos o los que nunca dan la cara, pero lo siguen), que sin ningún lugar a dudas uno sabe que nadie se alegra ni queda indiferente ante tales sucesos, incluso en los casos de final feliz, como es el de "Salvita", de quien no tengo recuerdo. A todos sin distinción, gracias.
     (Espero que en la relación no se me haya olvidado nadie, que es lo que puede suceder cuando se dan nombres en un recordatorio).

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     Uno de los amigos citados me decía en correo interno que también él había perdido a su madre, hace años, por esas  mismas fechas. "Parecen éstas -decía- fechas aciagas para nosotros". Y le contestaba yo: "Si, en el invierno corren malos tiempos para los animales en la naturaleza, donde los más débiles no sobreviven, y también para las personas mayores, a quien como mi madre (86 años), si encima le sobreviene un "añadido", pues es el remate. Los árboles, en cambio, con la pérdida de la hoja y entrada en el letargo invernal, han sabido con ese mecanismo de defensa adaptarse mejor, siendo su época crucial la estación contraria, el verano, donde la falta de agua y enfermedades puede acabar con ellos".
     También le decía: "Cuando somos jóvenes e incluso en el primer tramo de la vida, nos vemos muchas veces en bodas, bautizos, celebraciones y fiestas en general. En actos sociales donde predomina la alegría. En el segundo tramo, el otoñal en el que ahora estamos, nos seguimos viendo alguna vez en bodas, bautizos, banquetes y fiestas en general, pero también nos vemos bastantes veces en la consulta del médico, en el hospital, en la farmacia y en los entierros, lugares donde la alegría con frecuencia se contrae para dar paso al dolor o la pena.

      Dos personas me dijeron. Una. "Al margen del pesar, que es inevitable, debes alegrarte por haber podido disfrutar de tu madre durante tantos años". Otra. "Una madre hay que tenerla aunque sea para ser un mal hijo, porque es una referencia vital". Ambos habían perdido a la suya cuando tenían sólo añitos.
     ¿Qué tendrán las madres, que a los hijos nos parecen siempre las mujeres mas extraordinarias del mundo? Creo que había que verlo por este lado. Desde los primeros momentos, cuando se está en la placenta, la relación madre-hijo adquiere ya un tono especial. Cuando sales al mundo con el parto -dejando el lugar en el que estabas y que si hubiese un test para medirlo saldría como el sitio donde más feliz te encontraste- y recibes la primera bofetada de la vida con el esfuerzo de las contracciones y el cambio de temperatura, además de tener que empezar a respirar y comer por tí mismo, sin cordón umbilical, los primeros abrazos, los primeros besos, los primeros arrullos y la primera sonrisa que percibes es la de tu madre. Y así sucede con el resto de etapas de tu vida: siempre está ahí tu madre. Por eso en esa valoración (subjetiva) decimos que nuestra madre es o era la mujer más extraordinaria del mundo. Y es verdad. Para cada uno, la suya.
     (Y los padres, ¿dónde los dejas? Son/somos también una referencia..., pero de segundo orden).

     Una cuestión prosaica que quiero comentar y viene al hilo, aunque ya había pensado alguna vez en ella: ¡Qué caro es morirse! El pasado invierno asistí al sepelio de la mujer de un exalumno mío. Matrimonio joven, naturalmente, con dos hijos pequeños y nada enganchados al consumismo.
     El ataúd más económico, un ramo de flores por corona, el acto religioso, la funeraria y la incineración. Total: 3.400 euros. ¿Os imagináis lo que puede suponer eso, aparte del dolor, en una de las casi 250 familias que diariamente son desahuciadas en España -según acabo de escuchar-por no poder pagar la hipoteca? (Y si tienes seguro, paga entre 20 y 30 euros mensuales, que son muchos al cabo del año, y eso si te lo haces a una edad temprana, donde te puedan cobrar durante un buen montón de años).
     ¡Ah, se me olvidó! Todo ello sin servicios (?) especiales, como el reportaje fotográfico, que me he enterado que cual boda o bautizo también te ofrecen algunas funerarias.
     En este delirante mundo capitalista -que probablemente por su falta de escrúpulos económicos ha sobrevivido al  modelo comunista- donde a todo se le pone precio y con todo se comercializa, me he enterado que hay ferias sectoriales, donde se exponen para las empresas del sector (las citadas funerarias) todas las mejoras (?) y todos los avances (?) en el que debiera ser sencillamente un sencillo acto de, como dice el mandato cristiano, dar sepultura a los muertos.
     Alguna vez en familia he comentado, entre el humor negro y la seriedad, que voy a ir al carpintero de la esquina (otro exalumno mío, por cierto) a que me tome medidas y me haga un ataúd sencillo de madera de pino gallego, que es el más barato, con una capa de barniz por darle un poco de resalte, y ya está. Y un día creo que lo voy a hacer. No quiero que con mis restos se recupere el PIB nacional, por no decirlo con sus palabras exactas: que nadie haga negocio. Para ir de ahí a la extracción de los órganos que hayas donado y a la incineración (nunca mejor sitio para purificarse y hacer realidad aquello de "polvo eras y en polvo/cenizas te convertirás), sirve muy dignamente.

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     He preguntado a mis hijas, gente joven, aunque hayan pasado los treinta, que qué se dicen a la hora de felicitar el año nuevo entre su círculo de amistades. Y se dicen tres, cuatro cosas, manidas todas ellas pues tampoco se presta para muchas innovaciones la cuestión, pero por ningún lado aparece la palabra SALUD. En cambio, yo en los correos, sms y dos cartas postales que he recibido, así como los que he enviado y continúo enviando una vez pasado Reyes (lo hago más sosegadamente, libre ya del "bullicio", y disfrutándolo más), que serán fundamentalmente cartas postales, dicha palabra está presente en la mayoría de los recibidos -sobre todo en los que proceden de gente de mi "quinta"- y por supuesto en todos los míos, vayan para gente joven o no tan joven. No es que la salud sea cosa de gente mayor, es que se trata del bien más preciado, bien al que no se le concede importancia cuando se es joven y se tiene -como tampoco se la concedemos al aire o al agua-, pero cuando empieza a enseñarte los dientes o las garras, como nos sucede a nosotros como gente mayor que ya somos, la valoramos tanto como quien estando en un sótano insalubre o en lugar contaminado valora el aire o como quien estando en la siega o el caminante valora el agua.
     Así, pues, SALUD a todos para 2012 (aunque tengáis/tengamos que andar con el pastillero en el bolsillo), porque salud ya no es ese concepto primitivo de decir "no tomo nada"); no, salud es también llevar una vida aceptable aunque sea con el apoyo de la farmacia, lo que se diría una salud controlada o vigilada.

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P.D. Releyéndolo, me parece que me ha salido un escrito un poco sombrío. Ya vendrán tiempos mejores, ya saldrá el sol.